Desde que veintitrés años antes se abolieron las
tradicionales instituciones de gobierno, la de los Linajes estaba destinada a
desaparecer pero sus escasos miembros se resistían a ser suprimidos y a ceder
todo su patrimonio. Aquella institución que fue la envidia de Castilla había
perdido casi todo su esplendor y la mayor parte de sus hidalgos miembros eran
entonces ciudadanos corrientes, muchos de ellos empobrecidos, que contemplaban
languidecer la institución sin demasiado interés.
Hasta entonces habían sido desposeídos en dos ocasiones de su patrimonio
pero recurriendo lo habían recuperado. En esta fecha el Ayuntamiento de la
ciudad volvió a solicitarles la entrega del tercio de propiedad de la dehesa y
monte de Valonsadero pero como se negaron tuvieron que acudir a los tribunales
de justicia que finalmente fallarán a favor de los intereses municipales.
A
recordar que hasta 1664 el monte era de los Linajes y del Común pero desde esa
fecha se introdujo un nuevo dueño, la Ciudad o el Ayuntamiento. Al desaparecer
el Común en 1836 éste fue absorbido por el Ayuntamiento sin problemas, con lo
que la ciudad ya tenía dos tercios, y comenzó a pleitear hasta conseguir el
tercio que les faltaba.
En
la práctica la sentencia supuso el fin de la institución de los Doce Linajes
pues ya no tenían ingresos propios y su ya escaso patrimonio tuvo que ser
empleado para pagar las costas del juicio y las indemnizaciones a las que
fueron condenados.
Escudo de los Linajes de Soria. Foto tomada de Descripción histórica del Obispado de Osma con el catálogo de sus prelados (Tomo II, Madrid 1.788) de Juan Loperráez y Corvalán. |
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