miércoles, 30 de septiembre de 2020

30/09/1868: Sorianos protagonistas de la revolución de 1868.

En 1868 la situación política, económica y social del país resultaba insostenible. Los alimentos eran cada vez más caros, el aro obrero no paraba de crecer y nadie hace nada para solucionarlo por lo que en secreto se va organizando un pronunciamiento militar que ya no tiene como objetivo cambiar el gobierno de la nación sino la misma jefatura del Estado entonces en manos de Isabel II.

Uno de los principales conspiradores de esa revolución fue el burgense Manuel Ruiz Zorrilla que en secreto regresó a la península de su exilio en Londres junto con Sagasta y el general Prim, que se unieron en Cádiz con el almirante Juan Bautista Topete, responsable del levantamiento militar junto con otros generales como Serrano que oficialmente se inició el 19 de septiembre con la lectura del manifiesto conocido como “España con honra”.

A las primeras de cambio el presidente del gobierno González Bravo dimitió y la reina Isabel, oficialmente alejada de la Corte por estar de vacaciones aunque en realidad iba huyendo hacia la frontera francesa, nombró para el cargo al general de la Concha que apenas pudo organizar una pequeña resistencia militar que fue derrotada en Alcolea de Córdoba el 30 de septiembre, jornada que asará como el día en el que desapareció el reinado de Isabel II y se inició el que será llamado sexenio revolucionario.

En esa jornada se constituyó oficialmente la Junta Revolucionaria de Madrid que estuvo presidida primero por Pascual Madoz y después por el agredeño Joaquín Aguirre de la Peña, ya un experimentado político en los cargos de responsabilidad del Estado como diputado por Soria o ministro y que llegará a ocupar la presidencia del Tribunal Supremo.

A nivel local, los sorianos se adhirieron a ese movimiento revolucionario y constituyeron una Junta de Gobierno Provisional Revolucionaria presidida por el abogado Pablo Mateo Sagasta Díez e integrada entre otros por Román de la Orden Lenguas, Ramón de la Calle y Miguel Uzurriaga, que fue nombrado gobernador civil de la provincia en cuanto se supo que su predecesor había escapado disfrazado de pastor.

Aquella revolución llamada “La Gloriosa”, creó muchas expectativas pero acabó sucumbiendo a los mismos males que la desencadenaron, culminando finalmente en diciembre de 1874, dando paso al periodo llamado "Restauración Borbónica".

A la izquierda retrato del burgense Manuel Ruiz Zorrilla (en biografiasyvidas.com) y
a la derecha el agredeño Joaquín Aguirre de la Peña (en 
bdh-rd.bne.es)









martes, 29 de septiembre de 2020

29/09/1598: Ampliación del palacio de los condes de Gómara.

En 1598 falleció Francisco López de Río y Salcedo, y sus propiedades, entre otras, el palacio hoy llamado de los Condes de Gómara, pasaron a su hija Juana de Río y Bravo que casada con Antonio Lopez de Río habitaban entonces en la casa de los Torres, también llamada palacio antiguo de los Condes de Gómara o del Balcón Redondo, un palacete que subsistió hacia finales del siglo XIX y que fue sustituido por el edificio de la plaza del Rosel que hoy alberga la librería Santos Ochoa.

El matrimonio, ya propietario de ambos edificios, decidió unir sus dos inmuebles mediante la construcción de una especie de pasarela elevada que los comunicase salvando la calle que los separaba, pero un proyecto urbanístico de esa envergadura precisaba, como ahora, el visto bueno del Ayuntamiento.

El asunto se trató en la correspondiente sesión del concejo de la ciudad de Soria de 29 de septiembre de 1598 y aún tuvo que ser aceptado por el Común de Pecheros que propuso algunas mejoras que culminaron con la construcción de un túnel que es el que todavía persiste uniendo la plaza de Bernardo Robles con la calle Aguirre, generando uno de los espacios urbanos más característicos de la ciudad.

Hipótesis del aspecto que tendría el palacio delos condes de Gómara desde la plaza del Rosel empleando los dibujos de Isidro Gil en la “Soria” de Nicolás Rabal (1890).



lunes, 28 de septiembre de 2020

28/09/1380: Los palacios reales de Soria.

Hace unos días hablábamos de la particular vinculación del rey de Castilla Juan I con la ciudad de Soria y de la especial querencia de este monarca a estas tierras en las que fue feliz y donde gustaba de pasar temporadas, y eso en una época en la que no había una única población del reino que pudiera ostentar lo que ahora conocemos como “capital de la nación” y la corte real tenía una carácter básicamente itinerante.

Probablemente este y otros monarcas medievales tuvieran varias casas o residencias en las poblaciones importantes del reino, ya fuera en palacios, castillos, alcazabas conquistadas a los musulmanes o edificios construidos exprofeso, pero que sepamos Juan I fue el único que decidió construir palacios, en plural, en la ciudad de Soria.

La noticia la conocemos por varias referencias, una de ellas se fecha hoy cuando este rey dispuso el privilegio de que los frailes franciscanos sorianos celebrasen en la capilla de su palacio una misa de Espíritu Santo los primeros dos domingos de cada mes, para lo que les concedió otros dos mil maravedises a sumar a otras donaciones anteriores.

Se ignora donde estuvieron estos palacios y la suerte que corrieron tras la muerte del monarca, aunque visto el escaso interés de otros monarcas por la ciudad de Soria, se supone que tras su fallecimiento serían abandonados y sin cuidados básicos, al poco desaparecerían o estarían en mal estado de conservación pues aunque se citen como existentes en 1447, consta que en la visita real a Soria de 1435 por su nieto el rey Juan I, éste tuvo que instalarse en un palacio que había sido de Carlos de Arellano.

Tradicionalmente se ha supuesto que estarían en el entorno del barrio del Tovasol al suponer que aquel sería el centro neurálgico de la ciudad en el siglo XIV, si bien algunos autores se inclinan a ubicarlo en el entorno de la plaza Mayor.


Plaza del Tovasol c. 1975, archivo Andrés Cámara.



domingo, 27 de septiembre de 2020

27/09/1881: Nace Adolfo Hinojar Pons

Adolfo Hinojar Pons fue un reconocido otorrinolaringólogo español que nació en Soria en 1881 y falleció en Madrid en 1956. Hijo de Juan y sobrino de Aniceto Hinojar Leal, reconocidos médicos sorianos, especialmente el segundo que llegó a ser director del Hospital de Santa Isabel, fundador del Colegio de Médicos de Soria y alcalde de la ciudad.

Tras culminar sus estudios en Soria Adolfo marchó a Zaragoza para estudiar Medicina, estudios que compatibilizó con los de Ciencias Fisicoquímicas por la misma universidad, logrando licenciarse por ambas disciplinas y doctorarse, tal vez en las dos pero con seguridad al menos en Medicina.

Ingresó por oposición en el cuerpo de médicos de las dos beneficencias de Madrid, la provincial y la municipal, y después la de médico en el hospital provincial de Madrid, donde se hizo cargo de las salas de enfermedades de la garganta, nariz y oídos permitiéndole especializarse y acceder más tarde al puesto de jefe del servicio de Otorrinolaringología en el hospital del Niño Jesús de Madrid, compatibilizando esa asistencia con las que prestaba en el dispensario que fundó en la Casa de Socorro del Centro, en la capital de España. De ahí pasó a ocupar diferentes puestos de responsabilidad como médico de su área, como médico jefe de Inspección Médico-Escolar, médico de beneficencia en Zaragoza, médico de la Armada y de la Marina Civil o como médico del Cuerpo de Balnearios.

Pero un hombre de su talento no se conformó con la faceta asistencial y fue además docente en la Facultad de Medicina de Madrid impartiendo clases de Farmacia Terapéutica primero y de ORL después, e investigador, siendo autor de al menos ciento sesenta y tres publicaciones, desarrollando técnicas quirúrgicas propias y siendo uno de los promotores de la Sociedad Española de Otorrinolaringología. En opinión de sus biógrafos, probablemente fue en su área el médico más reconocido de su época.

En Soria sin embargo al doctor Hinojar no se le conoce por esa faceta profesional aunque pero sí por el desarrollo de otras actividades que nada tienen que ver como la política. Amigo personal de Manuel Azaña y simpatizante de la causa republicana, acabó presentándose como candidato a diputado por la provincia de Soria con el Partido Izquierda Republicana, en oposición al todopoderoso Luis Marichalar, que le dobló en votos en un proceso electoral en el que hubo acusaciones de fraude.

La Guerra Civil le sorprendió en París donde pasó toda la contienda, pero pese a su pasado como activo militante republicano, su prestigio como médico otorrino era mayor por lo que al no haber combatido pudo regresar sin granes inconvenientes y continuar con el desarrollo de su carrera como médico y cirujano. Fue consejero nacional de Sanidad y presidente del Colegio Oficial de Médicos de Madrid, uno de los fundadores y primer presidente de la Sociedad Española de Otorrinolaringología. Junto al doctor Pérez Mateos, crearon el Patronato de Huérfanos de Médicos, para ayudar, en principio, a cuantos habían perdido a sus padres durante la Guerra Civil. Su prestigio profesional fue siempre unido a su bondad, inteligencia y honestidad moral.

Falleció en Madrid en 1956.

Retrato fotográfico de Adolfo Hinojar Pons, tomado de webs.ucm.es












sábado, 26 de septiembre de 2020

26/09/1901: Homenaje a Pérez de la Mata.

Uno de los sorianos tan importantes como desconocidos, fue Antonio Pérez de la Mata (Castilfrío de la Sierra 1842 – Soria 1900), un sacerdote, filósofo, pedagogo, profesor, catedrático de Instituto y escritor de algunos libros, cuyas ideas resultaron fundamentales y sirvieron de inspiración para otros intelectuales. Pero hoy no queremos hablar tanto de su figura pues ya lo hemos hecho en alguna ocasión y lo volveremos a hacer, como de los homenajes que nuestros abuelos o bisabuelos le otorgaron.

A los pocos meses de su fallecimiento la Diputación provincial de Soria quiso rendirle homenaje y nombrarle Hijo Ilustre de la provincia, decidiendo también colocar un lápida de mármol conmemorativa en la casa nº 7 de la calle Real de Soria en la que habitó y murió, y que sería pagaba a medias con el Ayuntamiento de Soria que tal día como hoy de 1901 se sumó al homenaje decidiéndose también el cambio del nombre de su calle que durante algún tiempo pasó de ser “Calle Real” a “Calle Antonio Pérez de la Mata”, adoptándose el acuerdo tal día como hoy de 1901, y aunque ese cambio fue efectivo durante algún tiempo, no hay memoria de que prosperase y tampoco de que se deshiciera el cambio.

La que fue su casa subsistió hasta comienzos del siglo XX cuando fue destruida por un incendio, y nos han contado que la placa conmemorativa fue salvada in extremis del propio camión que transportaba los escombros y recolocada en el moderno edificio.  

Casa de la calle Real en la que vivió Pérez de la Mata, imagen de 1997. Autor Alberto Arribas.


viernes, 25 de septiembre de 2020

25/09/1882: La primera mujer soriana que ingresó en el Instituto.

En una más que recomendable, imprescindible serie de artículos en Heraldo-Diario de Soria, el profesor Juan Antonio Gómez-Barrera está rescatando y sacando a la luz pequeñas y grandes historias de esas que permanecían ocultas entre legajos polvorientos y que de no ser por su infatigable labor pasarían desapercibidas, quizá para siempre.

Una de ella fue la que recogió en el artículo “¿Fue Encarnación López Chércoles la primera alumna del Instituto de Soria?” (HDS 18/11/2019), en el que recuerda que según la documentación existente, aunque reconoce que puede que se haya perdido otra anterior, el 25 de septiembre de este año se matriculó y superó el examen de ingreso en el Instituto de Soria como alumna la niña Encarnación López Chércoles, natural de Baraona y con once años de edad, siendo la primera mujer de la que se tiene constancia que estudió en el Instituto y aunque superó algún curso con buenas y medias calificaciones, no acabó sus estudios. Ese día su hermano Julio, de ocho años de edad, también se presentó al examen de ingreso, y ya habían estudiado otros hermanos que fueron excelentes estudiantes. La prensa de la época destacó tan excepcional noticia pero de una forma, digamos políticamente poco correcta. Dice el investigador que la revista burgense La Propaganda 01/10/1882 recogió en una breve la siguiente nota: «En el Instituto provincial de la Capital se ha matriculado en primer año de Latín y Geografía una preciosa niña de 11 años de edad, hija de nuestro amigo D. Cecilio López, Farmacéutico de Baraona. Bueno es que haya quien dé el primer paso, y así lograran desterrarse añejas preocupaciones, que no son propias de la cultura de este siglo».

El mismo autor en el artículo El lado femenino del Machado (H-DS 27/01/2020) dice que la primera mujer española que se matriculó en un instituto fue una alumna en el Instituto de Huelva una década antes, en 1871 y que el goteo de alumnas frente a la presencia de varones fue todavía la tónica hasta bien entrado el siglo XX.

La noticia no es de las que quite el sueño, de acuerdo, pero sobre todo debe servirnos para reflexionar sobre lo mucho que hemos avanzado en la igualdad de la mujer, y también en lo mucho que queda por recorrer, pero de paso podemos pensar en lo que cada uno podemos hacer, y si recurrir al lenguaje exclusivo de unos y unas puede de verdad servir para algo.

Puerta principal de acceso al Instituto en un dibujo recogido en la portada de la revista “Alto Duero” (1978). Col. particular.



jueves, 24 de septiembre de 2020

24/09/1979: San Saturio incoado como Monumento Nacional, pendiente de su declaración como BIC.

El 24 de septiembre de 1979 se fecha el expediente por el cual se incoó la declaración de la ermita de San Saturio como Monumento Histórico, una categoría hoy desaparecida y transformada en la de Bien de Interés Cultural (BIC) que hoy, más de cuarenta años después, sigue esperando al declaración definitiva, y aunque es cierto que a todos los efectos es como si ya lo fuera, ese pequeño detalle de seguir pendiente de declaración hace que los sorianos nos sintamos un tanto molestos y marginados por las autoridades de la Junta de Castilla y León.

A diferencia de otros casos semejantes hoy no comentaremos las virtudes y maravillas del inmueble en cuestión y nos fijaremos más en el contexto histórico en el que se produjo pues aquel expediente surgió como una paradójica respuesta de las autoridades nacionales del Ministerio de Cultura, a la intención de sus compañeros de gobierno en el Ministerio de Fomento de construir frente a la ermita la variante de Soria, todos pertenecientes a la UCD.

Hoy una discrepancia así sería impensable pero parecía algo normal en aquella incipiente democracia española de 1979 en pleno desarrollo que estaba sujeta a muchos riesgos y que carecía de muchos elementos que hoy nos parecen imprescindibles, pero que suplía con una espontaneidad y libertad que lamentablemente hoy hemos perdido.

Sólo así se explica que, en pleno derecho a la divergencia, algunas autoridades y organismos públicos dependientes del mismo gobierno discreparan y opinaran de forma contradictoria entre sí. Ese mismo día 24 de septiembre  y a la par que Javier Tusell Gómez –director de la Dirección General de Patrimonio Artístico y Museos- firmaba la incoación de San Saturio como Monumento Nacional, el proyecto contra la Variante Sur contó con el apoyo unánime de la Comisión asesora de Monumentos, un organismo público dependiente del Ministerio de Cultura, presidido por el profesor Azcárate y formado por Chueca Goitia, Manzano Martos, Manzano Monis, Bonet Correa, Menéndez Pidal, García de Paredes y Navascués, todos ellos bajo la presidencia del profesor Azcárate, y radicalmente opuestos a la posibilidad de construcción de un puente sobre el Duero cerca de San Saturio, y en contra de la tesis mantenidas por el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo.

Algún responsable de la UCD en Obras Públicas se dio cuenta de que aquella oposición era “fuego amigo” y acabaron imponiendo sus tesis mucho más pragmáticas y funcionales unos meses después cuando Adolfo Suárez nombró un nuevo ministro de Cultura, el historiador Ricardo de la Cierva, que en contra del criterio de sus técnicos y del sentido común, hizo todo lo posible para que la Variante Sur de Soria se construyese.

Vista nocturna del paseo de San Prudencio por donde discurriría la variante,
desde la ermita de San Saturio. Autor Alberto Arribas.



miércoles, 23 de septiembre de 2020

23/09/1870: Fallecimiento de Valeriano Bécquer.

Uno de los acontecimientos recordado en este año becqueriano es el fallecimiento del pintor Valeriano Bécquer, un destacado artista plástico cuya carrera creció de formar paralela a la de su hermano, el escritor Gustavo Adolfo, pero cuya sombra artística como literato ha hecho eclipsar al gran pintor que fue Valeriano.

Ya hablaremos del escritor pero hoy queremos dedicarnos a Valeriano y comenzaremos comentando su infancia en Sevilla (1833) en el seno de una familia de reconocidos pintores, y aunque pronto quedó huérfano, siguió aprendiendo de su tío Joaquín, pintor y profesor en la Escuela de Bellas Artes sevillana.

Tras un fallido matrimonio y con dos hijos a su cargo, se trasladó a Madrid para vivir con su hermano Gustavo Adolfo con quien mantenía una relación de profunda amistad más allá de la fraternal. Ambos formaron una especie de binomio enriquecedor para ambos en sus respectivas disciplinas artísticas pero tan intensa que llegó a afectar a la relación matrimonial de su hermano con la soriana de Torrubia Casta Esteban.

Juntos residieron, trabajaron y viajaron, y si bien conocida es la inspiración soriana en Gustavo Adolfo, no tanto lo es la influencia del paisaje y las costumbres sorianas en Valeriano. Además de sus viajes a tierras sorianas por ser el lugar donde residía un tío y donde Gustavo Adolfo vivió algún tiempo con Casta, Valeriano recorrió Soria y buena parte de Aragón, Navarra y el País Vasco para, pensionado en 1865 por el Ministerio de Fomento, documentar con su pintura los tipos, trajes y costumbres españolas, realizando escenas de verdadero encanto captadas en la inmediatez, de aldea en aldea, que conformarán lo más selecto y prestigioso de su producción.

Tras la llegada de la nueva situación política, en 1868, le quedó restringida su pensión que era la única base de su economía, subsistiendo a partir de aquí y hasta el final de su vida gracias a colaboraciones periodísticas como dibujante e incluso como escritor en “El Museo Universal”, “El Arte en España” y “La Ilustración Española y Americana”, tareas que alternó con las de retratista destacando entre ellos el más reconocido, el retrato de su hermano Gustavo Adolfo.

Un padecimiento de hígado no aclarado acabó con su vida el 23 de septiembre de 1870, dos meses antes de que le siguiera su inseparable hermano Gustavo Adolfo,

Retrato de Valerano Bécquer realizado por Alfredo Perea en “La Ilustración de Madrid” 12/10/1870.



martes, 22 de septiembre de 2020

22/09/1853: Eduardo Saavedra y Moragas abandona Soria.

En la fecha de hoy Eduardo Saavedra, entonces un joven de veinticuatro años de edad pero ya con una destacada experiencia profesional, se ve obligado a abandonar la provincia de Soria para marchar a Madrid como profesor de la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid, pero aunque sólo pasó dos años entre nosotros, sus contribuciones le hacen merecedor de que aun hoy sigamos recordándolo.

Nacido en Tarragona en 1828, cursó estudió de ingeniero de caminos, canales y puertos siendo su primer destino profesional el de la Jefatura provincial de Obras Públicas de Soria donde comenzó a trabajar estableciendo las primeras redes viarias de la provincia e interesándose por todo lo soriano, especialmente lo relacionado con la Historia y con su especialidad, las carreteras y sus antecesoras las vías romanas.

Por su faceta profesional Saavedra merece nuestros elogios por ser quien trazó el esbozo general de la línea férrea Torralba-Soria con sus puentes y vías además de las principales carreteras nacionales de la provincia, pero en esta sección queremos destacar sobre todo su faceta de hombre ilustrado amante del Arte y de la Historia y que quiso aplicar desinteresadamente sus conocimientos para ayudar en la conservación de los Arcos de San Juan de Duero, en el trazado inicial de los planos del Museo Numantino pero sobre todo para lo que creemos fue su máxima aportación científica, el descubrimiento de Numancia.

Es posible que usar la palabra “descubridor” genere sorpresas pero fue así. Hasta entonces el emplazamiento de Numancia se lo disputaban varios lugares y más que un lugar Numancia era una leyenda, una ensoñación mitológica como pueda serlo hoy la Atlántida, En Soria nadie tenía dudas en situarla en el cerro de la Muela pero parte de la comunidad científica creía a pies juntillas que Numancia estaba en Zamora o en otros emplazamientos muy dispares. Los estudios e investigaciones de las fuentes clásicas permitieron a Eduardo Saavedra identificar con seguridad una serie de ciudades antiguas situadas en torno a la vía romana de Uxama a Augustóbriga, por lo que tras analizar su recorrido y calcular las distancias, demostró científicamente y sin lugar a dudas que el único emplazamiento posible de Numancia era, es donde esa vía cruzaba el Duero era en el cerro de la Muela de Garray.

Este y otros estudios acrecentaron el prestigio de Eduardo Saavedra como historiador y le hiciesen merecedor de ser nombrado miembro de la Real Academia de Historia de la que llegó a ser presidente y uno de los primeros excavadores en Numancia, aunque también hay que recoger una mácula y es que siguiendo la execrable costumbre de otros historiadores como Loperráez (caso del que hablaremos en otra ocasión) cada nuevo académico tenía por costumbre donar a esa institución algún valioso documento que no era de su propiedad, y para ello Saavedra eligió el Censo de vecinos de Soria de 1270 que hoy se encuentra a disposición de los investigadores en Madrid.

Retrato de Eduardo Saavedra y Moragas, tomado de www3.uah.es



lunes, 21 de septiembre de 2020

21/09/1739: Orígenes de la Mancomunidad de los 150 pueblos.

En la actualidad y para la mayor parte de los sorianos, el monte es prácticamente sinónimo de campo y de diversión, un lugar destinado al ocio que pertenece a todos -aunque haya muchos privados- por donde paseamos, hacemos deporte o cogemos setas, y ser su dueño comunal o aprovecharse de sus recursos está tan asumido que muchos todavía rehúsan sacarse la licencia para coger setas. Sin embargo en la antigüedad un monte, baldío o el territorio de un despoblado, eran una fuente de recursos fundamental para la sociedad pues permitía los aprovechamientos de caza y pesca, ofrecía pastos, leña, frutos silvestres, madera y piedra para la construcción. Ocio probablemente fuera lo único que no les daba, pero ser dueño o aprovechar sus recursos era algo reservado a un puñado de señores o a sus súbditos bajo condiciones, y a algunos afortunados que vivían en poblaciones de realengo o con montes de su entera propiedad, algo que no era muy frecuente pero que ocurrió el 21 de septiembre de 1739 cuando algunos montes de realengo, propiedad del rey y tradicionalmente aprovechados por los habitantes de la jurisdicción, fueron comprados a la Corona por 130.00 reales y pasaron a pleno dominio y posesión de Soria y su Tierra.

El matiz de “Soria y su Tierra” es fundamental pues bajo el punto de vista actual con una organización territorial en municipios, comarcas o provincias gestionadas por una diputación, cuesta un poco entender el concepto de “Comunidad de Villa y Tierra” que, grosso modo, podríamos entender como una antigua división administrativa comarcal en la que una población adquiría el cariz de lugar principal y a cuyo alrededor había otras poblaciones que administrativamente dependían de la principal en lo político, social y a veces hasta en lo religioso (recordemos las causas del Censo de la Tierra de Soria de 1270).

Bajo esta organización de Villa y Tierra que después evolucionó a la Universidad de la Tierra, les fueron concedidos esos montes a los sorianos de 1739 que vivían en la ciudad o en algunos de los pueblos de la Universidad de forma que, por ejemplo, un vecino de Omeñaca tenía el mismo derecho al beneficio de Pinar Grande que un vecino de Herreros, sin que la cercanía al monte supusiera teóricamente un derecho mayor al disfrute de sus beneficios generales, aunque en la práctica seguro que ningún vecino de Omeñaca iría allí a buscar leña.

El problema surgió en 1837 cuando al desaparecer las tradicionales figuras administrativas de gobierno como los Linajes, el Común, las comunidades de Villa y Tierra, y sus sucesoras, las Universidades de la Tierra, se creó una complicada situación por la propiedad de los montes que habían estado sujetos al aprovechamiento común  entre el Ayuntamiento de Soria, que se consideraba legítimo propietario de los montes comunales y beneficiario de sus aprovechamientos, pues asi había sido desde siempre, y los concejos de las aldeas de la antigua Universidad que entendían que una parte les correspondía también a cada uno.

Finalmente y tras una serie de litigios, disputas y enfrentamientos, los ayuntamientos afectados por haber pertenecido a la antigua Universidad de la Tierra decidieron en 1898 unirse en una organización denominada Mancomunidad de los 150 pueblos que no puso fin a las disputas, lo que ocurriría unos años después, en 1921, con una sentencia ratificada después por el Tribunal Supremo que determinó la propiedad del monte en manos del Ayuntamiento de Soria y de la mancomunidad de los 150 pueblos.

Aquellos enfrentamientos quedaron hace mucho tiempo superados y en la actualidad, el patrimonio territorial de la Mancomunidad y el Ayuntamiento de Soria lo constituyen 13 montes de utilidad pública con una superficie total de 29.071 hectáreas, pero nunca debemos olvidar que para que hoy nosotros nos demos un bucólico paseo, nuestros antepasados tuvieron que defender sus derechos incluso por la fuerza.

Casa de la Tierra en la calle Teatro c. 1930, atribuida a Tiburcio Crespo Palomar, JCYL AHPSo 276, colección archivo Carrascosa.



domingo, 20 de septiembre de 2020

20/09/1918: La pandemia de hace un siglo.

Hace 102 años y en una sociedad tan parecida a la nuestra que no nos costaría reconocer, la prensa local y nacional se hacía eco de noticias alarmantes que llegaban de todo el mundo y que hablaban de una variante de gripe que estaba causando una gran letalidad.

A falta de organismos internacionales que declarasen la situación pandémica, en España fue cada gobernador civil de provincias quien que declaró la alarma, haciéndolo el de Soria tal día como hoy de 1918 cuando firmó una circular dirigida a todos los alcaldes en la que les encomendaba a que aunque no se hubiera producido caso alguno en la provincia, dispusieran la constitución en cada uno de una Junta Municipal de Seguridad que fuese la responsable de adoptar medidas preventivas como evitar la aglomeración de personas en lugares cerrados, favorecer la ventilación e iluminación de viviendas, evitar los focos de inmundicia, la vigilancia de los lavaderos y el control de los forasteros que proceden de lugares infestados…., es decir medidas organizativas de tipo profiláctico que, en definitiva, bien desarrolladas salvaron más vidas que los fármacos.

Aquella pandemia, que inadecuadamente acabó llamándose “gripe española”, acabó extendiéndose por todo el mundo causando unos veinte millones de fallecimientos y casi ciento cincuenta mil en España, de los que mil correspondieron a la provincia de Soria que fue azotada por aquel virus hasta 1920, pero además de los fallecidos, toda la sociedad fue víctima y en mayor o menor grado todos sufrieron el miedo y las consecuencias de esa incertidumbre, algo que conocemos bien pues de aquello hace una o dos generaciones y nos lo han contado testigos directos, pero quizá lo sepamos mejor pues un siglo después hemos acabado viviéndolo en persona.

Los paralelismos y las comparaciones son inevitables pero preferimos restringirlas al ámbito privado pues una gran diferencia con la pandemia de hace un siglo es que hemos llevado nuestros sentido crítico un poco más allá y hemos sido capaces de lo que parecía imposible, de politizar la situación y crear enfrentamientos entre nosotros.

Primera página del BOPSo de 23 de septiembre que recoge la circular referenciada.



sábado, 19 de septiembre de 2020

19/09/1420: Fallece el Cardenal Frías.

Ya hemos comentado en alguna ocasión las peculiaridades del callejero soriano que honra igual a grandes personajes como a otros muchos que apenas hicieron nada significativo pero que en su día y a ojos de la correspondiente corporación municipal merecieron ese honor sin haber hecho algún hecho nada fundamental en la ciudad, y aunque hay que dejar claro que no se pretende abrir el debate de la conveniencia de cambiar nombres, hay que reconocer que en muchos casos no se conocen los méritos para tener calle en Soria capital, aunque como veremos, en el caso de hoy sí podría merecerlo en Guijosa o Espeja de San Marcelino.

Uno de esos personajes históricos que a todos nos suenan por dar nombre a una calle es el Cardenal Frías, un sacerdote burgalés llamado Pedro Fernández Frías que nació a mediados del siglo XIV en Frías (Burgos) o Medina del Campo (Valladolid) y que según sus biógrafos fue un raro ejemplo de alguien que habiendo nacido en la clase baja del pueblo, gracias a su ingenio y a los favores recibidos del arzobispo de Toledo Pedro Tenorio, logró llegar a lo más alto de la sociedad de su época pues fue arcediano en Burgos y Treviño (1379), obispo en Osma (1379), consejero del rey Juan I (1386) y cardenal de la Iglesia Católica (1394) en la época del Cisma de Occidente, pero hay que reconocer que otros biógrafos que no niegan esa cualidad le añaden otras mucho menos favorecedoras como al de ser un intrigante en la Corte de Castilla y en la papal después, un tipo soberbio, astuto y taimado sin escrúpulos que se sirvió de la mentira, la violencia o la traición para trepar y conseguir sus objetivos personales.

Lo cierto es que tuvo la suerte de ser el perejil de todas las salsas y ya fuese por sabiduría, odio, respeto o temor, fue testigo y protagonista de excepción de algunos de los acontecimientos más importantes de su época pues fue consejero del rey de Castilla Juan I, diplomático, obispo y cardenal, lo que le permitió participar activamente en las intrigas palaciegas, cónclaves y concilios más controvertidos de la Iglesia.

Murió en Florencia tal día como hoy, siendo trasladado y enterrado en la catedral de Burgos pero en cuanto a los motivos para tener calle en Soria, los únicos que conocemos son que autorizó la instalación en la ciudad de los frailes mercedarios, y en la provincia que fue mecenas y fundador en 1402 del monasterio jerónimo de Espeja de San Marcelino al que colmó de donaciones, riquezas y bulas papales, incluso sus monjes fueron los beneficiarios de su testamento, lo que llevó a negociar con el rey Juan II algunas cuentas pendientes que tenía con el finado.

No es que fundar un monasterio sea poca cosa, pero no parece que sea suficiente motivo para dedicarle calle.

Calle Cardenal Frías en su confluencia con la plaza de las Eras, Soria.



viernes, 18 de septiembre de 2020

18/09/1987: Un campus para la ciudad.

Nueve años antes la ciudad ya había decidido construir un campus universitario en Valonsadero, en la zona del Centro de Investigaciones Forestales junto al cruce con la carretera de Fuentetoba, y aunque se llegó a realizar un proyecto arquitectónico a cargo del arquitecto Esteban Román, sin saberse razón fue ignorado y los escasos centros universitarios de la capital seguían dispersos: Magisterio en su sede de la ronda Eloy Sanz Villa, el CUS en el viejo caserón de San Francisco, los Graduados Sociales en un inmueble municipal de la plaza Mayor donde ahora están los servicios sociales municipales y la Escuela de Enfermería en el Hospital Institucional, hoy Virgen del Mirón.

Por aquel entonces la provincia de Soria acababa de abandonar el distrito universitario de Zaragoza para pasar a formar parte del de Valladolid y como en todas las relaciones, los primeros momentos son los más tiernos y los de mejor disposición por lo que el entonces rector de la Universidad de Valladolid, Fernando Tejerina, vino a Soria tal dia como hoy de 1987 y de una forma absolutamente inocente solicitó al Ayuntamiento de Soria una superficie de terreno superior a las cuatro hectáreas para construir un campus universitario. Sin quererlo, aquella sencilla y razonable petición acabó ramificándose y derivando en varios asuntos a cual más feo, y desencadenando uno de los procesos más oscuros del periodo democrático en Soria en el que hubo de todo.

Con muy buena disposición, al poco tiempo el alcalde Virgilio Velasco ofreció una parcela municipal de cuatro hectáreas en la zona de los Royales con el compromiso de que de ser necesario podría expropiarse más, pero el sr. Tejerina desconfió de aquella buena intención pues prefería algo más seguro por lo que rechazó la oferta hasta tener otra ubicación mejor. Aquella oferta tardó en llegar, en 1991 y fuera del término de la capital, en las Camaretas, un paraje entonces boscoso al lado de la capital pero en término de Golmayo aunque contaba con el beneplácito del Ayuntamiento de Soria que correría con buena parte de los gatos de urbanización, dotación de infraestructuras, servicios y expropiaciones pues alguna fue precisa para construirse aquel gran campus con aulas, zonas deportivas, residenciales y algunas, pocas, viviendas.

Cuando aquel proyecto ya estaba muy avanzado comenzaron a surgir problemas pues algunos concejales de Golmayo cambiaron de opinión y permitieron aumentar la cantidad de viviendas de Camaretas, lo que perjudicaba notablemente los intereses de la ciudad pues de allí se nutrirían los futuros residentes.

Desde aquel momento la situación se enquistó totalmente y hubo broncas, peleas, amenazas, llamadas al orden en el PP y sobre todo, cuatro años perdidos y mucho dinero público mal empleado, lo que probablemente fue lo que condicionó otras decisiones erróneas.

Al final y resumiendo un complejo proceso, se construyó el Campus en los Pajaritos al que llegaron algunas nuevas titulaciones y centralizándolo todo en un mismo lugar, en aquel emplazamiento de Las Camaretas se construyó el centro comercial pero todavía hoy, algunos afectados siguen odiándose con toda el alma.

Vista aérea de Las Camaretas haca 2004,
imagen de 
nacionrotonda.com



jueves, 17 de septiembre de 2020

17/09/1948: Inauguración del Vía Crucis de San Saturio.

A finales del año anterior el abad Gómez Santa Cruz anunció que un soriano anónimo y devoto de San Saturio (muchos pensaron que se refería a él mismo), había ofrecido una limosa de cinco mil pesetas (30 euros) para que las emplease a su voluntad en lo que juzgue más conveniente para dar mayor culto a nuestro patrón San Saturio, y que había decidido «erigir un serio, devoto y, en lo posible artístico Vía Crucis, cuya primera Estación se colocaría en el camino de la ciudad a la ermita, en el punto donde empieza el murallón, pasada la presa de la fábrica de harinas, y la última al terminar la escalera de subida a la ermita, frente a la puerta alta de la misma».

Los Vía Crucis situados en el camino a una determinada ermita, generalmente un Humilladero, son algo relativamente frecuente en la provincia pero no en la ciudad que carecía de esa dotación devocional.

Pero como con 30 euros ni siquiera entonces podía hacerse gran cosa, el abad organizó una campaña de recogida de dinero que de no llevarse el proyecto a cabo se devolvería a los donantes. Él eligió el lugar que según su criterio sería el más adecuado, el camino que va a la ermita culminando las últimas estaciones en las escaleras de acceso, y con el criterio profesional del arquitecto Luis Jiménez Fernández, que no sólo no cobró por el proyecto sino que además fue un importante donante, se determinó el diseño de las estaciones que llevarían «cimentación de hormigón en masa, coronada, en su enrase con el terreno, con una base de piedra labrada de forma completamente geométrica, y sobre ella la sencilla Cruz de madera, pintada al óleo, de un color oscuro, resultando el número de la estación que iría en blanco»

La campaña de recogida de fondos obtuvo un gran éxito y pronto comenzaron las obras que culminaron el viernes 17 de septiembre de 1948 con la bendición del Vía Crucis en un acto al que no faltaron autoridades civiles, religiosas y muchos fieles.

Aquella cruces de madera duraron unos cuarenta años y fueron sustituidas por las de cemento o piedra actuales, mucho más resistentes a la intemperie, aunque a falta de nuevas donaciones específicas, es el Ayuntamiento el responsable de su mantenimiento.

Estaciones XI, XII y XIII en la plazoleta de entrada a San Saturio.
Imagen: Alberto Arribas.



miércoles, 16 de septiembre de 2020

16/09/1841: Casta Esteban Navarro, algo más que la esposa de Bécquer.

Tal día como hoy de 1841 nacía en Torrubia (Torrubia de Soria desde 1916) la niña Casta Nicolasa Esteban Navarro, hija de Francisco Esteban Ayllón (Pozalmuro 1809 - Noviercas 1876) y Antonia Navarro Gonzalo (Noviercas 1814 - Soria 1908), siendo bautizada ese mismo día en la parroquia de San Miguel.

Hija de médico-cirujano, la profesión de su padre hizo que la familia recorriese varios pueblos de la provincia además de Torrubia, San Felices, Yanguas y Noviercas, y que incluso pasara una temporada en Madrid donde conocería y se casaría (1861) con un joven bohemio sevillano llamado Gustavo Adolfo Bécquer.  Junto a su esposo, Casta viajó a Noviercas, a donde sus padres habían decidido regresar antes incluso de la boda, y en donde Francisco Esteban continuaría ejerciendo su profesión.  Allí, en Noviercas nació el primer hijo del matrimonio, Gregorio (1862). 

Una figura negativa para la relación matrimonial entre Casta y su esposo fue su cuñado Valeriano Bécquer.  Valeriano, un dibujante y pintor profesional, se unió al matrimonio junto a sus dos hijos pequeños cuando su esposa les abandonó, y con el tiempo contribuiría también a destruir la relación de su hermano con Casta.  Dos hijos más tuvieron Casta y Gustavo, Jorge (Madrid 1865) y Emilio (Noviercas 1868).

Una riña entre Casta y su esposo hizo que éste dejara Noviercas para irse junto a sus dos hijos mayores, su hermano y sus dos sobrinos.  En 1870 Valeriano falleció y Casta regresó con su marido, que enfermo, también falleció unos meses después.  Dos años más tarde, Casta se casó en segundas nupcias con Manuel Rodríguez Bernardo, un leonés empleado de la Delegación del Banco de España en Soria cuyo matrimonio no duró mucho pues él fue asesinado en Noviercas en 1873, un crimen perfecto, pues a pesar de los rumores jamás se consiguió llevar al culpable o los culpables a la Justicia.  Casta junto a sus padres e hijos pasaron una temporada en Ágreda, más tarde viviendo en Madrid visitaría París, y en 1884 publicó su única obra, un libro de relatos titulado “Mi primer ensayo. Colección de cuentos con pretensiones de artículos”. Unos meses después, en marzo de 1885, y estando en Madrid murió.

Casta fue una mujer con muchas facetas como hija, hermana, esposa, madre o viuda, pero también debe aplicársele la de escritora, y aunque como tal no ha sido relegada al ostracismo, quizá algo peor y más injusto haya sido perpetuado contra ella. Su personalidad asesinada, falsamente acusada desde el primer día por envidia, odio, incomprensión, “machismo” y la estupidez de muchos “expertos” sobre Bécquer que en cuanto a ella no lo son, y que incluso en la actualidad siguen repitiendo las mismas falsedades.  ¡De tanto repetir una mentira, ésta se convierte en una verdad!. 

Carles de Escalada

Primera página del libro escrito por Casta Esteban, ejemplar digitalizado de la Biblioteca Pública de Soria.
Primera página del libro escrito por Casta Esteban,
ejemplar digitalizado de la Biblioteca Pública de Soria.



martes, 15 de septiembre de 2020

15/09/2002: La ermita de Nuestra Señora del Carrascal de Castilfrío.

Tal dia como hoy del año 2002 se reinauguró la ermita de Nuestra Señora del Carrascal, en Castilfrío de la Sierra, tras unas obras de rehabilitación desarrolladas a cargo del Servicio territorial de Fomento, Ayuntamiento, vecinos, devotos y parroquia.

La ermita del Carrascal es un gran templo situado a las afueras del pueblo construido en piedra de sillería con una sola nave de tres tramos dividida por arcos fajones de medio punto que descansan sobre pilastras y que se cubren con bóvedas de lunetos y arista, crucero con bóveda sobre pechinas, cimborrio octogonal y brazos con lunetos. Se accede a la capilla mayor por un arco triunfal de medio punto, y ésta a su vez se cubre con bóveda de lunetos.

El acceso al templo se realiza a través de una soberbia portada monumental con doble arco de medio punto moldurado que lleva en su fachada un óculo para iluminar el interior y por encima un escudo con corona y lambrequines correspondiente a Felipe Antonio de Solano, promotor y mecenas de muchas obras en su pueblo natal quien fue obispo de Ceuta y Cuenca a finales del siglo XVIII y quien contribuiría a la obra o dotación de esta ermita pues hay quien dice que sería anterior.

 

En su interior guardaba alguna estela funeraria romana encontrada en las inmediaciones, además de la imagen titular, románica del siglo XIII, y un Crucificado del XIV-XV, todo guardado a buen recaudo en otros emplazamientos más seguros de los saqueadores, y que se devuelven exclusivamente a su emplazamiento original los días de fiesta.

 

Ermita del Carrascal desde Castilfrío de la Sierra. Alberto Arribas.

domingo, 13 de septiembre de 2020

14/09/1976: Declaración de la iglesia de San Martín de Rejas de San Esteban como Monumento Nacional.

El BOE de 14 de septiembre de 1976 recogía la incoación del expediente relativo a la declaración de Monumento Nacional, categoría asimilable a la actual de Bien de Interés Cultural (BIC), de la iglesia parroquial de San Martín en Rejas de San Esteban y que finalmente fue declarado cuatro años después.

La iglesia de San Martín es un soberbio ejemplo del románico porticado soriano del siglo XII, un templo de una sola nave construida en mampostería, con presbiterio de plana rectangular y cubierta de medio cañón apuntado que se abre al ábside de cascarón a través de un arco triunfal apuntado. El acceso al templo se realizar a la nave por el lado sur y se resuelve por una portada en sillería de arquivoltas decoradas con sencillez y en muy buen estado pues todo este pórtico se cubre con una galería porticada de siete arcos con interesantes capiteles.

La incoación del expediente permitió concienciar que había que salvar aquel edificio pues más que en mal estado corría peligro por el poco interés en conservar aquel templo desacralizado empleado entonces como almacén con su galería porticada tapiada de adobes. Unos años después la declaración certificó el gran valor del templo y favoreció unos trabajos de restauración que permitieron sacar a la luz unas pinturas hispanogóticas de finales del siglo XV que aunque en mal estado dejan ver un ángel tenante que sujeta el emblema heráldico del linaje de los Fuente Almejir.

Y si ver un templo así no es suficiente estímulo, debemos recordar que en Rejas de San Esteban existe otro elemento BIC, la iglesia de San Ginés, y una no menos meritoria arquitectura popular basada en el adobe y la piedra, así como un gran número de lagares y bodegas reconvertidas en fantásticos merenderos.

Imagen de la iglesia en los años referidos, antes de la restauración.
Autor desconocido, colección particular.



13/09/1980: Los sorianos se posicionan contra la Variante Sur.

El primer semestre del año fue muy activo en el asunto de la variante de la ciudad cuyo principal defensor no era el ministro de Fomento sino el de Cultura, el inefable Ricardo de la Cierva que parece que se tomó el asunto como algo personal, despreciando incluso a los que no querían que la carretera de circunvalación de Soria discurriera por lo que hoy es el paseo de San Prudencio. Los sorianos en general –al igual que la mayor parte de sus representantes políticos, sindicales y sociales– habían asumido tener que sacrificar ese paseo, que hay que reconocer que tampoco era lo que es hoy, en pos del progreso pues no había opción posible, y tan sólo un pequeño pero destacado grupo de intelectuales españoles acompañadas de un puñado de sorianos, se opusieron y entendieron que otra opción, la Variante Norte, podía ser posible, firmando un manifiesto que fue publicado en El País a mediados de mayo oponiéndose a la variante Sur.

Entre los que firmaron aquel manifiesto y algunas adhesiones posteriores estaban los nombres de Julián Marías, Fernando Sánchez Dragó, Miguel Delibes, Gerardo Diego, Francisco Umbral, Víctor de la Serna, Vicente Aleixandre, Clemente Sáenz Ridruejo… Aquellos nombres no eran un grupo de desarrapados cualquiera y aunque el ministro de la Cierva manifestó que no daría su pie a torcer, como poco le daría qué pensar pues alguno de esos personajes eran amigos suyos, lo que también abrió los ojos a algunos representantes públicos sorianos que comenzaron a pensar si no se habrían apresurado al apoyar incondicionalmente el proyecto, especialmente cuando el diputado socialista por Soria Manuel Núñez Encabo, el único que no la apoyó, hiciera pública su opción contra el proyecto.

Aquel verano soriano fue muy entretenido en lo político, pero en lo que a este proyecto se refiere fue un periodo sin grandes actuaciones en el que los que se oponían a la Variante Sur, que ya comienza a denominarse “barbarie sur”, se reorganizaron, y convocaron el 13 de septiembre en la pradera de las Bailas un acto público de carácter festivo y reivindicativo que para muchos sorianos supuso un punto de inflexión pues aquel día se convencieron de que otra solución era posible para ese problema y que la voluntad de un pueblo se expresaba en las urnas pero también en actos y concentraciones como el que referenciamos hoy y al que asistieron unas 300 personas.

Paseo de San Prudencio hacia 1980 que terminaba en la llamada “fábrica de grasas”. Col. particular.


sábado, 12 de septiembre de 2020

12/09/1618: Concierto el contrato para la construcción del claustro de San Francisco.

El 12 de septiembre de 1618 el cantero Martín de Solano firma el contrato por el cual se comprometía a construir el claustro del convento soriano de San Francisco.

El Martín de Solano artífice de esta obra fue el segundo de ese nombre pues su padre fue también maestro cantero, autor de parte de la iglesia de Suellacabras, de la torre de la iglesia de Gómara o del palacio de los Solier que parcialmente persiste en la calle Aduana Vieja, y que falleció en 1608. Martín de Solano hijo nacería a fínales del siglo XVI y se formaría con su padre y otros maestros de obras que les acompañaban en sus proyectos. A su mano se deben construcciones destacadas como la ermita de Nuestra Señora de la Bienvenida en Monteagudo de las Vicarías (1610), parte de la de la Soledad en Soria (1627), de la casa palacio de Aldealseñor (1627), el escudo de los Linajes con parte de la propia fachada de la actual sede del Ayuntamiento de Soria, o el claustro que hoy recordamos.

Aquella obra, así como zonas de la iglesia y del monasterio, resultó afectada por varias destrucciones debidas a incendios, desamortizaciones o consecuencias de la Guerra de la Independencia, quedando hoy únicamente en pie la panda norte formada por siete arcos de medio punto en buena piedra de sillería que posteriormente quedó adoptada al uso parroquial actual como sacristía y salones. El resto quedaría afectado por la destrucción y sus sillares probablemente hayan sido reutilizados en otras obras posteriores allí realizadas, si bien esperamos que el seguimiento arqueológico del proyecto de construcción que actualmente se lleva a cabo nos aporte muchas sorpresas.


Único resto del claustro citado en una imagen de autor desconocido fechada hacia 1960 y recogida en el trabajo de Juan Manuel Ruiz Liso “Hospital Virgen del Mirón 1953-2013. Patología e Historia”. (Diputación Provincial de Soria, 2013).



jueves, 10 de septiembre de 2020

11/09/1928: De cuando Covaleda cambió una ley.

José Miguel García Asensio en el artículo “De cuando Covaleda cambió una ley” (Revista de Soria IIª época nº 53) recuerda que el artículo 159 de la ley del Estatuto Municipal de 8 de marzo de 1924 regulaba los aprovechamientos bienes comunales de los pueblos y su reparto, determinando que todos los vecinos empadronados en un municipio gozarían de los mismos beneficios sin tener en cuenta condiciones de vinculación, arraigo o costumbre propias de cada pueblo.

En los municipios sorianos sujetos a los suertes o repartos, y particularmente en Covaleda, dicha medida levantó mucho revuelo pues para percibirlos venían a exigirse una serie de requisitos adicionales, pero conforme a la ley, todos los vecinos tenían igual derecho sin más condicionantes.

Como no podía ser de otra forma al poco tiempo chocaron los intereses entre los partidarios de la ley y los de la costumbre local, lo que obligó a acudir a los tribunales a muchos particulares contra sus ayuntamientos.

Finalmente, el pleno del Ayuntamiento de Covaleda de 11 de septiembre de 1928 acordó solicitar a los representantes públicos la modificación del citado artículo, petición a la que pronto se le unieron las de otros ayuntamientos de la zona de Pinares, consiguiendo al año siguiente que se aprobase un Real Decreto de 8 de abril que modificó la redacción del polémico artículo 159 en el que se dieron por satisfechas las peticiones de los ayuntamientos afectados.


Calle de Covaleda (1928-1936) por Otto Wunderlich. Ministerio de Cultura, fondos del Instituto del Patrimonio Cultural Español.



10/09/1607: Culminación del retablo mayor de la parroquia de Calatañazor.

Tras cinco años de retraso en la entrega del trabajo bajo el argumento de que no se le pagaba, lo que llevó a que de verdad no se le pagase para obligarle a culminar el trabajo, el obispo de Osma Enrique Enríquez intervino para hacer negociar a ambas partes lo que finalmente consiguió logrando que tal dia como el pintor Tomás Ruiz de Quintana culminase su obra de pintado, dorado y estofado del retablo mayor de la parroquia de Calatañazor, obra de los maestros Juan de Artiaga y Francisco Rodríguez.
 

El retablo mayor de la iglesia parroquial de Calatañazor está dedicado a la imagen que da advocación al templo, la Virgen del Castillo, una imagen románica del siglo XIII que según la tradición popular procede de la capilla que existió en el Castillo y que sería la misma imagen que a principios del siglo XI presidía la capilla de la fortaleza y a la que invocaron los soldados cristianos que derrotaron a Almanzor.

Está realizado en madera policromada muy repintada, y es una superposición de dos partes. La primera, banco y primer cuerpo, es de finales del siglo XVI y principios del XVII con traza de los Artiaga y Rodríguez, y fue dorado, pintado y estofado por Tomás Ruiz. Presenta altorrelieves de San Roque y de San Sebastián, casas con relieves de Jesús con la Cruz a cuestas y Deposición y hornacinas de medio punto con imágenes de San Juan Bautista, Santiago peregrino, San Pedro y San Pablo y relieve en casas con Anunciación y Nacimiento. El segundo cuerpo del retablo es obra de Martín Martínez y fue realizado a mediados del XVII, en colaboración con José Rodríguez y Pedro Cicarte.

En banco contiene relieves de ángeles en laterales y en casas Santa Cecilia, Santa Bárbara, la Huida a Egipto, San Joaquín y Santa Ana. Un cuerpo de compuestas con imágenes de Santo Tomás Apóstol, San Juan Evangelista, Santo Domingo de Guzmán y San Felipe y relieves en casas de la Presentación, Visitación y Nacimiento de la Virgen. Ático de pilastras con imágenes de San Simón, San Agustín, San Ambrosio y Santiago el Menor y relieves en casas de la Adoración de los pastores y de los Reyes y en ventana central, Crucificado sobre lienzo de la Jerusalén Celeste. 

En el siglo XVIII se añadió un gran relicario y hornacina de compuestas pareadas decoradas con vegetales y frontón mixtilíneo que cobija la talla titular.


Imagen del retablo mayor de la parroquia durante una excursión organizada por la Asociación de Amigos del Museo Numantino.