Ya hemos comentado en alguna ocasión las peculiaridades del callejero soriano que honra igual a grandes personajes como a otros muchos que apenas hicieron nada significativo pero que en su día y a ojos de la correspondiente corporación municipal merecieron ese honor sin haber hecho algún hecho nada fundamental en la ciudad, y aunque hay que dejar claro que no se pretende abrir el debate de la conveniencia de cambiar nombres, hay que reconocer que en muchos casos no se conocen los méritos para tener calle en Soria capital, aunque como veremos, en el caso de hoy sí podría merecerlo en Guijosa o Espeja de San Marcelino.
Uno
de esos personajes históricos que a todos nos suenan por dar nombre a una calle
es el Cardenal Frías, un sacerdote burgalés llamado Pedro Fernández Frías que nació
a mediados del siglo XIV en Frías (Burgos) o Medina del Campo (Valladolid) y
que según sus biógrafos fue un raro ejemplo de alguien que habiendo nacido en
la clase baja del pueblo, gracias a su ingenio y a los favores recibidos del
arzobispo de Toledo Pedro Tenorio, logró llegar a lo más alto de la sociedad de
su época pues fue arcediano en Burgos y Treviño (1379), obispo en Osma (1379),
consejero del rey Juan I (1386) y cardenal de la Iglesia Católica (1394) en la
época del Cisma de Occidente, pero hay que reconocer que otros biógrafos que no
niegan esa cualidad le añaden otras mucho menos favorecedoras como al de ser un
intrigante en la Corte de Castilla y en la papal después, un tipo soberbio, astuto
y taimado sin escrúpulos que se sirvió de la mentira, la violencia o la
traición para trepar y conseguir sus objetivos personales.
Lo cierto es que tuvo la suerte
de ser el perejil de todas las salsas y ya fuese por sabiduría, odio, respeto o
temor, fue testigo y protagonista de excepción de algunos de los
acontecimientos más importantes de su época pues fue consejero del rey de Castilla
Juan I, diplomático, obispo y cardenal, lo que le permitió participar activamente
en las intrigas palaciegas, cónclaves y concilios más controvertidos de la
Iglesia.
Murió en Florencia tal día como
hoy, siendo trasladado y enterrado en la catedral de Burgos pero en cuanto a
los motivos para tener calle en Soria, los únicos que conocemos son que
autorizó la instalación en la ciudad de los frailes mercedarios, y en la
provincia que fue mecenas y fundador en 1402 del monasterio jerónimo de Espeja
de San Marcelino al que colmó de donaciones, riquezas y bulas papales, incluso
sus monjes fueron los beneficiarios de su testamento, lo que llevó a negociar
con el rey Juan II algunas cuentas pendientes que tenía con el finado.
No es que fundar un monasterio
sea poca cosa, pero no parece que sea suficiente motivo para dedicarle calle.
Calle Cardenal Frías en su confluencia con la plaza de las Eras, Soria. |
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