El primer semestre del año fue muy activo en el asunto de la variante de la ciudad cuyo principal defensor no era el ministro de Fomento sino el de Cultura, el inefable Ricardo de la Cierva que parece que se tomó el asunto como algo personal, despreciando incluso a los que no querían que la carretera de circunvalación de Soria discurriera por lo que hoy es el paseo de San Prudencio. Los sorianos en general –al igual que la mayor parte de sus representantes políticos, sindicales y sociales– habían asumido tener que sacrificar ese paseo, que hay que reconocer que tampoco era lo que es hoy, en pos del progreso pues no había opción posible, y tan sólo un pequeño pero destacado grupo de intelectuales españoles acompañadas de un puñado de sorianos, se opusieron y entendieron que otra opción, la Variante Norte, podía ser posible, firmando un manifiesto que fue publicado en El País a mediados de mayo oponiéndose a la variante Sur.
Entre
los que firmaron aquel manifiesto y algunas adhesiones posteriores estaban los
nombres de Julián Marías, Fernando Sánchez Dragó, Miguel Delibes, Gerardo
Diego, Francisco Umbral, Víctor de la Serna, Vicente Aleixandre, Clemente Sáenz
Ridruejo… Aquellos nombres no eran un grupo de desarrapados cualquiera y aunque
el ministro de la Cierva manifestó que no daría su pie a torcer, como poco le
daría qué pensar pues alguno de esos personajes eran amigos suyos, lo que
también abrió los ojos a algunos representantes públicos sorianos que
comenzaron a pensar si no se habrían apresurado al apoyar incondicionalmente el
proyecto, especialmente cuando el diputado socialista por Soria Manuel Núñez Encabo, el único que no la apoyó,
hiciera pública su opción contra el proyecto.
Aquel verano soriano fue muy entretenido en lo político, pero en lo que a este proyecto se refiere fue un periodo sin grandes actuaciones en el que los que se oponían a la Variante Sur, que ya comienza a denominarse “barbarie sur”, se reorganizaron, y convocaron el 13 de septiembre en la pradera de las Bailas un acto público de carácter festivo y reivindicativo que para muchos sorianos supuso un punto de inflexión pues aquel día se convencieron de que otra solución era posible para ese problema y que la voluntad de un pueblo se expresaba en las urnas pero también en actos y concentraciones como el que referenciamos hoy y al que asistieron unas 300 personas.
Paseo de San Prudencio hacia 1980 que terminaba en la llamada “fábrica de grasas”. Col. particular. |
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