Uno de los acontecimientos recordado en este año becqueriano es el fallecimiento del pintor Valeriano Bécquer, un destacado artista plástico cuya carrera creció de formar paralela a la de su hermano, el escritor Gustavo Adolfo, pero cuya sombra artística como literato ha hecho eclipsar al gran pintor que fue Valeriano.
Ya
hablaremos del escritor pero hoy queremos dedicarnos a Valeriano y comenzaremos
comentando su infancia en Sevilla (1833) en el seno de una familia de
reconocidos pintores, y aunque pronto quedó huérfano, siguió aprendiendo de su
tío Joaquín, pintor y profesor en la Escuela de
Bellas Artes sevillana.
Tras un fallido matrimonio y con dos hijos a su cargo, se
trasladó a Madrid para vivir con su hermano Gustavo Adolfo con quien mantenía
una relación de profunda amistad más allá de la fraternal. Ambos formaron una
especie de binomio enriquecedor para ambos en sus respectivas disciplinas
artísticas pero tan intensa que llegó a afectar a la relación matrimonial de su
hermano con la soriana de Torrubia Casta Esteban.
Juntos residieron, trabajaron y viajaron, y si bien conocida
es la inspiración soriana en Gustavo Adolfo, no tanto lo es la influencia del
paisaje y las costumbres sorianas en Valeriano. Además de sus viajes a tierras
sorianas por ser el lugar donde residía un tío y donde Gustavo Adolfo vivió
algún tiempo con Casta, Valeriano recorrió Soria y buena parte de Aragón,
Navarra y el País Vasco para, pensionado en 1865 por el Ministerio de Fomento,
documentar con su pintura los tipos, trajes y costumbres españolas, realizando
escenas de verdadero encanto captadas en la inmediatez, de aldea en aldea, que
conformarán lo más selecto y prestigioso de su producción.
Tras la llegada de la nueva situación política, en 1868, le quedó
restringida su pensión que era la única base de su economía, subsistiendo a
partir de aquí y hasta el final de su vida gracias a colaboraciones
periodísticas como dibujante e incluso como escritor en “El Museo Universal”, “El Arte en España” y “La Ilustración Española y Americana”, tareas que alternó con las de
retratista destacando entre ellos el más reconocido, el retrato de su hermano
Gustavo Adolfo.
Un padecimiento de
hígado no aclarado acabó con su vida el 23 de septiembre de 1870, dos meses
antes de que le siguiera su inseparable hermano Gustavo Adolfo,
Retrato de Valerano Bécquer realizado por Alfredo Perea en “La Ilustración de Madrid” 12/10/1870. |
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