17/05/1866: La ciudad de Soria se encontraba en
pleno proceso de expansión: ampliándose, creciendo en población y
modernizándose. Al tiempo que los sorianos no entendían qué pintaba algo tan
obsoleto como las puertas y las murallas arruinadas que, por otra parte, los
informes sanitarios de la época calificaban como algo sucio e insalubre.
Las puertas, además, se habían ideado
para una función defensiva y eran poco prácticas puesto que no dejaban pasar a
dos carros a la vez. Por este motivo, las autoridades dispusieron el derribo de
las puertas que quedaban en pie, eliminado también todo aquel tambor o lienzo
de muralla que impidiese el correcto desarrollo urbano. La medida fue llevada a
cabo de inmediato procediendo al derribamiento de la puerta del Postigo y de
sus dos tambores. La demolición dejó al descubierto alguna vivienda particular
por lo que, en tal día como hoy de 1866, el maestro de obras Zacarías Benito
Rodríguez presentó el proyecto para tapar las viviendas que habían quedado al
descubierto por este derrumbe.
De aquello hace ciento cincuenta años
y aunque la sensibilidad hacia la muralla de la ciudad es diferente, este
cambio ha sido muy reciente y poco generalizado pues, en general, los sorianos
no tenemos mucha idea ni siquiera de por donde discurría nuestra muralla.
Muy diferente es el caso de Almazán
que además de de mantener varias puertas en buen estado va despejando poco a
poco sus lienzos convirtiéndola en un motivo más de visita, de admiración y, por
qué no, hasta de envidia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario