Desde hacía unos cinco años y para salvaguardar las buenas costumbres, los Reyes Católicos habían dispuesto que los judíos de sus reinos se verían obligados a vivir separados de la población cristiana constituyéndose en Soria dos aljamas o juderías, la tradicional del Castillo y otra más en el entorno del actual edificio del Ayuntamiento y la calle las Fuentes que hasta bien entrada el siglo XIX se llamó “de la Judería”. Hasta esa fecha y durante un periodo temporal impreciso pero probablemente muy amplio, los judíos sorianos que lo eligieron viviendo plenamente integrados con sus vecinos cristianos sin que se conozcan problemas de convivencia. Sabemos que hubo judíos residiendo en la calle Aduana Vieja junto a la iglesia de San Clemente, en el entorno de la calle Teatro hacia Caballeros e incluso en lo que ahora son los cocherones de Gonzalo Ruiz junto a la parroquia de Nuestra Señora del Poyo.
Sin embargo aquella decisión que tendría fundamento
teológico no lo tendría socialmente pues parece que la integración era plena y
aquel apartamiento les imposibilitaba incluso a ejercer sus oficios fuera del recinto de la juderia, así como a vender y contratar mercancías, lo que les acarreaba un
grave perjuicio. Ante esos argumentos y probablemente por la pérdida de
ingresos fiscales que tanto necesitaban, los Reyes Católicos decidieron tal día
como hoy de 1485 conceder licencia a los comerciantes judíos para tener tiendas
fuera de la juderia, con la única limitación de que no contrataran ni vendieran
mercancías los domingos y dias festivos, asi como que no comieran ni durmieran
en dichas tiendas. En definitiva, se daba via libre a los contactos entre
judios y cristianos en el aspecto puramente mercantil, pero se trataba de
evitar una convivencia más profunda, una circunstancia que pocos años después
les hizo adoptar una drástica decisión que aún lamentamos, la expulsión.
Imagen del Castillo de Soria hacia 1910 en cuyo entorno se instaló la principal aljama de Soria. Autor desconocido, colección particular. |
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