Hace unos días hablábamos de la particular vinculación del rey de Castilla Juan I con la ciudad de Soria y de la especial querencia de este monarca a estas tierras en las que fue feliz y donde gustaba de pasar temporadas, y eso en una época en la que no había una única población del reino que pudiera ostentar lo que ahora conocemos como “capital de la nación” y la corte real tenía una carácter básicamente itinerante.
Probablemente
este y otros monarcas medievales tuvieran varias casas o residencias en las
poblaciones importantes del reino, ya fuera en palacios, castillos, alcazabas
conquistadas a los musulmanes o edificios construidos exprofeso, pero que sepamos
Juan I fue el único que decidió construir palacios, en plural, en la ciudad de
Soria.
La
noticia la conocemos por varias referencias, una de ellas se fecha hoy cuando
este rey dispuso
el privilegio de que los frailes franciscanos sorianos celebrasen en la capilla
de su palacio una misa de Espíritu Santo los primeros dos domingos de cada mes,
para lo que les concedió otros dos mil maravedises a sumar a otras donaciones
anteriores.
Se ignora donde estuvieron estos palacios y la suerte
que corrieron tras la muerte del monarca, aunque visto el escaso interés de otros
monarcas por la ciudad de Soria, se supone que tras su fallecimiento serían
abandonados y sin cuidados básicos, al poco desaparecerían o estarían en mal
estado de conservación pues aunque se citen como existentes en 1447, consta que
en la visita real a Soria de 1435 por su nieto el rey Juan I, éste tuvo que
instalarse en un palacio que había sido de Carlos de Arellano.
Tradicionalmente se ha supuesto que estarían en el entorno del barrio del Tovasol al suponer que aquel sería el centro neurálgico de la ciudad en el siglo XIV, si bien algunos autores se inclinan a ubicarlo en el entorno de la plaza Mayor.
Plaza del Tovasol c. 1975, archivo Andrés Cámara. |
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