La iglesia de san
Juan de Rabanera tiene muchos elementos que la hacen exclusiva del resto de las
sorianas siendo uno de ellos que es de los pocos templos en los que no hay un
retablo mayor en la capilla mayor. Alguien ha llegado a decir que nunca existió
como tampoco lo hubo en el Espino o que se quemó, algo que gracias a la referencia
histórica de hoy sabemos que es falso.
En el Libro de Fábrica de la iglesia de San Juan de Rabanera aparece anotado
que el 4 de septiembre de 1556 el Provisor y Visitador del Obispado de Osma
acudió a la iglesia y anotó que el retablo mayor ya estaba realizado, que era
obra de Francisco de Ágreda y que valía más que lo que había cobrado.
En 1908 el templo fue objeto de una profunda transformación. Hasta
entonces la capilla mayor estaba cubierta de yeso y cubierta en la mayor parte
por el retablo pero se decidió retirar de ahí el retablo y eliminar la gruesa
capa de mortero para dejar bien visibles los elementos arquitectónicos del
interesante ábside. El retablo fue desmontado y trasladado a la primera capilla
desde la entrada.
Se trata de una interesante obra de arte realizada por uno de los más
grandes maestros que trabajó en Soria, Francisco de Ágreda quien lo terminó en
este año de 1556. Consta de banco, dos cuerpos con tres calles divididas
por columnas y ático. En el primer cuerpo las cuatro columnas aparecen
perforadas por hornacinas que contienen las tallas de los cuatro evangelistas
para enmarcar las tres calles en las que, de izquierda a derecha, aparecen los
relieves de San Antonio con un obispo en un lado, el relicario hoy
desaparecido, y los de las santas Felicidad y Perpetua. En el segundo cuerpo
aparece una gran hornacina avenerada que ocupa la s dos calles centrales, y que
guarda la imagen de la Virgen con el Niño sobre su pierna izquierda. Por encima
un relieve circular qu
e repite a la Virgen con el Niño ante la atenta mirada de
un personaje que les mira desde su lado derecho. Las calles laterales de los
dos cuerpos llevan lienzos con representaciones de la vida y martirio de San
Juan Evangelista. La pintura, dorado y estofado de la obra se debe al pintor
Juan de Baltanás.
No hay muchas imágenes de la capilla mayor
de San Juan antes de la reforma y la que traemos hoy es casi de las mejores que
más que verse se intuye el retablo del que hablamos y que bien merece una
visita.
Fotografía de autor desconocido publicada en 1904 en la revista La Ilustración Española y Americana. |
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