domingo, 30 de agosto de 2020

31/08/2011: Declaración de San Polo como Bien de Interés Cultural.

Después de treinta y dos años de gestiones burocrática, el 31 de agosto de 2011, el BOCYL publicaba el Acuerdo 199/2011 de 25 de agosto de la Junta de Castilla y León que declara el antiguo Monasterio de San Polo en Soria, Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento.

El antiguo monasterio de San Polo en Soria es hoy poco más de lo que se ve, un edificio atravesado por un túnel que conduce a la ermita de San Saturio, rodeado de huertas y construcciones modernas, todo ubicado en un paraje de gran belleza junto al Duero, formando un conjunto arquitectónico, histórico y paisajístico de gran interés para sorianos y visitantes que frecuentan uno de los lugares emblemáticos de la ciudad desde antiguo pues ya Bécquer situó en este emplazamiento alguna de sus leyendas.

Históricamente y según una tradición sin fundamento histórico objetivo, el monasterio de San Polo fue fundado por los monjes templarios allá por el siglo XII o XIII, pasando a manos de los hospitalarios al desaparecer aquella orden, perdió el culto en el siglo XVIII y pasó a ser propiedad particular.

Los restos que quedan de aquel antiguo monasterio es la iglesia de nave única de dos tramos cubiertos con bóveda de crucería simple, arco triunfal apuntado y ábside cuadrangular, además de varios elementos de factura moderna y aspecto antiguo que añadidos en el siglo XX desvirtúan el conjunto al engañar al espectador que cree estar ante canecillos medievales, por ejemplo. Quedan también restos del claustro, estelas funerarias, líneas de cimentación y fragmentos constructivos poco y mal conocidos pues sus propietarios, que no residen allí aunque lo argumenten como excusa, no permiten el libre acceso que dispone la ley para los monumentos catalogados como Bien de Interés Cultural y que por serlo se benefician de sus ventajas económicas.

Interior de la capilla de San Polo, una rareza documental que aparece publicada en el libro "San Polo" de Marco Antonio Garcés Desmaison (1979).



sábado, 29 de agosto de 2020

30/08/1931: Miguel de Unamuno visita Soria.

El 30 de agosto de 1931 e invitado por José Tudela, el escritor y filósofo Miguel de Unamuno se desplazó a Soria alojándose en la casa familiar de su anfitrión en la calle Caballeros. Desde allí y con tan excepcional guía, don Miguel visitó algunos puntos de la provincia y los principales monumentos de la ciudad como nuestro Museo Numantino donde firmó en el libro de visitas.

Como parte del anecdotario de aquel viaje, Heliodoro Carpintero contaba que a la mañana siguiente de su llegada pudo ver a las hijas de Tudela, Conchita e Inés, y don Miguel les preguntó si habían soñado aquella noche, a lo que Inés le respondió que no, pues "tenía tanto sueño que no me dejaba soñar". La respuesta, infantil y profunda, le sorprendió gratamente al filósofo y le iluminó pues, unos días después, el 4 de septiembre, en el periódico madrileño El Sol publico el artículo “Por Tierras del Cid” que escribió inspirado en Soria y en aquella respuesta: «¡La Reconquista! ¡Cosas tuvieron nuestros cides que han hecho hablar a las piedras! ¡Y cómo hablan las piedras sagradas de estos páramos! Reconquistado su suelo, Castilla, que había estado de pie, se acostó a soñar en éxtasis, en arrobo sosegado, cara al Señor eterno. Y soñó recuerdos y esperanzas; soñó esas "Sirenas del aire" que posaron empedernidas en los capiteles románicos. Aunque los más ni soñaban; cuidaban sus ganados, sus vacadas, y roturaban sus campos. "Tenían tanto sueño, sueño de cansancio secular, que ni les dejaba soñar". Dormían la vida en Dios, que era quien les soñaba. Era el sueño de la Reconquista».

A la izquierda Miguel de Unamuno sosteniendo la cabeza de Inés Tudela; a su lado la abuela de Inés doña Concha Cendoya; en brazos la niña Conchita Tudela, hermana de Inés, sostenida por el poeta Bernabé Herrero, hermano de Cecilia Herrero, delante en primer plano vestida de negro, y a su lado con gafas redondas su esposo, José Tudela, que sostiene en brazos a su hijo Ramón Tudela Herrero. A la derecha y con traje oscuro aparece un profesor, amigo de don Miguel. Autor desconocido,
imagen de los fondos fotográficos de la Universidad de Salamanca.



viernes, 28 de agosto de 2020

29/08/1806: Creación del primer cementerio de El Espino.

Las nuevas disposiciones de Salud Pública emitidas por la corona a comienzos del siglo XIX disponían la obligatoriedad de enterrar los muertos en cementerios en lugar de hacerlo en el interior de los templos, pero ni el pueblo ni las autoridades locales parecían admitir esa disposición que les condenaba a ser enterrados fuera de un recinto sagrado y alejado de los restos de sus ancestros pues en aquellos años el sentido de propiedad de parroquiano y en particular, del lugar de enterramiento familiar, se consideraba casi propiedad privada. Sin embargo la normativa era cada vez más insistente y las autoridades locales, en este caso la del Ayuntamiento de Soria, tuvieron que acatar la orden y en la correspondiente sesión concejil de 29 de agosto de 1806 determinaron que el lugar más conveniente para construir un cementerio público en la ciudad sería la zona del atrio del Espino, más o menos donde ahora se encuentra el Olmo seco.

Las obras, el vallado y poco más, empezaron despacio y terminaron en un año, inaugurándose la primera inhumación en septiembre del año siguiente cuando allí fue enterrado un tal Lucas Martín parroquiano de San Pedro. Sin embargo la mayor parte de las personas seguían resistiéndose a acatar la orden y seguían produciéndose muchos más enterramientos dentro de los templos que en el cementerio, una situación que se alargó algunos años

Atrio de la iglesia de El Espino hacia 1916. 
Foto del "Portfolio fotográfico de España: Soria" editado por Alberto Martín (Barcelona).



jueves, 27 de agosto de 2020

28/08/1554: Los compromisos de los representantes de los sorianos.

En la antigüedad, era común que ante ciertas necesidades importantes en una población, como acción de gracias o en situaciones como una epidemia, muchos concejos solicitaran la intercesión divina o de un santo, comprometiéndose sus autoridades en nombre propio y de sus sucesores, a que desde ese momento celebraría aquella onomástica de alguna forma especial.

En algunos pueblos de la provincia aún se siguen celebrando estas fiestas votivas y en Soria existió, hasta finales del siglo XX, la de San Roque, a la que ya nos hemos referido, y al menos otra dedicada a San Agustín de Hipona cada 28 de agosto cuyos detalles generales como origen o motivo desconocemos, pero sí que consistía en una misa celebrada en la ermita que hoy conocemos como “San Agustín el Viejo” a la que los canónigos del Cabildo y los representantes del concejo de la ciudad acudían solemnemente.

Sí sabemos que la celebración de 1554 fue la última celebrada con normalidad pues, pocos días después, las autoridades municipales solicitaron al obispo de Osma, Álvarez de Acosta, que conmutase el voto y procesión de San Agustín a la vieja ermita por su celebración en el convento de Nuestra Señora de Gracia de los padres agustinos con el argumento de que aquella estaba más retirada, era pequeña y pobre, y desmotivaba hasta tal punto a los vecinos que no acudían.

El obispo hizo oídos sordos, y nuestros representantes se vieron obligados a cumplir con la promesa de sus antecesores, y seguir acudiendo hasta allí, lo que ocurrió hasta 1609 cuando la ermita acabó arruinada, aunque eso no les eximió de su compromiso moral. Y, como la imagen titular del santo acabó en la antigua iglesia de la Santísima Trinidad, fue allí donde cada 28 de agosto se dirigieron nuestras autoridades para cumplir con la tradición, al menos hasta mediados del siglo XVII cuando por falta de noticias parece indicar que aquella costumbre había desaparecido.

Antigua parroquia de San Agustín el Viejo, más conocida en el barrio como la Casa de los Gitanos. Autor: Alberto Arribas.



miércoles, 26 de agosto de 2020

27/08/1917: San Baudelio se declara Monumento Nacional.

La ermita de San Baudelio en Casillas de Berlanga es un edificio desacralizado convertido en dependencia museística, un anexo del Museo Numantino de Soria, cuyos valores arquitectónicos y su decoración pictórica hicieron que tal día como hoy de 1917 fuese declarado Monumento Nacional mediante la correspondiente publicación de la Real Orden.

El templo (siglos XI-XII) parece que fue la iglesia de un pequeño cenobio abandonado en la centuria siguiente y que después se convirtió en la parroquia de un pequeño poblado que también se perdió hacia la segunda mitad del siglo XVII. La iglesia se convirtió en ermita pero acabó siendo vendida a unos particulares que, al menos durante la segunda mitad del siglo XIX, la emplearon como corral o almacén de aperos agrícolas.

Para el mundo del arte, la ermita fue descubierta y dada a conocer en 1884 por Elías Romera en un trabajo publicado en el Boletín de la Real Academia de la Historia por el que dio a conocer aquel humilde pero significativo edificio y que probablemente se salvó de la ruina por su utilidad ganadera. El rústico edificio, insignificante por fuera, era en realidad un templo destacadísimo tanto por su particular arquitectura de influencia oriental en la que “crece” una palmera, como por las pinturas al fresco que decoraban sus muros y que representaban escenas religiosas, de caza o de trabajo, entre las que surgían animales casi mitológicos como elefantes o camellos.

Aquel trabajo contribuyó a su declaración como Monumento Nacional pero la legislación de la época poco tenía que ver con la actual por lo que sus propietarios podían disponer libremente de su contenido y de su continente.

En 1922, un traficante de arte se aprovechó de la necesidad de sus propietarios y compró las pinturas al fresco que fueron arrancadas, pero antes de que fueran totalmente retiradas la Guardia Civil sospechó de la ilegalidad de la venta e inició varias actuaciones que la paralizaron temporalmente.

El proceso se alargó algunos años pero la venta era legal y aquellas valiosas pinturas viajaron a América, en su mayor parte, donde siguen expuestas.


Reconstrucción infográfica ideal del interior de San Baudelio antes del expolio, realizada por Félix Hernández (Flas Marketing), tomado del vídeo "Reconstrucción Pictórica Virtual de San Baudelio de Berlanga en Soria".

26/08/1589: El Carmelo llega a El Burgo de Osma.

Aunque El Burgo ha sido el lugar con más curas por metro cuadrado de la provincia, parece que en aquel entonces no eran suficientes o quizá es que sus vecinos pecaban demasiado pues, el 26 de agosto de 1589, el obispo Sebastián Pérez de Aguilar solicitó al Cabildo oxomense que diera el visto bueno a la fundación de un convento de Carmelitas Descalzos en la villa episcopal, ya que los canónigos no podían cumplir adecuadamente con la asistencia religiosa y espiritual de los burgenses, y se veían obligados a abandonar las tareas propias de su oficio.

Unos días después el Cabildo aceptó el ofrecimiento y a primeros de septiembre se firmaron los correspondientes acuerdos entre el obispo Pérez y el provincial de Castilla la Vieja, fray Juan Bautista, que muy pronto dispuso la instalación de un pequeño colegio o grupo de frailes carmelitas y que, mientras preparaban su casa definitiva, habitaron una casa donada por el prior Fernando de Padilla.

Resumiendo en pocas palabras y muchos años de obras, pero también de pleitos y enfrentamientos entre los carmelitas con el obispo Pérez de Aguilar y sus herederos, en 1607 se produjo la fundación de la iglesia conventual con el acto de traslación del Santísimo Sacramento y que muy pronto se dotó de magníficas obras artísticas y de las imprescindibles dependencias monacales.

La devoción de la Virgen del Carmen pronto se extendió por El Burgo de Osma y constituyó una de las principales prácticas piadosas, fundando su correspondiente cofradía, en 1613, y convirtiendo la fiesta del día del Carmen en una de las más tradicionales de la villa, lo que ha perdurado hasta la actualidad cuando la escasez de vocaciones obligó a los últimos frailes a abandonar El Burgo.

Persiste abierta al culto la iglesia con sus retablos barrocos y neoclásicos y, por decisión personal de monseñor Abilio Martínez, desde el año pasado este templo es la parroquial de la villa.

Postal de la iglesia del Carmen hacia 1927. Col. particular.



martes, 25 de agosto de 2020

25/08/1742: La Dehesa, espacio polivalente.

Una dehesa es un espacio verde de uso eminentemente ganadero y forestal que, en muchos casos como el de Soria, acabaron siendo absorbidas al crecer las ciudades que las destinaron para construir viviendas o colegios (Dehesa Serena), o para el paseo y asueto de los vecinos, como nuestra Alameda de Cervantes. Su tamaño y los cuidados de los empleados municipales, han convertido nuestra Dehesa en un lugar privilegiado para pasear, jugar a la tanguilla, tomarse un café o hasta para rezar en la Soledad, pero también es lugar de exposición y reparto de las Calderas de fiestas, espacio cultural y de poesía. Allí hubo un molino, campo de fútbol y zoo, hemos escuchado conciertos de grupos musicales o de la banda, contemplado quemas de fuegos artificiales, desfiles militares reales o de recreación histórica…

Sus usos como espacio público son muchos y aunque ha sido un espacio destinado para el ganado, nos sorprende una revelación de José Ignacio Esteban Jáuregui que en su imprescindible sección “HistSoria” en www.soria-goig.com, nos recuerda que también fue antiguamente uno de los varios lugares donde los sorianos celebraban sus espectáculos taurinos y corridas de toros al menos a mediados del siglo XVIII pues dice que el 25 de agosto de 1742 se celebró la correspondiente sesión del Ayuntamiento de Soria en la que se leyó un memorial presentado por varias personas exponiendo que en atención a tener licencia del «Cardenal de Molina Gobernador del Real y Supremo Consejo de Castilla para tener en las cercanías de ella dos corridas de toros, se sirva por lo que así toca conferirles su permiso, y licencia para hacer la plaza para ello en la Alameda sita junto a Nuestra Señora de la Soledad. Y habiéndose conferido largamente sobre este asunto, por la mayor parte de la Ciudad se acordó dar como dio su permiso para las dichas dos corridas según y en la forma que se pide».

Espacio de la Dehesa entre la Soledad y el monumento a los autores de las sanjuaneras donde estuvo el zoo de la imagen y donde se celebrarían las corridas de toros. Imagen fechada en 1934, atribuible a Tiburcio Crespo Palomar, JCYL AHPSo nº 570, archivo Carrascosa.



lunes, 24 de agosto de 2020

24/08/1136: Cuando Soria dejó de ser aragonesa.

En marzo de 2019 el Ayuntamiento de Soria convocó un congreso científico para conmemorar el noveno centenario de la repoblación de Soria, y la principal conclusión casi unánime fue que sin bien no puede descartarse que en el solar de la actual ciudad de Soria existiera algún pequeño poblado anterior, parece confirmado que fue a partir de 1109 y por iniciativa de Alfonso I de Aragón, “El Batallador”, cuando la actual ciudad cobró la suficiente importancia como para tomarla en consideración y que desde ese momento Soria fue incorporada a la corona de Aragón.

Recordemos que el rey aragonés estaba casado (y separado) con la reina de Castilla doña Urraca y que ambos pretendían Soria para su reino, algo que sin entrar en detalles indicaría una dependencia castellana previa y, por lo tanto, la existencia de algún poblado o fortaleza importante. Tras la muerte de Urraca su corona pasó a su hijo Alfonso VII de Castilla, con todos sus problemas, líos y batallas pendientes, entre ellos el litigio con Aragón por Soria, pues su padrastro, Alfonso I, se negaba a entregársela. El problema finalmente se resolvió negociando ya que, cuando murió el rey aragonés, sin descendencia, su reinó pasó a su hermano Ramiro II, “el Monje”, que, el 24 de agosto de 1136, cedió Soria al rey castellano quien, a cambio, devolvió al aragonés otras plazas que había conquistado en Aragón.

Hoy, casi novecientos años después, no podemos dejar de preguntarnos la maldad de si: ¿nos habría ido mejor, peor o igual siendo del reino de Aragón en vez del de Castilla?, pero, sobre todo, nos los preguntamos de nuestra posible vinculación con cualquier otra comunidad autónoma que no sea Castilla y León.

Aspecto que pudo tener la Soria aragonesa según hipótesis reconstruida por el Ayuntamiento de Soria en www.asoriavirtual.es (2008)



domingo, 23 de agosto de 2020

23/08/1909: La plaza de Mariano Granados puso albergar la oficina de Correos de Soria.

Aunque en 2020 el correo postal se haya convertido en un medio de comunicación casi reservado para la publicidad, las cartas de los bancos o la paquetería de las compras online, su existencia ha sido algo fundamental para llegar a crear la sociedad que hoy tenemos y como servicio público, los servicios de Correos y de Telégrafos han sido tan indispensables como es hoy la fibra óptica.

En aquella época y desde un momento indeterminado, el servicio de Correos y Telégrafos había estado ubicado en un edificio de la plaza de Bernardo Robles de donde pasaron a unas salas alquiladas en el palacio de los Condes de Gómara pero, por diversas circunstancias, aquel no era el emplazamiento adecuado y a finales del año anterior la Dirección General de Correos y Telégrafos se había dirigido al Ayuntamiento de Soria para solicitarle un solar céntrico donde pretendían construir una sede moderna y funcional.

En un principio el Ayuntamiento les ofreció en venta el solar del palacio de la Vilueña, (para entendernos, el de la Caja de Ahorros de Mariano Granados) aunque, en vista del gran interés público de ese servicio, acabó cediéndoselo.

Finalmente, tal día como hoy de 1909, los responsables de esa Dirección General contestaron aceptando el ofrecimiento y comunicando que su arquitecto se desplazaría próximamente a Soria para llevar a cabo los primeros trabajos. Sin embargo los problemas económicos de la entidad retrasaron la redacción del proyecto y, al no dedicarse para aquella finalidad, el Ayuntamiento de Soria decidió destinar ese solar a viviendas y lo acabó vendiendo a un particular. No volverá a tratarse del asunto de la nueva sede hasta 1928, cuando fue determinado en su actual emplazamiento de El Espolón.

Oficina de Correos y Telégrafos de Soria, probablemente en su primer emplazamiento en Bernardo Robles o Condes de Gómara, en torno a 1910. JCYL AHPSo 4689, Ricardo Almajano y Rufo Sanz.


sábado, 22 de agosto de 2020

22/08/1572: Vinuesa se exime de Soria.

El investigador visontino Santiago Escribano Abad, a quien los Amigos del Numantino tenemos que agradecer su gentileza al ofrecernos su saber en alguna visita guiada, documentó en una de sus publicaciones (“Notas para el estudio de la Parroquial de Santa María del Pino de la Villa de Vinuesa, colección "Cuadros de mi tierra" nº 0, 1.993, página 24) que el gran desarrollo económico de Vinuesa que se produjo a lo largo del siglo XVI fue fundamentalmente debido a la ganadería, y que fue la causa de problemas y enfrentamientos con la autoridad de la que dependía, el Concejo de Soria, y que, finalmente y para evitarlos, el 22 de agosto de este año el corregidor de Soria Juan de Salazar autorizó la formación de un Ayuntamiento propio en el lugar de Vinuesa, constituido por seis diputados vecinos, tres de los nobles y tres de los labradores, eligiendo cada grupo su propio alcalde, cargos que eran elegidos por los vecinos según su estado y tenían una duración anual.

Vista de Vinuesa en postal de ediciones Vistabella nº 5, fechada c. 1965.


viernes, 21 de agosto de 2020

21/08/939: La batalla de Alhandega.

Hace unos días hablábamos de la batalla de Calatañazor y de la falta de certeza sobre su existencia real, y hoy hablaremos de otra acontecida en tierra sorianas cuya existencia alberga menos dudas pero que, pese a su gran importancia, ha pasado mucho más desapercibida en la historia, nos referimos a la batalla de Alhandega.

A primeros de agosto de este año las tropas del rey leonés Ramiro II se enfrentaron a las tropas cordobesas de Abd-al-Rahman III en la batalla de Simancas ocasionándoles una gran derrota y la huida del grueso de las huestes, lo que supuso una importantísima victoria en el proceso de la Reconquista. Las tropas cordobesas huyeron y se replegaron hacia el este pero las tropas cristianas de León y del conde castellano Fernán González les persiguieron, les localizaron y, el 8 de agosto según algunos cronistas o el 21 según otros, les alcanzaron en un lugar desconocido llamado por los cronistas árabes “Al Jandaq”, "Al-Handak", “Al-handega” o “Alhandega” (el barranco), sin más referencias geográficas que su cercanía a una ignota fortaleza llamada Castrobón. Allí los cristianos vencieron ocasionándoles un mayor número de bajas con lo que magnificaron aún más la fama de la legendaria batalla de Simancas, sobre todo por detalles anecdóticos como que el propio Abd-al-Rahman tuvo que abandonar apresuradamente su tienda de campaña donde los vencedores encontraron su Corán, así como el casco y la cota de malla hecha en oro.

El legendario emplazamiento de esta batalla fue olvidado durante siglos. Se pensó que estaba en tierras de Tormes, en Simancas o en Medinaceli, pero hace pocos años el investigador Gonzalo Martínez Díez y el arabista Chalmeta analizaron los textos del historiador árabe Al Muqtabis y con esa información calcularon la ruta que siguió el califa cordobés al huir de Simancas remontando el curso del Duero aguas arriba y cambiando la fecha al 21 de agosto. A falta de confirmación arqueológica, ambos identificaron sin lugar a dudas el camino de Simancas: la fortaleza de Castrobón en las inmediaciones de Fresno de Caracena, y la Alhandega de esta batalla, barranco junto a la localidad soriana de Tarancueña.

Grabado de la batalla de la Alhándega.
Fuente: 
kripteiamiliteshispanus.blogspot.com.es

miércoles, 19 de agosto de 2020

20/08/1266: Soria pasa a ser ciudad.

En la actualidad, la categoría de una población viene dada por el número de habitantes, lo que a su vez determina otros condicionantes como servicios, comunicaciones, variedad de viviendas, comercios, número de representantes políticos,… Con frecuencia estas poblaciones conservan sus catalogaciones anteriores de forma que Madrid, por ejemplo, es hoy la capital del reino, siendo villa, y Osma, una pequeña población, con la categoría de ciudad, pero en la antigüedad no era lo mismo ser aldea, villa o ciudad, y su cambio no lo determinaba el número de centros comerciales sino la decisión del rey o hasta del papa.

La población de Soria surgiría a comienzos del siglo XII como aldea o quizá ya directamente como villa al ser la población cabecera de una importante comunidad de villa y tierra aunque la población más importante en muchos kilómetros a la redonda era, sin duda, Osma y el burgo surgido en el entorno de la catedral, donde tenía su sede el obispado y, además, albergaba los restos de un santo, san Pedro de Osma, por lo que Soria, que ya era sin duda una población importante y puede que con más vecinos o interés político o estratégico, sentiría algo parecido a la envidia al creer que sería allí donde tendría que estar al sede del obispado, o mejor, que Soria con las aldeas de su Tierra se erigiera como sede de un obispo propio.

En esta situación, allá por la mitad del siglo XIII, un sacerdote de nombre Agustín fue nombrado obispo de Osma y aunque nada sepamos de su persona, podemos suponer que sería de Soria o le tendría una especial querencia pues sus actuaciones no fueron imparciales y trató de beneficiar a esta población con iniciativas como la de convencer al rey de Castilla Alfonso X, “el Sabio”, para negociar con el papa Clemente IV la conversión de la iglesia colegial de San Pedro de Soria en concatedral con la iglesia de Osma, así como la concesión del título de ciudad para la villa de Soria, algo que según algunos autores llegó a concederse el 20 de agosto de 1266, pero que no trascendió, pues realmente el paso de villa a ciudad tendrá que esperar algo más de un siglo y a concatedral no lo fue hasta mediados del siglo XX.

Entonces, ¿se trata de un error? Puede ser, pero en cualquier caso de un error malintencionado pues antiguamente era relativamente frecuente inventarse historias, falsificar documentos o hasta árboles genealógicos que sirvieran como pruebas o argumentos de proyectos sin más consistencia que su falsedad. El problema ha sido que aquellos cronicones y documentos falsos no fueron destruidos y siglos después acabaron siendo antiguos de verdad, lo que les dio una cierta verosimilitud y aprovechamiento por personas que por ignorancia o por interés chovinista, los emplearon como justificación de un pasado glorioso irreal.

Esta reflexión ¿nos recuerda alguna situación del presente?

Traseras de la concatedral de San Pedro en 2006, el corazón de Soria en el siglo XIII, autor Alberto Arribas.
Traseras de la concatedral de San Pedro en 2006, el corazón de Soria en el siglo XIII, autor Alberto Arribas.

martes, 18 de agosto de 2020

19/08/1625: El Santo Cristo de los Olmedillos.

El 19 de agosto de 1625, el maestro cantero Sancho de la Riva firmó el contrato para realizar la obra de cantería de la iglesia parroquial de Olmedillos, hoy un despoblado ubicado junto a la granja del mismo nombre ubicada en término de Velilla de la Sierra.

“Olmediello”, en singular, fue una de las aldeas de la Tierra de Soria que aparece en el censo de Alfonso X de 1270, y que debió despoblarse a finales del siglo XV. Como muchos otros términos, fue ocupado ilegalmente por algunos caballeros sorianos que trataron de apropiarse de sus recursos, algo que correspondía a todos los vecinos de la Tierra de Soria. Sin embargo los “okupas” resultaban ser lo más granado de la sociedad de la época con responsabilidades jurídicas y políticas, por lo que, aunque la justicia les obligaba a abandonar aquellos territorios, en la práctica nadie les obligaba al cumplimiento de la sentencia y, en una gran mayoría, este y otro muchos términos acabaron pasando a manos de los poderosos que aprovecharon su terreno para la explotación agrícola y ganadera, construyendo como en este caso un importante granja que llegó a estar poblada por hasta 27 personas.

Sin embargo, y aunque no puede generalizarse a todos los casos, a menudo los usurpadores permitían el uso de los antiguos templos parroquiales que adquirieron la condición de ermita, celebrándose procesiones, rogativas y concordias en las que participaban los vecinos de los pueblos de alrededor.

Ese aparece que fue el caso de la antigua parroquia de los Olmedillos que acabó siendo una sencilla ermita bajo la advocación del Santo Cristo de los Olmedillos, una construcción de mampostería y sillar, de una sola nave dividida en tres tramos por fajones de medio punto sobre pilastras, y cubierta por lunetos y arista. Se accede a la capilla mayor a través de un arco triunfal de medio punto y se cubre con cúpula sobre pechinas. En el lado del Evangelio, junto a la capilla mayor, se abre un recinto cubierto por lunetos, y en el lado contrario se abre la portada formando un cuerpo saliente de sillar con arco de medio punto y gran óculo, por el que se accede a un ingreso situado a los pies de la iglesia con puerta igualmente de sencillo arco de medio punto moldurado entre escudos cuartelados en cruz con árbol, bandas, lises y veros. Espadaña a los pies de sillar, tres cuerpos y tres vanos.

Contiene destacados retablos barrocos, aunque las imágenes y elementos artísticos de valor han sido trasladados para evitar hurtos, y alberga también otros tesoros de interés más antropológico que artístico pues se guardan piernas y brazos de cera, coletas, trenzas o muletas,… exvotos que nos hablan de otra forma distinta de entender la fe y la devoción.

Vista de la capilla mayor desde el coro, autor Alberto Arribas.


lunes, 17 de agosto de 2020

18/08/1559: El papable Diego Laynez.

Tal día como hoy de 1559, falleció el papa Pablo IV y, conforme a las normas canónicas, se convocó el correspondiente cónclave del Colegio Cardenalicio que sería uno de los más largos de la historia pues la falta de acuerdo lo alargó hasta finales de año, y es que la discrepancia era tal que incluso llegaron a ofrecerle el papado a alguien que no era cardenal, algo inédito e inusual pero posible.

Fue una tarde de primeros de diciembre cuando el cardenal Otto Trusches, con el beneplácito del resto de cardenales, hizo llamar al adnamantino Diego Laynez, entonces uno de los más destacados teólogos del orbe católico, con la excusa de que les ayudase a resolver un problema de esa índole. Al entrar en las dependencias, probablemente la Capilla Sixtina, algunos cardenales le ofrecieron abiertamente que aceptase el reto de ser nombrado papa a lo que el de Almazán respondió huyendo apresuradamente, pero, pese a su negativa y al hecho de no ser cardenal, llegó a obtener doce votos, sin duda el punto más alto al que ha llegado la carrera eclesiástica de un soriano.

Escultura de Diego Laynez en su emplazamiento original de la plaza Mayor de Almazán.
Imagen de autor desconocido en Revista de Soria nº 15, primera época, 1971.

domingo, 16 de agosto de 2020

17/08/1664: Fray Pedro de Godoy, obispo de Osma.

Tal día como hoy de 1664, el sacerdote y fraile dominico Pedro de Godoy, catedrático de Teología en la Universidad de Salamanca, fue propuesto candidato al obispado de Osma, cargo pastoral que aceptó y que pudo compaginar con sus labores culturales como filósofo especializado en la obra de Santo Tomás de Aquino, llegando a editar su propia obra, las “Disputationes Theologicae”, una serie de siete volúmenes que imprimió (1668) en el taller que instaló en el propio palacio episcopal donde hizo llamar a unos impresores. Años después, en 1672, fue promovido al vecino obispado de Sigüenza donde permaneció hasta su fallecimiento.

Como con otros prelados de El Burgo de Osma, a través de la documentación que existe sobre sus visitas pastorales, podemos comprobar su faceta caritativa si bien a diferencia de otros, no se le reconoce como promotor de grandes obras artísticas o monumentales que le hagan ocupar un lugar meritorio en el episcopologio oxomense, y sólo en ámbitos muy concretos de la disciplina tomista se le tiene en consideración por sus aportaciones en el tiempo que fue obispo de Osma.

Retrato de Pedro de Godoy en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando,
pintado por Salvador Maella a finales del siglo XVIII.

sábado, 15 de agosto de 2020

16/08/1633: Brujos y curanderos en Soria.

Aunque el asunto de la brujería y la Inquisición resulte un tema interesante y sobre el que han corrido ríos de tinta -a menudo destacando o exagerando los detalles morbosos-, en la provincia de Soria son pocos los procesos que conocemos sobre procesamientos a brujas y, aunque los más conocidos sean los de Baraona, también hubo otros y a uno de ellos hoy nos vamos a referir.

En el archivo del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de Cuenca (Berlanga pertenecía a la diócesis de Sigüenza y ésta dependía del Tribunal de Cuenca) se guarda el expediente del proceso nº 6.257 titulado «proceso fiscal de las bruxas de Verlanga» que trata de una denuncia por un supuesto caso de brujería. Según la documentación, ante Francisco Zapata, escribano público de número y notario por autoridad eclesiástica, en marzo de 1635, compareció libremente el sastre Juan García, natural de Gómara donde residió algún tiempo pero actualmente vecino de Berlanga de Duero, para descargar su conciencia y denunciar un posible caso de brujería.

Según el testigo, se encontraba residiendo en Gómara el 16 de agosto de 1633 cuando sus dos hijos, un niño de cinco años y una niña de cuatro meses cayeron enfermos, por lo que recurrió a los servicios de Miguel Monzón, un sillero de Soria que recorría los pueblos para realizar su oficio pero que tenía fama de curar los males de ojo con pócimas y oraciones. El sillero se presentó en el domicilio confirmando el origen del mal, santiguó a los enfermos y rezó por ellos para a continuación pronosticar que la niña moriría pero que el niño mejoraría a partir de la una de la noche después de gritar “padre sáqueme de aquí que me mata la bruja”. El pronóstico se cumplió y la familia acabó emigrando a Berlanga donde los remordimientos del padre, hábilmente abonados por los predicadores, le hicieron confesar.

El proceso siguió su trámite y la Santa Inquisición de Cuenca encomendó las pesquisas al comisario licenciado Pedro de la Cal y al notario Francisco Calderón. Los dos, el segundo tenía su domicilio en Gumiel de Izán, partieron de allí hacia Soria (20 leguas) en septiembre de 1639 para tomarle declaración. El denunciado fue detenido e interrogado. Aseguró llamarse Miguel Monzón, tener 35 años de edad y desconocer las razones por las que se le tomaba declaración. A las preguntas de los inquisidores negó tajantemente haber realizado sanaciones contra el mal de ojo pero afirmó haber curado las heridas de algunas personas mediante hierbas del campo, vino y aceite, según había aprendido en Madrid durante su época como soldado, y que lo hacía cuando podía creyendo que así servía a Dios.

Ante esta declaración y en ausencia de otras pruebas, los inquisidores decidieron sobreseer la denuncia y dar el caso por archivado.

“Corrección” Capricho de Goya nº 46,
supuestamente inspirado en escenas brujeriles de la provincia de Soria, concretamente de Baraona.


viernes, 14 de agosto de 2020

15/08/1936: La masacre de Badajoz.

En este sección nos gusta rememorar gloriosas victorias o actos heroicos llevados a cabo por sorianos, cuya memoria recordamos con orgullo, pero en la historia también ha habido personajes cuyas actuaciones y recuerdo nos avergüenzan, y, aunque nos gustaría no tener que hacerlo, no podemos ni debemos olvidarlos, pese a la controversia que generan.

En la noche del 14 al 15 de agosto, el teniente coronel sublevado Juan Yagüe Blanco, natural de San Leonardo, en su calidad de responsable al mando de las unidades militares que tomaron por la fuerza la ciudad de Badajoz, fue responsable directo por dar la orden, o indirecto por permitirla, de una de las tragedias más importantes cometidas en la Guerra Civil, el asesinato de unas dos mil personas en la plaza de toros de Badajoz, el cinco por cierto de la población, en su mayor parte humildes campesinos sin formación, simpatizantes de la causa obrera que les prometía pan, pero también había concejales de pueblo, sindicalistas, maestros, afiliados a partidos de izquierdas o simplemente sospechosos de serlo. Nunca se sabrá el número definitivo de víctimas pues, aunque algunas fuentes basadas en testimonios de periodistas extranjeros, elevan esa cifra incluso a cuatro mil, otras han apuntado que ¡qué barbaridad, que no fueran tantas! y las han rebajado a “sólo” unas 1.200 las asesinadas, eso sin incluir a los que cayeron durante el combate en la toma de la ciudad. Los responsables de aquella matanza declararon que actuaron por venganza pues, tras el Alzamiento del 18 de julio, sectores afines a la República habían torturado y asesinado en Badajoz a varias personas por su condición religiosa o por ser simpatizantes de los sublevados, aunque al final y conscientes de la barbaridad, fueron muchos los que se retractaron y simplemente acabaron negando la tragedia.

De no haber testigos, la matanza probablemente habría sido negada y calificada como un suicidio colectivo o un accidente pero, al ser dada a conocer en el extranjero por periodistas internacionales, el suceso causó el disgusto de los generales sublevados (Franco entonces todavía no había sido aclamado generalísimo), no tanto por las víctimas sino por la mala impresión que les causó a esa imagen que ofrecían de salvapatrias, por lo que parece que dispusieron el cese de actuaciones semejantes que pudieran tener gran trascendencia mediática.

Respecto al papel de Yagüe, es cierto que no se ha encontrado una evidencia física y objetiva de haber dado la fatal orden, aunque hay que recordar que este personaje afín a las tesis más duras del Nazismo, calificaba a Franco de débil y pusilánime por lo que una decisión como aquella tampoco sería de extrañar. Pero, en cualquier caso y aunque Yagüe no la hubiera dado, igualmente seguiría siendo el responsable de la tropa que la cometió.

Desgraciadamente aquella no fue la única ni la última matanza de la Guerra Civil pues habría más, como las de Paracuellos del Jarama o las de la Cárcel Modelo de Madrid, y que se quedarían empequeñecidas al estallar la Segunda Guerra Mundial en la que todos los integrantes de la contienda cometieron matanzas indiscriminadas

Hitler a la izquierda frente a Yagüe, con gafas.
Imagen de Asociación Recuerdo y Dignidad,
tomada de 
badajozylaguerraincivil.blogspot.com

jueves, 13 de agosto de 2020

14/08/1918: El incendio de la iglesia de Quintana Redonda.

En la madrugada del 14 de agosto de 1918 un incendio arrasó el anterior templo parroquial de Quintana Redonda, un templo pequeño y, dicen, de un escaso valor arquitectónico si bien contenía una buena colección de imágenes del XV, lienzos y algún valioso retablo como el que donó el famoso bufón “Velasquillo”. Era su párroco don Celestino Zamora Ramos, el mismo sacerdote al que hemos hecho referencia en esta sección pues es el mismo al que, años después y siendo su párroco, se le quemó la iglesia de El Espino en Soria.

Las misas se celebraron al aire libre y en el Ayuntamiento, pero un pueblo sin iglesia era algo inconcebible por lo que muy pronto el párroco comenzó a gestionar la construcción de un nuevo templo. Tres años después, en 1921, presentó los planos realizados por Eduardo Gambra Sanz, arquitecto de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, que ideó un templo de inspiración neorrománica con galería porticada, canecillos tallados y arcos de medio punto, una obra que fue realizada por el maestro de obras soriano Guillermo Benito en un solar cedido en parte por don Leoncio González de Gregorio (político bien relacionado en la corte real) y por el propio Ayuntamiento, y financiado con donaciones de los vecinos del pueblo, pero también por buena parte de la nobleza española que atendió la llamada de socorro realizada por Leoncio González.

El templo, finalizado el 22 de abril e inaugurado el 18 de octubre de 1924, parte de una concepción románica. Está construido en piedra de mampostería con planta de cruz latina, cúpula central acampanada sin linterna y con pechinas, y toda con bóveda de cañón. En el exterior se observa una sencilla arquivolta, torre de planta cuadrada, pórtico con siete arcadas gemelas sustentadas por columnas, y capiteles decorados con temas vegetales, los símbolos de los cuatro evangelistas, escenas bíblicas y en otro aparecen los patrones del pueblo San Juan, San Urbano, San Gregorio y San Roque.

Los González de Gregorio corrieron con el coste del retablo mayor dedicado al Santo Cristo, también de factura moderna aunque realizado según los cánones del estilo barroco.

Iglesia antigua, imagen colgada por Pablo Font en su artículo
"Quintana Redonda... mi pueblo,... mi gente" (20/04/2009)

miércoles, 12 de agosto de 2020

13/08/1925: Orígenes en Soria de la fiesta de los conductores.

Tres años antes los conductores sorianos habían comenzado a celebrar la fiesta de San Cristóbal, 10 de julio, con una cena y baile, pero no había una entidad oficial que la organizase, y como la afición al motor creía poco a poco, pero sobre todo su actividad laboral y económica, tal día como hoy de 1925 un grupo de sorianos se reunieron con la idea de fundar una asociación mutual de motoristas (en el sentido general de aficionados a los vehículos a motor) y de talleres mecánicos para lo que eligieron una junta que diera los primeros pasos para redactar los estatutos de un colectivo que mucho más que una asociación de aficionados, pretendió ser además una sociedad de socorro mutuo que les asistiera en caso de accidente con atención sanitaria, farmacéutica y legal.

Aquella primera junta quedó así compuesta: Presidente, Francisco Arana; vicepresidente, Nicolás Modrego; tesorero, Prudencio Ruiz; secretario, Marcelino García; contador, Luis Villar; vocales, Godofredo de Marco, Donato Pérez, Julio Santamaría e Isidoro Martínez. Su sede es estableció en la calle Marqués del Vadillo 10, principal, y, además de los actos mutuales, la “Sociedad Automovilística San Cristóbal” se ocupó de organizar un completo programa de actividades para festejar el día de su patrón en el que no faltaba el desfile con la bendición de vehículos, comida de hermandad, novillada y verbena, en la que se sorteaba un coche, un clásico del comienzo del verano soriano que se celebró hasta el año 2000, pues al año siguiente, por falta de recursos económicos y de voluntarios que quisieran sacar adelante ese trabajo, la fiesta dejo de celebrarse.

Desfile/procesión con la imagen del santo y bendición de vehículos delante de la iglesia de San Francisco el 10 de julio de 1967. Imagen de Salvador Vives Soriano en JCYL AHPSo 27729.

12/08/1682: El obispo fray Sebastián de Arévalo y Torres toma posesión de su obispado.


Unos días antes había tomado posesión por poderes del obispado de Osma, pero de facto lo hizo, tal día como hoy de 1682, cuando el franciscano se trasladó e instaló en la residencia episcopal de El Burgo de Osma.

El nuevo prelado pronto se dedicó a conocer su obispado y sus gentes, particularmente sus deficiencias y los males que les aquejaban, y aunque en lo apostólico destacó como continuador del proceso de canonización de su predecesor, Juan de Palafox y Mendoza, que concluyó en 1688, si se le sigue recordando hoy es, sobre todo, por las muestras de generosidad en favor de los más necesitados, en forma de dinero o de grano, como cuando auxilió a los vecinos de Soria, en 1710, con mil medias de trigo para paliar el hambre que hubo aquel año en la capital, pero también en forma de edificio pues el obispo mandó construir a sus expensas un nuevo hospital en la villa burgense que sustituyese al viejo hospital de San Agustín que había construido su antecesor Pedro de Montoya en 1468.
El actual hospital de San Agustín es, sin duda, el edificio más representativo del barroco en la provincia de Soria y una joya arquitectónica provincial que hay que conocer, pero además ha sido un centro asistencial médico hasta mediados del siglo XX, cuando fue clausurado para ese fin y reconvertido en centro docente, cultural y turístico, particularmente desde su declaración como Bien de Interés Cultural en 1999.

Hospital de San Agustín entre 1928-36. Imagen de Otto Wunderlich en www.mcu.es/fototeca_patrimonio


martes, 11 de agosto de 2020

11/08/1876: El condado de Berlanga de Duero.


La villa berlanguesa debe ser una de las pocas poblaciones que da su nombre a dos títulos nobiliarios, el Marquesado de Berlanga y el Ducado de Berlanga de Duero.

Del primero hemos tratado varias veces y volveremos en otras ocasiones, pero del segundo nunca lo hemos hecho, por lo que lo haremos hoy ya que, en esta jornada de 1876, el rey Alfonso XII lo concedió al bilbaíno Cándido Alejandro Palacio y Espina (1811-1879), fiscal del Real Cuerpo de Hijosdalgos de la Nobleza de Madrid –donde residía-, caballero de la orden de Alcántara, y mayordomo de Semana de S. M. en Derecho.
El título pasó a su hija, y más tarde a su nieta María Romrée Palacio, casada con el ingeniero inglés Edgar Neville, padres del diplomático Edgar Neville Romrée, más conocido por su faceta de autor de obras de teatro de cierto éxito en la España de la segunda mitad del siglo XX. Este IVº Conde de Berlanga lo transmitió a su hijo Rafael Neville Rubio-Argüelles, arquitecto y pintor de éxito, que murió sin hijos y lo traspasó al VIº Conde, su hermano Santiago, padre del VIIº y actual conde, Edgar Neville Guill que se dedica al paisajismo y a la jardinería en Gran Canaria.

Sobre la vinculación del dramaturgo en la villa de Berlanga, el autor del artículo “El Conde de Berlanga” (05/05/2009) en berlanga.blogia.com informa que en una ocasión visitó la villa soriana y que incluso mostró interés en comprar el castillo, pero en aquellos momentos había dedicado sus recursos financieros a una producción cinematográfica y fue posponiendo este proyecto que finalmente no pudo realizar.

Charles Chaplin “Charlot” a la izquierda y a la derecha Edgar Neville Romrée IVº conde de
Berlanga de Duero. Imagen tomada de 
libertaddigital.com


lunes, 10 de agosto de 2020

10/08/1299: Los frailes mercedarios en Soria.


El 10 de agosto de 1299, ochenta y un años después de la creación de la orden Mercedaria por San Pedro Nolasco, se documenta la existencia de mercedarios en Almazán y Soria, algo que sabemos gracias a una bula del papa Bonifacio VIII en esa fecha y que circunstancialmente recoge su existencia.

La orden mendicante de la Merced nació en Barcelona, en 1218, con el compromiso de rescatar a los cristianos apresados por los musulmanes y muy pronto se extendió por toda la península ibérica. En Almazán sabemos que estuvieron asentados pero desconocemos con seguridad si su emplazamiento original pudo ser el que existió en la calle de la Merced, ya que, aunque las actuales ruinas disfrutan la condición de BIC parecen corresponder a un edificio construido en los finales del siglo XVI o comienzos del XVII. El monasterio, que alberga los restos mortales de fray Gabriel Téllez “Tirso de Molina”, fue desamortizado, pasó a manos particulares y hace pocos años pasó a ser propiedad municipal sin más uso que alguna esporádica actividad cultural. De aquella obra apenas conserva su fachada barroca con puerta adintelada y dobles columnas toscanas en los flancos, todo ello coronado por frontón curvo, parte de los claustros y de la capilla mayor.
De la orden, en Soria capital, apenas se conocen datos e incluso esta documentación de 1299 ha sido puesta en duda, pero sí se sabe con seguridad de su asentamiento en 1387 y de sus diversos emplazamientos en edificios religiosos que habían sido abandonados como la ermita de San Andrés, las iglesias de Nuestra Señora de la Puente, el monasterio del Sancti Spiritus, la propia colegiata de San Pedro cuando los canónigos se trasladaron a San Gil, y finalmente la antigua parroquia de San Martín de Canales que acabó siendo su emplazamiento definitivo hasta la desamortización de 1835, cuando su monasterio quedó convertido en hospicio y hoy es el Centro cultural “Tirso de Molina”, propiedad de la Diputación provincial de Soria.

Escudo de la orden mercedaria en el camarín de la iglesia de la Merced, hoy Aula Magna.
Fresco pintado por Antonio Zapata a comienzos del siglo XVIII y recientemente restaurado por la Diputación provincial de Soria.


domingo, 9 de agosto de 2020

09/08/1002: Muerte de Almanzor.


En estos comienzos del siglo XI, probablemente la persona más poderosa, temida y odiada a partes iguales por cristianos y musulmanes de los reinos hispánicos fue el caudillo cordobés Ibn Abi Amir Muhammad Ben Abi Amir, más conocido como Almanzor, “el Victorioso”.

         Nuestro personaje fue político, consejero, diplomático, conspirador. Pero sobre todo fue un guerrero, un formidable soldado sin piedad, incapaz de hace otra cosa que no fuera robar, matar y saquear. Su fortuna era tan incalculable, como el número de sus víctimas. Razón esta por la que los reyes de Navarra y de León, así como el conde de Castilla don Sancho, estuviesen desesperados porque se veían incapaces de detener el avance del cordobés que llegó a profanar la mismísima catedral de Santiago. Sin embargo decidieron pararlo uniendo sus fuerzas y tenderle una emboscada.
         Aquel verano, Almanzor y sus hombres regresaban a Córdoba tras una campaña de saqueo y destrucción por las tierras cristianas del norte peninsular que fue especialmente dramática en el monasterio de San Millán de la Cogolla donde mató a más de doscientos monjes antes de quemarlo.
         La coalición cristiana le seguía de lejos y sabían que tras ese golpe el mejor camino para regresar al sur era descender por Santa Inés y cruzar la Sierra de Cabrejas por Muriel hasta Calatañazor donde los cristianos envolverían al ejército musulmán entre dos flancos y presentarían combate abierto. Los movimientos de los cordobeses fueron los esperados y, cuando el 6 de agosto de este año el ejército de Almanzor rodeó el cerro de Calatañazor y entró por el valle, el rey de Navarra con su ejército desde el lado izquierdo, el conde Sancho García de Castilla por el derecho, y el rey de Navarra al sur, cerrándole el paso del Duero, cayeron sobre las tropas musulmanas. El derrame de sangre fue tal que desde entonces se llama a ese paraje el Valle de la Sangre, lugar donde tuvo lugar una terrible batalla que, aunque no acabó con un claro vencedor, sí hubo perdedores, las víctimas, y entre ellas el propio Almanzor que, más que perder el mítico tambor, perdería la vida unos días después.
         Sus hombres le llevaban en unas parihuelas camino de Medinaceli para que se recuperase de las heridas pero, el 9 de agosto y al pasar cerca de Bordecorex, Almanzor, aquel temible guerrero cuyo nombre inspiraba temor, murió y, conforme a sus deseos, fue envuelto en un sudario confeccionado por sus hijas con una tela que había sido comprada en Damasco con el dinero que le rentaban unas tierras que heredó de su padre, a su alrededor el polvo recogido en cada una todas las batallas en las que había participado, y junto al cadáver también sus armas y su Corán.

         Esa es la historia oficial, unos hechos ocurridos hace ya más de mil años que sirvieron de inspiración a guerreros cristianos muchos siglos después y que entretuvieron los trasnoches de invierno alrededor del hogar, pero que según algunas investigaciones recientes nunca ocurrieron. La figura de Almanzor está bien documentada, y parece que también su muerte y entierro cerca de Medinaceli, pero la épica batalla de Calatañazor dicen que fue fabulada, lo que nos lleva otra vez a pensar si ¿la Historia es lo que pasó realmente o lo que nos han contado?

Castillo de Calatañazor. Autor: Alberto Arribas.

sábado, 8 de agosto de 2020

08/08/1992: El oro de Fermín Cacho.


Un titular de la prensa general de la época abrió al día siguiente con el titular: “El día más feliz de España”, una hipérbole desde luego, pero puede que no tanto, si nos ceñimos a los límites provinciales, pues en esa jornada toda la provincia vibró a la vez, como no lo había hecho nunca.

         Aquella tarde del 8 de agosto de 1992, en el marco de los Juegos Olímpicos de Barcelona, el agredeño Fermín Cacho Ruiz, con 23 años de edad y llevando el dorsal 404, se proclamó campeón olímpico en la prueba reina del medio fondo, los 1.500 metros. No fue el primer oro de aquellas olimpiadas ni el ultimo para el deporte nacional, pero el de Cacho supuso el momento más importante del atletismo español, y abrió el camino de esa disciplina a nuevas generaciones de jóvenes.
         Pero si para el atletismo nacional la gesta de Cacho resultó un punto de inflexión, mucho más lo fue para todos los sorianos pues, aficionados al atletismo o no, dentro de la provincia o en el otro lado del mundo, todos nos estremecimos a la vez durante esos interminables 3 minutos 40 segundos con doce décimas, y explotamos a la vez, de una forma que no hemos vuelto a vivir, o quizá sí cuando aquel gol de Barbarín cuatro años después.

         Era verano. Algunos lo vimos en el bar de la playa de Herreros, o en un bar de Benidorm; otros en su casa o lo oyeron por la radio en la Laguna Negra ¿Dónde estabas tú cuando el oro de Cacho?

Imagen de autor desconocido tomada de soriatletismo.com


viernes, 7 de agosto de 2020

07/08/1922: La plaza de la Leña pasa a ser la de Santiago Ramón y Cajal


Una de las peculiaridades del callejero soriano es que algunas calles y plazas llevan nombres de ilustres personajes a quienes se les quiso homenajear en su día dedicándoselas, pero todo en vano pues por regla general los nombres originales se resisten a desaparecer generación tras generación por un sentimiento conservador prácticamente atávico. Un ejemplo típico es la plaza de don Ramón Benito Aceña que todos llamamos de Herradores o la de Ramón Ayllón que es el nombre oficial de la plaza del Carmen, y eso con grandes prohombres que si nos fijamos en los nombres de políticos que un día bautizaron nuestras calles, ensalzados en su momento y denostados después, la lista sería interminable. Eso se debía al sincero sentir de nuestros ediles que quisieron homenajear a grandes personajes, lo fueran o no, pero también al ánimo de considerar antiguos y desfasados nombres que aludían a una Soria rural, gremios antiguos o las actividades o mercados allí celebrados.

Sin embargo uno de los pocos ejemplos que se impuso y que ha logrado asentarse llevándose prácticamente al olvido el nombre original es el que trataremos hoy. En la Soria antigua, cada plaza solia estar especializada en una actividad mercantil concreta y la de la Leña era el espacio donde los vendedores de este combustible y por extensión, de cisco y carbón, acostumbraban a vender sus productos.

Tal día como hoy de 1922 el consistorio soriano decidió homenajear al ilustre científico Santiago Ramon y Cajal dedicándole este espacio urbano céntrico y frecuentado donde ya existían viviendas y comercios. En principio el nombre no prosperó pero poco a poco y quizá como sincero homenaje del pueblo a quien fue premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1906, el nombre original fue olvidándose y sustituido por el actual y aunque nadie use ya el nombre de “plaza de la Leña”, seguro que los que pasan la cincuentena recuerdan haberlo oído a sus mayores, igual que los de plaza del Trigo o del Chupete.

Tarjeta postal de la plaza de Ramón y Cajal hacia 1930, autor desconocido, colección particular.


jueves, 6 de agosto de 2020

06/08/1932: Libertad de expresión.


Por oposición radical a la dictadura franquista, hoy puede darnos la impresión de que la Segunda República española fue un periodo de libertades absolutas pero hay que reconocer que aunque fue un sistema democrático y constitucional que garantizaba muchos derechos y libertades como el de expresión o prensa, también tuvo sus claroscuros y no fue raro que los diferentes gobiernos republicanos tuvieran que recurrir en más de una ocasión a la censura de los medios de comunicación críticos con el régimen, cuando no a la sanción, el secuestro de la edición o la suspensión, y hasta a las amenazas a los periodistas, que en algunos casos fueron encarcelados.

         Eso sí, hay que reconocer la ecuanimidad de sus criterios pues esa censura se aplicó a la prensa de toda tendencia y condición, y aunque el monárquico ABC fue de los más perjudicados, también hubo para la prensa nacionalista vasca, revistas de información general, prensa deportiva y, claro, prensa provincial.
         Una de las primeras cabeceras que sufrió la censura de las autoridades republicanas fue el entonces semanario soriano: “Hogar y Pueblo”, un periódico de tendencia católica con una línea editorial claramente beligerante contra el gobierno al que atacaba, a veces realmente con poco fundamento, sin embargo parece que fueron una serie de artículos de opinión, recogidos en las semanas previas, sobre una conspiración comunista contra España lo que causó el disgusto de las autoridades que, tal día como hoy, dispusieron la orden de suspender la publicación y que se hizo efectiva hasta el 7 de septiembre.
         Medidas semejantes también se aplicaron días más tarde a “El Avisador Numantino” y a muchas otras cabeceras de todo el país y, aunque su análisis crítico se escape a esa sección, hay que reconocer que cuesta mucho conceder legitimidad a un régimen político que impide la crítica su gestión.

La ciudad de Soria en 1932 vista desde el Castillo.
Tarjeta postal de autor desconocido, col. particular.


miércoles, 5 de agosto de 2020

05/08/1411: Sobre las dudas del origen del castillo de Serón.


Un problema muy común de los historiadores suele ser la datación de los monumentos histórico artísticos, algo demasiado frecuente pues pocas veces se cuenta con documentación fiable que permita dar una fecha concreta y, a menudo, hay que recurrir a detalles constructivos, decorativos o comparaciones estilísticas, y aunque parcialmente también se tenga en cuenta la tradición oral, las leyendas o la propia toponimia de cada lugar, con frecuencia las costumbres locales se oponen a los criterios más técnicos generando cierta controversia entre los del pueblo, (pues ¡quién lo va a conocer mejor!) y la gente con estudios (¡qué sabrán los forasteros!).

         Algo así ha pasado durante mucho tiempo con la fortaleza de Serón de Nágima donde quedan los restos de un importante castillo, lamentablemente cada vez en peor estado, cuyos orígenes se han basado tradicionalmente en época musulmana al conocer que en determinados momentos de ese periodo histórico esta zona fue en varias ocasiones "campo de batalla", y estuvo dotada de construcciones y fortificaciones militares de esa época. Si a eso le unimos el análisis de sus técnicas constructivas que recuerdan a algunas fortalezas andaluzas o marroquíes, la opinión parece o parecía unánime, y seguro que todos hemos leído en algún sitio que el castillo de Serón era musulmán. Sin embargo hay indicios que apuntan la posibilidad de que esta construcción tenga un origen bastante posterior.
         Conocemos algunos documentos y datos que nos hablan de la villa y lugar de Serón al menos desde el siglo XII pero referenciando siempre una población, no una fortaleza, algo que no aparece hasta la efeméride que tratamos hoy cuando el infante Juan, futuro rey Juan II de Castilla, vendió el señorío de Serón y su castillo a Sancho Sánchez de Rojas, obispo de Palencia. En este documento fechado en Ayllón el 5 de agosto de 1411 dice: «Fago vos merced e donacion de la my villa de Seron con su alcazar e fortaleza e casa fuerte, e con todas su tierras e terminos, e aldeas e vasallos, cristianos e judios e moros, quantos oy dia ay, moran e morasen de aquí adelante... E de todo derecho que yo he o devo aver e me perteneze o debe pertenezer, en qualquier manera e por qualquier rrazon, en la dicha villa e alcazar e tierras». Sabemos que su anterior propietario, Lope Fernández de Padilla, disfrutaba del citado señorío desde 1475 y que entonces no se citaba fortaleza alguna lo que nos hace pensar que entre estos treinta y seis años el citado Lope mandó construir el castillo.
         A falta de otros documentos que puedan salir a la luz, la confirmación o no de esta hipótesis solo será posible a través de la arqueología, algo que lamentablemente no se tiene proyectado ni presupuestado a medio ni largo plazo. Mientras tanto conformémonos con la investigación bibliográfica y con los estudios como los de Ignacio Javier Gil Crespo en el artículo Interpretación constructiva de la fábrica de tapia de tierra del castillo de Serón de Nágima en «Castillos de España» nº º73-174 (Edita AEAC, Madrid, diciembre 2013) que desarrolla el análisis de esta fortaleza.

Castillo de Serón de Nágima hacia 2015, autor Carles de Escalada.