martes, 1 de septiembre de 2020

01/09/1920: Un nuevo curso escolar comienza.

El 1 de septiembre de 1920 comenzó en Soria el curso escolar con la novedad de un nuevo colegio, el San José, que dirigido por una congregación de padres franciscanos se asentó en el antiguo palacio de los barones de Pallaruelo comprado varios años antes por los hermanos García Sanz con idea de instalar allí una instalación benéfico-docente. El primer colegio que allí se asentó, dirigido por los padres eudistas, se instaló allí en 1908 pero no prosperó, como tampoco lo hicieron los dirigidos por maristas y mercedarios que, al parecer, buscaban la rentabilidad más que la caridad. Finalmente, en 1919 el obispo de Osma don Mateo Múgica logró convencer a los franciscanos que ya se instalaron a comienzos de 1920, constituyendo una pequeña comunidad a cargo del padre Bernardino Aguado que con otros dos sacerdotes y dos frailes pusieron en marcha un colegio que aquel año matriculó a doscientos niños de los que ciento veinte lo hacían de forma gratuita.

Fue el primer colegio privado masculino de la provincia, y la mayor parte del alumnado recibía las enseñanzas y la comida gratis. Durante años el colegio creció y fue desarrollándose en número de alumnos, aulas e instalaciones, llegando a reconstruir todo el colegio, las instalaciones conventuales, la iglesia, el seminario o el polideportivo, el primero de esas características en un colegio soriano. Pero las vocaciones religiosas fueron desapareciendo casi a la par que descendió la natalidad y aunque el colegio se hizo mixto, poco a poco fue languideciendo, y en manos de una fundación particular, fusionado con el colegio Sagrado Corazón al finalizar el curso 2016-17 que fue el último.

Hoy, que recordamos el centenario de su fundación como colegio, debería ser una jornada feliz y gozosa para las miles de personas de varias generaciones que nos hemos formado en sus aulas, pero es una jornada triste pues aunque la decisión no nos haya sorprendido, los pocos frailes que quedan anuncian que cierran el convento y se marchan.

Atrás, en la memoria, quedan tantos recuerdos y vivencias como personas han pasado por allí, y aunque no todo haya sido perfecto y también haya un hueco para las malas experiencias, hoy quedemos quedarnos con lo mejor, y hemos preferido representarla en la imagen de uno de los frailes más recordados y queridos, el padre Eusebio. Seguro que cada uno tenemos nuestras preferencias pero el padre Eusebio, con sus métodos pedagógicos que hoy harían echarnos las manos a la cabeza o con sus trucos de magia que nos dejaba embobados, representaba como nadie el lema franciscano: Paz y Bien.

Padre Eusebio Andoño en un aula del colegio San José hacia la década de 1960. Imagen del archivo de José Antonio Mateo Martín.



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