15/05/1793: La efeméride de hoy resulta un tanto
controvertida ya que el final tiene dos variantes. La que dice que culminó en
tierras sorianas y la que no. Pero como en el peor de los casos afecta a Soria
de refilón vamos a detenernos a hablar de ella.
El
15 de mayo de 1973 tuvo lugar el primer vuelo documentado de una persona a
través de un mecanismo autopropulsado.
El
hecho tiene dos versiones que ahora pasamos a relatar.
En esta fecha, Diego Marín Aguilera, un pastor burgalés de Coruña del Conde −entonces obispado de Osma− comenzó un viaje aéreo con un artilugio que había construido y que le permitió volar 32 km, desde su pueblo natal hasta El Burgo de Osma. Y aunque tenía previsto llegar hasta Soria no consta que así lo hiciera. Hay quien afirma que sí llegó hasta El Burgo de Osma y que regresó sano y salvo de nuevo a su pueblo.
Cuentan
las crónicas que observando el movimiento de las aspas de los molinos y el vuelo
de las aves Diego ideó y construyó una máquina voladora descrita como una
especie de pájaro mecánico fabricado con armazón de madera y dotado de dos alas
de 2,08 metros
formadas por finas varillas de hierro entrecruzadas de alambre y recubiertas
por plumas de águila con la misma disposición que en la anatomía de estas aves.
La cola estaba construida igual que las alas, lógicamente también a escala y proporción
de pesos, y la autopropulsión estaba dotada de mecanismos y manivelas para
mover tanto las alas como la cola para poder gobernar la aeronave.
El
día de su despegue y ayudado por sus amigos y confidentes lo subió al monte,
donde todavía está el castillo de su pueblo, y desde allí con total seguridad
en su proyecto, se lanzo al aire con la determinación de llegar hasta Soria
haciendo escala en una colina de El Burgo de Osma y después regresar al pueblo,
aprovechando las térmicas como hacen las aves. A partir de este momento, hay
dos variantes de la historia. La que dice que fue hasta El Burgo de Osma y regresó
y la que dice que voló unos cientos de metros hasta que cayó al suelo y sus
vecinos destruyeron el aparato al entender que era un artilugio del demonio.
La
otra versión de la historia dice que como Ícaro, quiso volar más alto y más
rápido con lo que construyó otro artefacto más grande que “sólo” voló cuatrocientos
metros antes de estrellarse. Fue entonces cuando sus supersticiosos vecinos
entendieron el invento como una obra maligna e hicieron lo que consideraron más
adecuado, quemar esa máquina del infierno.
Diego
murió en 1799 y se le debe considerar un avanzado pues además de este proyecto
construyó otros artilugios entre los que se recuerda una sierra que mejoraba la
extracción de mármol en las canteras de Espejón.
Monumento conmemorativo formado por un avión moderno colocado en honor de Diego Marín en Coruña del Conde (Burgos).
Fuente foto: Wikimedia Commons. Autor: Juan Carlos Gómez.
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