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domingo, 11 de octubre de 2020

11/10/1962: Patrimonio histórico artístico en venta.

Que en Soria tengamos arte Románico para dar y prestar es una realidad en toda regla, pero cuidado que es una forma retórica de decir que tenemos mucho, y que esta frase no debe tomarse en su sentido literal, un aviso necesario pues hace algunos años hubo quien pensó que, qué más daba una ermita más o menos en la provincia o un San Baudelio aquí o allá, y no es un decir pues varios templos románicos de la provincia se vendieron a particulares que los desarmaron por piezas y se los llevaron lejos de la tierra en la que fueron construidos. Otros corrieron peor suerte, y así el complejo religioso de San Francisco, en Almazán, fue derribado para ser sustituido por nada.

Uno de esos ejemplos de románico en venta es la ermita de San Miguel de Parapescuez, un sencillo templo románico que fue la parroquia del despoblado Parapescuez y que se encontraba cerca de la Aldehuela de Calatañazor, en su límite con La Cuenca.

Cierto es que era un edificio más del típico Románico soriano, es decir, una sencilla pero excepcional obra arquitectónica construida en piedra de mampostería y sillería en sus elementos nobles, que desarrollaba una nave única cubierta con madera, arco triunfal de capiteles historiados bellamente esculpidos, y capilla mayor de ábside cuadrangular iluminado a través de dos toscas saeteras. La portada, abierta al lado sur, estaba formada por cinco arquivoltas de medio punto, tres lisas, otra con tallos ondulantes que recuerdan a la decoración de iglesias coetáneas del contorno, y la interior con cabezas femeninas y de varón dispuestas a lo largo y no radialmente, se apoyaban sobre capiteles decorados con temas vegetales, toscas cabezas y otras figuras no identificadas por su mal estado.

El templo, fechado por Gaya Nuño en el primer cuarto del siglo XII, perdió su uso religioso y, hacia la mitad del siglo XX, se empleaba como cuadra para el ganado, por lo que ante ese inadecuado uso y la escasa conciencia patrimonial que, en general, teníamos entones, en 1963, alguien decidió que aquella joya estaría mejor valorada en otro emplazamiento -lo que no deja de tener su razón- y por iniciativa del interesado o del propietario, algo que no hemos podido averiguar, el obispo de Osma don Saturnino Rubio Montiel autorizó la venta del edificio, con el visto bueno de casi todas las autoridades culturales provinciales y nacionales.

El expolio, que pese a su legalidad no puede calificarse de otra forma, fue “vendido” por la prensa de la época como lo mejor que le podía haber pasado al templo para evitar su desaparición, y se llevó a cabo en febrero de 1964 a instancias de su comprador, Vicente Elosúa Miquelarena, que, despreciando la humilde mampostería, trasladó la sillería, portada y todas las piedras talladas a una finca de Ciervana (Vizcaya) con la idea de reconstruirla en algún cerrete frente al mar, proyecto que no se llegó a desarrollar por lo que las piedras deben seguir allí amontonadas, seguro que en peor estado que si se hubieran dejado en su lugar.

Hoy, en su ubicación original, se mantienen en pie unos muros de la nave y visitarlo causa una mezcla de sentimientos que ineludiblemente nos hace pensar en todo el patrimonio que hemos perdido y que hoy esa barbaridad no se habría podido producir pues la sociedad se movilizaría. Pero aunque es muy fácil echarle toda la culpa al obispo Rubio Montiel, que no dudó en derribar otros templos como el de San Clemente de la capital, muchas ermitas e iglesias románicas de la provincia como las de La Revilla de Calatañazor, La Barbolla, Villabuena,... se arruinan sin que nadie haga nada por evitarlo.

¿Las vendemos para arreglar las goteras del claustro de San Pedro?

Portada de la iglesia de San Miguel de Parapescuez en 1933, por Blas Taracena Aguirre.
Fondos fotográficos del Museo Numantino, tomada del artículo de un artículo de Juan Antonio Gómez Barrera en Heraldo Diario de Soria 31/05/2020.



lunes, 6 de abril de 2020

06/02/1939: La rendición de Gaya Nuño.


Tras casi tres años de sufrimientos y penurias en el frente, vencido y derrotado, probablemente hasta humillado, el teniente del Ejército Republicano Juan Antonio Gaya Nuño regresó a Madrid al día siguiente de la caída de Madrid, refugiándose en el domicilio madrileño de su suegro donde le esperaba su esposa Concha de Marco.
Seguro que por la mente le pasó la idea de intentar esconderse o escapar, pero eran días de traiciones, venganzas y revanchas, y, además de la suya, ponía en riesgos la de su esposa y suegro por lo que al final tomó la decisión de rendirse. El 6 de abril de 1939 se entregó a la Guardia Civil, iniciándose entonces una dura represión que le llevó por varios campos de concentración y cárceles.

        Hubo consejo de guerra, o al menos un intento de legitimizar la condena, pues los vencedores querían mostrarse justos y magnánimos, y aunque no conocemos otros casos parecidos con tanto detalle para asegurarlo, no nos equivocaremos mucho sin pensamos que el final lógico de aquel proceso era el paredón.
        En su contra tenía los informes negativos del jefe de la Guardia Civil de Soria y del delegado de Falange que le acusaron de organizar el Batallón Numancia en la zona roja, de estar afiliado a las Juventudes Socialistas Unificadas y al Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de la UGT; pero en su favor dispuso de los informes cívicos favorables del alcalde de Soria, Gregorio Ramos Matute, de los informes morales del párroco del Espino, Celestino Zamora Ramos, y del abad de la colegiata Gómez Santacruz que le describió como un tipo amable, piadoso, entusiasta del arte y sin demasiado interés por la política
        Esta vez la providencia no le dio la espalda y, contra todo pronóstico, esto no deja de ser una opinión personal difícil de probar, Juan Antonio Gaya Nuño esquivó la condena a muerte y fue sentenciado a una pena de veinte años de prisión y la correspondiente inhabilitación.
        Juan Antonio fue llevado a la prisión de Valdenoceda (Burgos) y a otra de Las Palmas, en las Islas Canarias, hasta que a los cuatro años fue indultado.

Retrato de teniente del Ejército republicano Juan Antonio Gaya Nuño durante la Guerra Civil. Imagen de autor desconocido tomada del citado artículo de Martínez Laseca.
 Para más información sobre este proceso remitimos al lector a los artículos de José María Martínez Laseca: “Reivindicación de la memoria histórica del escritor soriano Juan Antonio Gaya Nuño, en el centenario de su nacimiento” (Revista de Soria nº 84, IIª época, primavera 2.014, páginas 95 y ss), y al de Josemi Lorenzo Arribas: “Juan Antonio Gaya Nuño, maestro sin discípulos, autor del primer manual de Historia del Arte español (1946)” que el autor ha colgado en internet.



domingo, 15 de marzo de 2020

15/03/1232: Fundación de la ermita de Nuestra Señora de Olmacedo en Ólvega.


Una tradición repetida a lo largo de los siglos, pero que no hemos podido constatar documentalmente, afirma que, en 1657 y durante unas obras de rehabilitación realizadas en la ermita de la Virgen de Olmacedo, se encontró un documento que fechaba la bendición de la ermita el 15 de marzo de la Era 1270 (1232), si bien Juan Antonio Gaya Nuño, en su estudio sobre el “Románico en la provincia de Soria”, opinaba que las características constructivas del templo podrían fecharse antes, por lo que quizá la ermita aprovechó los restos de una construcción anterior. Otra posibilidad que se ha apuntado es que la ermita fuese la antigua parroquia de un despoblado de tradición oral llamado Olmacedo.
Como toda imagen de la Virgen, sus orígenes se explican en forma de leyenda, en este caso con dos variantes. Una de ellas dice que la imagen de la Virgen se apareció milagrosamente a dos pastorcillos, llamados Juanico y Pedro, sobre un olmo en el lugar donde luego se construyó la ermita, aunque otra leyenda afirma que la ermita, que también fue originalmente un pequeño convento de los monjes cistercienses de Fitero, quisieron llevársela allí, pero tras el viaje la imagen desapareció y reapareció milagrosamente en las ramas de un olmo, por lo que desde entonces se le llamó la Virgen de Olmacedo.
        Actualmente la ermita se encuentra a unos dos kilómetros de Ólvega, en dirección a Noviercas, emplazada en un privilegiado lugar en el que, hasta hace poco, crecían abundantes olmos, lo que debió de ser así en la antigüedad y la razón por la que se dio nombre al lugar. Se trata de una ermita del románico rural, construida en piedra de mampostería con una nave cubierta por cañón apuntado, dividida en cinco tramos por arcos fajones, con dos capillas laterales, a modo de crucero, cubiertas con bóveda de cañón apuntado en eje paralelo al de la nave, y una capilla formada por tramo presbiteral cuadrangular cubierta con cañón apuntado y ábside semicircular con bóveda de horno que lleva un retablo mayor barroco de finales del XVI o principios del XVII. Este contiene la imagen de la Virgen titular en el camarín, rodeada de cinco pinturas que representan escenas de la vida de Cristo y de San Bernardo.

Capilla mayor de la ermita.
Foto de autor desconocido, tomada de olvega.es


miércoles, 29 de enero de 2020

29/01/1913: Nacimiento de Juan Antonio Gaya Nuño (1914-1976).

El 29 de enero de 1914 nació en Tardelcuende Juan Antonio Gaya Nuño, hijo del médico del pueblo Juan Antonio Gaya Tovar y de su esposa Gregoria Nuño.
Quizás sea uno de los personajes cuya biografía cueste más sintetizar en unas pocas líneas pero hay que destacar que, sobre todo, fue historiador, crítico de arte y escritor, y que las circunstancias que acompañaron su vida fueron tan difíciles que podría haber sido lo que se propusiera.
Tras licenciarse, en 1931, en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Madrid, regresó a su domicilio familiar de Soria donde se dedicó a estudiar y analizar el arte románico en la provincia con el fin de preparar su tesis doctoral. A la par impartía clases de Geografía e Historia en el Instituto y ejercía como archivero interino de la Diputación.
En 1936, se casó con Concha Gutiérrez de Marco, de quien hablamos hace poco, y a los dos días se produjo el golpe de estado militar. Juan Antonio, republicano convencido, se alistó en el Ejército luchando contra los sublevados mientras su padre era fusilado en Soria y su domicilio familiar saqueado. Finalmente fue detenido y juzgado, librándose de la pena de muerte por la intervención de personajes como el abad Santiago Gómez Santacruz que le avaló como una buena persona, pero no pudo librarle de la pena de veinte años y un día. No completó su condena y sólo estuvo preso cuatro años en campos y prisiones de toda España, incluido el Valle de los Caídos.
Tras la cárcel tuvo que enfrentarse a la amargura social que despreciaba a los vencidos impidiéndole ejercer oficios de carácter formativo y para los que estaba sobradamente preparado. Pero la publicación, en 1946, de su tesis doctoral “El románico en la provincia de Soria” comenzó a abrirle puertas. Ese mismo año y hasta 1952, dirigió las Galerías Layetanas de Barcelona. De regreso a Madrid, comenzó una fecunda vida como crítico artístico e historiador de arte, tareas que compaginó con la de novelista. A su inigualable bagaje como historiador, crítico o divulgador artístico, en Soria es conocido, sobre todo, por su obra más famosa, la novela titulada “El Santero de San Saturio”, tan imprescindible que debemos recomendar a quien no la haya leído que deje de perder el tiempo leyendo esto y corra buscarla.
En Soria, al que más o al que menos, sus apellidos pueden sonarle pues ese es el nombre de una avenida y sobre todo del centro cultural de la plaza de San Esteban, un lugar donde gracias a la generosidad de su esposa Concha, a las negociaciones de José María Martínez Laseca y a la buen disposición de la Caja de Ahorros de Soria, quedaron depositados su colecciones artísticas, su fondo documental, fotografías y biblioteca, un conjunto que Concha donó para que otros pudieran continuar los estudios de su esposo y para que todos los sorianos disfrutáramos. Para hacernos una idea del valor económico de este fondo, la Fundación Paul Getty ofreció en su día 200.000 dólares, sólo por los fondos bibliográficos, siendo los artísticos mucho más importantes.

Juan Antonio Gaya Nuño, teniente del Ejército de la República hacia 1936.
Fotografía de José Ángel Zapatero, tomada de http://foroscastilla.org/foros/index.php?topic=12634.0

miércoles, 22 de enero de 2020

22/01/1965: El Museo Numantino bajo la espada de Damocles.


A finales de 1964, el director de los museos Numantino y Celtibérico don Ricardo Apraiz y Buesa tuvo conocimiento extraoficial de ciertos rumores fundados que aseguraban que el Ayuntamiento de Soria había decidido trasladar ambos museos a otros emplazamientos como el palacio de los Condes de Gómara, oficialmente para que ambos estuvieran juntos y hubiera más espacio, algo que entonces y ahora sigue siendo prioridad, pero a nadie se le escondían las especulaciones urbanísticas que convertían el solar del Numantino en el mejor emplazamiento de la ciudad para construir, por ejemplo, viviendas de lujo.
En un régimen dictatorial, la oposición a un proyecto oficial que contaba con todos los parabienes del sistema era algo impensable, y de la mano de un funcionario de alto nivel implicaba jugarse su carrera. Pero Apraiz no pudo quedarse de brazos cruzados y, a primeros de este 1965, escribió a su amigo, el intelectual Juan Antonio Gaya Nuño, para que moviese sus contactos e influencias y se detuviera el proyecto.
Gaya, excombatiente republicano y represaliado duramente en su día, tenía buenos contactos y cierta amistad con el entonces ministro de Información y Turismo Sr. Manuel Fraga Iribarne, y consiguió también que la Asociación Española de Críticos de Arte publicase una nota en el ABC para mostrar su oposición al proyecto, una noticia que dio carácter público a la amenaza, ya que ni la prensa ni la radio local se hacían eco de este tema y no informaban del asunto. Además, cuando lo hicieron (Soria, Hogar y Pueblo 20/01/1965), fue para tomar una postura claramente a favor del traslado.
Un desesperado Apraiz habló con Gaya quien, de nuevo, volvió a trasladar el problema a Fraga que personalmente intervino redactando una carta, tal día como hoy de 1965, en la que le contestó que esa cuestión no es competencia directa de su ministerio, pero que realizaría las gestiones correspondientes para conseguir que “permanezca intacto ese famoso Museo Numantino, símbolo de la cultura y civilización de todo un pueblo…”, algo que leyendo entre líneas y traducido al lenguaje de la época significaba que no podía desautorizar a las autoridades sorianas, pero que el Museo no se tocaba. La prueba de su intercesión es que hoy el Museo Numantino ha cumplido cien años y goza de buena salud, urbanísticamente hablando, también.

Postal del paseo del Espolón a finales de la década de 1960. Col. particular.


domingo, 12 de enero de 2020

12/01/1990: Concha de Marco, en sangre y verso.


Ayer evocamos el recuerdo de un gran hombre y hoy lo haremos de una gran mujer que quizá quedó ensombrecida por la enorme figura de su esposo. Tal día como hoy de 1990 las cenizas de la poetisa soriana Concha de Marco, esposa de Juan Antonio Gaya Nuño y fallecida unos meses antes, fueron depositadas en el cementerio de El Espino de la capital.
María de la Concepción Gutiérrez de Marco, que era su nombre real, nació en Soria en 1916. Hija de un inspector de policía pronto marchó a Madrid donde vivió y se licencio en Ciencias Naturales por la Universidad Central. Aunque si la conocemos es sobre todo por su faceta poética y, claro, por ser la esposa de Juan Antonio a quien conoció en 1935 y con quien se casó unos meses después, el 16 de julio de 1936. Sobra decir que apenas disfrutaron una luna de miel pues los tristes acontecimientos que padeció este país afectaron a su familia de una forma terrible. Su suegro fue fusilado y su esposo tuvo que incorporarse al Ejército republicano para defender el sistema legítimo, lo que casi le costó una pena de muerte que fue conmutada por una dura prisión. Tras la liberación de Juan Antonio, las cosas no fueron fáciles para los vencidos ni para sus familias y Concha tuvo que dedicarse a traducir al español libros del francés y del inglés, tarea que compaginaba con la de escribir libros infantiles y ensayos como el que dedico a “La mujer española en el romanticismo”, aunque destacaría sobre todo con sus poemarios: “Hora 0´5”, “Diario de la mañana”, “Acta de identificación”, “Congreso en Maldoror”, “Tarot”... Pero, sin duda, su mayor logro y motivo de reconocimiento fue ceder a los sorianos su legado familiar, los archivos, pinturas, obras de arte, fotografías y su biblioteca. Un legado cultural incalculable custodiado en su día por Caja Duero y que, tras algún tiempo cerrado, parece que vamos a poder seguir disfrutando, esta vez tutelado por FUNDOS.
Para terminar una recomendación, no dejéis de leer el libro de José María Martínez Laseca: “Concha de Marco en carne y verso (Soria, 1916 - Madrid, 1989)", editado por el Ayuntamiento de Soria en 2018, donde comprobaremos que, pese a crecer a la sombra de su esposo, Concha tiene motivos de sobra para tener su propio espacio en esta sección o incluso para tener una calle con su nombre.


Juan Antonio Gaya Nuño y Concha de Marco hacia 1936 delante de la muralla de Ávila. 
Imagen incluida en un artículo de José María Martínez Laseca en Revista de Soria nº 84.



sábado, 29 de octubre de 2016

30/10/1126 ~ Alfonso VII dona un terreno junto al Duero para construir un monasterio.

Uno de los monumentos más interesantes de la ciudad, el monasterio de San Juan de Duero, está de cumpleaños pues hoy hace 890 años que se decidió su construcción.

Hallándose en Soria el rey de Castilla Alfonso VII, en esta fecha firmó el documento por el que donó a la orden de frailes hospitalarios o sanjuanistas un terreno de propiedad real y exento de cargas junto a la entonces villa de Soria, un terreno que se encontraba al otro lado del río Duero con el fin de que se establecieran y fundasen un monasterio, un lugar en el que Juan Antonio Gaya Nuño nos dice en El Románico en la provincia de Soria que ya tenía una iglesia de estilo románico construida en el siglo anterior. Los monjes completarían el conjunto construyendo las dependencias monacales y el claustro anexo aunque no sustituirían la iglesia, únicamente realizaron algunas reformas como la instalación de los dos templetes que tiene la iglesia una a cada lado.

Esta “Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta” fue fundada en 1048 por algunos comerciantes de la ciudad italiana de Amalfi con el objeto de construir un hospital bajo la advocación de San Juan para proteger a los caminantes, peregrinos y pobres que peregrinaban al sepulcro de San Pedro en Roma. De este germen salió la orden de los Hospitalarios fundada en 1099 bajo la regla de San Agustín. Curiosamente el monasterio de monjes capuchinos de esta ciudad italiana es junto con San Juan de Duero el único templo cristiano en el que aparecen arcos entrecruzados con función arquitectónica, un elemento hasta entonces poco común si bien como elemento decorativo también aparare en el palacio de la Aljafería de Zaragoza y en la mezquita de Córdoba.

En otras ocasiones ya hemos comentado, y seguiremos comentando, los diversos avatares que hicieron que el monasterio se abandonase y se arruinase parcialmente, salvándose in extremis de la desaparición que nos habría privado de una de las señas de identidad de la ciudad de Soria.


La imagen de los arcos de su claustro es tan característica que consideramos que sólo su sombra es ya lo suficientemente característica para saber de qué monumento estamos hablando.

sábado, 22 de octubre de 2016

23/10/1193 ~ Consagración de la iglesia Ntra. Sra. de la Peña de Ágreda.

Según Juan Antonio Gaya Nuño en El Románico en la provincia de Soria, el 23 de octubre de 1193 el obispo de Tarazona Juan Frontín consagró en Ágreda la iglesia de Nuestra Señora de la Peña, un templo cristiano que ya llevaba entonces algunos años construido y del que se ha llegado a decir que antes fue templo romano y después mezquita musulmana y/o sinagoga judía al mismo tiempo pues además de encontrarse en lo que se ha dicho que antiguamente fue barrio judío el edificio tiene la particularidad de disponer de dos naves, por lo que se ha aventurado la posibilidad de que hubiese una para cada religión. Además la decoración externa que en otros templos cristianos suele ser figurativa aquí lo es geométrica al estilo hebreo. Otros investigadores por el contrario niegan esa posibilidad pues no comparten que aquí estuviese la aljama hebrea. Además señalan el hecho de que el ábside de la iglesia esté construido sobre una necrópolis de sepulturas antropomorfas muy característicos de los cementerios cristianos de la época, algo no extraño en cementerios judíos pero inhabitual en cementerios musulmanes.

Lo que es seguro es que se trata de la más antigua y sencilla iglesia de las que quedan en la villa pero no es el primer templo pues antes ya existieron otros hoy desaparecidos como los dedicados a San Julián o a la de Santa Cruz. Se trata de un antiguo templo románico construido en piedra de mampostería y sillar para arcos, vanos y esquinas que hoy ha perdido el culto al ser destinado a Mueso de Arte Sacro de Ágreda y de su comarca. Comparte con la parroquia de Cerbón la rareza de tener esa extraña planta de dos naves asimétricas cubiertas con cañones apuntados divididas en tres tramos por arcos fajones que desembocan en respectivas capillas góticas cuadradas que sustituyeron a otras románicas. Estos arcos se apoyan en semicolumnas todavía románicas que llevan toscos capiteles decorados con motivos vegetales e historiados, como la de Adán y Eva comiendo la manzana prohibida, figuras mitológicas, geométricas, ángeles...

En el muro de la Epístola se abre la puerta en cuatro arquivoltas de medio punto decoradas con trenzas y roleos, apoyados sobre jambas con impostas sencillas. Todos estos arcos llevan la arista achaflanada y están rodeados por chambrana de idéntico perfil que apean en jambas escalonadas -las del arco matadas sus aristas con un bocel- coronadas por imposta de listel y bisel. La decoración incisa de los chaflanes dice que recuerda a los de la portada de la iglesia agredeña de San Juan, por lo que puede ser obra de los mismos artífices.

La capilla absidal del lado de la Epístola, de la Santísima Trinidad, se cubre con bóveda de crucería de ocho puntas cuyas claves se decoran con las armas de los Castejones, patrocinadores de la obra y dueños del enterramiento allí presente en arco conopial. Esta capilla se abre, mediante un arco apuntado, con la capilla absidal del lado del Evangelio o de la Santísima Trinidad, cubierta con bóveda de terceletes que fue promovida por el licenciado Juan de Torenzo en 1520.

La parroquia perdió su categoría en el siglo XVI al fusionarse con la de San Miguel y subsistió como iglesia hasta que perdió el culto a finales del siglo XX, momento en el que se decidió destinarla a sede del Museo de Arte Sacro de Ágreda y su comarca donde desde su inauguración en 2002 se muestran algunas obras artísticas excepcionales: pilas bautismales, tallas románicas, retablos góticos y flamencos, un frontal de altar en cuero, piezas de orfebrería y el coro de de la iglesia de Masegoso, una interesantísima obra mudéjar realizada por entalladores de tradición musulmana que funde elementos cristiano-góticos e islámicos, y que por la decoración de sus canecillos puede fecharse entre los siglos XIV y XV.

En definitiva, una obra arquitectónica de gran interés que guarda tesoros artísticos en su interior y que merece una vista en exclusiva a Ágreda.
 

Iglesia-museo de arte sacro Nuestra Señora de la Peña en Ágreda (Soria).

domingo, 4 de septiembre de 2016

05/09/1979 ~ Primeros pasos para declarar Monumento Nacional a la iglesia de Caltojar.

El 5 de septiembre de 1979 se incoó el expediente para la declaración de Monumento Nacional de la iglesia parroquial de San Miguel en Caltojar (Soria), lo que finamente ocurrirá dos años después.

La iglesia de San Miguel Arcángel es un soberbio edificio románico construido ya en un momento casi tardío de mediados del siglo XII, pero que hoy aparece muy transformado por diferentes obras realizadas a lo largo de los siglos.

El templo, de planta basilical, esta construida en sillar y consta de tres naves divididas en tres tramos siendo la central más elevada que las laterales. Las laterales se cubren con bóveda de arista así como la central de la que Juan Antonio Gaya Nuño destacaba que es posterior a las anteriores ya que en este caso es de fábrica gótica, y se dividen por arcos fajones apuntados -sencillos y doblados- sobre cuatro pilares cruciformes centrales y en medias columnas en los muros, que llevan capiteles con decoración vegetal, animalística y cabezas humanas.

La nave central acaba en arco apuntado doblado que se apoya en columnas triples de capiteles de temas vegetales y animales, y da paso al presbiterio cuadrangular cubierto por bóveda de cañón apuntado, delimitado por dos arcos doblados sobre triples fustes. El ábside semicircular se cubre con bóveda de cascarón cuyos nervios se apoyan en tres columnas de capiteles con decoración vegetal, y se divide en dos partes superpuestas delimitadas por dos líneas de impostas con perfil de listel y bisel. En el centro hay una ventana rasgada y abocinada, y aún hubo otras dos laterales pero hoy cegadas. Al exterior, la capilla mayor aparece sobre un alto zócalo y se divide en tres tramos por cuatro grupos de columnas triples. En la parte superior hay una doble cornisa de arcos lombardos que se apoyan sobre modillones de cinco roleos cilíndricos escalonados.

Las naves laterales culminan también en arcos apuntados similares al descrito para la central y culminaban en sendos ábsides. El del lado del Evangelio se encuentra parcialmente embutido en la obra de la sacristía aunque conserva la bóveda de horno y el arco toral sobre triple haz de columnas con capiteles vegetales de hojas y basas de perfil ático de toro. El del lado de la Epístola ya no existe pero queda el arco triunfal sobre capiteles vegetales.

Originalmente el templo contaba con dos puertas de acceso, una en el lado norte y otra en el lado sur. La del lado norte se encuentra tapiada y en palabras de Rodríguez Montañés en la Enciclopedia del Románico en Castilla y León, es de diseño fielmente románico compuesta de arco de medio punto con un baquetón en la arista y dos arquivoltas, la interior achaflanada y la externa adornada con un bocel, ambas apoyadas en jambas escalonadas.

La portada principal es una de las más bellas y originales de la provincia. Está orientada al sur, ligeramente resaltada sobre el muro. Se abre bajo una cornisa de nacela sostenida por canecillos de rollos y está formado por cuatro arquivoltas de medio punto molduradas pero lisas, excepto la exterior que se adorna con puntas de diamante y junquillo en zig zag. Este tipo de decoración ha permitido a algunos investigadores emparentarla con el tipo borgoñón, muy extendido por los frailes del Císter, y de hecho esta portada guarda ciertas semejanzas con la portada del refectorio de Santa María de Huerta. Los arcos se sustentan en cinco capiteles decorados con temas vegetales sobre fustes cilíndricos, basas sencillas y dos rebancos quebrados. La portada va provista de un curioso tímpano, el único no monolítico de la provincia de Soria. En éste se abre la doble puerta en forma de dos arquillos de medio punto con perfil de puntas de diamantes que terminan en clave común central, de la que cuelga una clave que se apoya en el aire. En el centro del tímpano y ocupando toda la superficie de la clave lleva superpuesto el bajorrelieve de un guerrero alado que aparece armado con escudo y espada, figura que parece representar al propio San Miguel Arcángel, titular del templo.


Portada de la iglesia de San Miguel de Caltojar (Soria) en un dibujo de Ferrus para el calendario de la librería Las Heras de 2011.