jueves, 1 de septiembre de 2016

02/09/974 ~ Tratado de paz en tiempo de guerra.

Los cristianos y musulmanes hispanos llevaban algún tiempo bajo un tratado de paz por lo que el responsable militar de las tropas cordobesas, el militar Galib, decidió abandonar la península para marchar a guerrear al norte de África donde los enemigos del califa trataban de hostigarles.

Cuando el conde de Castilla Garcí Fernández tuvo conocimiento de esa situación entendió que era la ocasión propicia para atacar al enemigo pero para guardar las formas y que sus planes no se supieran, al mismo tiempo mandó a Córdoba a unos diplomáticos con la misión de volver a negociar las condiciones de la paz que seguían disfrutando en esos momentos y que de antemano sabía que se rompería.

Fue el 2 de septiembre de este año cuando un ejército de castellanos, navarros y aragoneses rompió la tregua atacando y tomando algunas plazas de lo que es ahora el sur de la provincia como Deza, que fue conquistada. La coalición cristiana intentó tomar Almenar pero fueron repelidos, pasaron de largo por Medinaceli al considerarla inexpugnable y se dirigieron a intentar tomar Gormaz pero tampoco lo consiguieron.

Una semana después la noticia de estos ataques llegó hasta Córdoba donde seguían negociándose las condiciones de una tregua que ya se había roto. El califa ordenó la expulsión de los diplomáticos que como se negaron a abandonar su reino fueron encarcelados. También mandó mensaje a Galib para que regresara de inmediato lo que hizo en tan sólo diez días dando comienzo un campaña para recuperar lo perdido y asegurar las plazas lo que originó algunas de las épicas batallas de todo el periodo de la Reconquista como la de Fash Albaracat, la que dio origen al romance de los Siete Infantes de Lara, el sitio de Gormaz o la leyenda de Vidas Pascual.

Escudos en el sepulcro de Vidas Pascual junto a la puerta de entrada a la iglesia del Rivero de San Esteban de Gormaz (Soria). Dibujo de Isidro Gil recogido en la Historia de Soria de Nicolás Rabal (1889).

Cuenta la leyenda que mientras Vidas Pascual permanecía orando antes de la batalla, un ángel se presentó en el frente como si fuera él, luchando con sus armas e infringiendo una gran derrota a los moros. 

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