jueves, 3 de septiembre de 2020

03/09/1380: Acuerdos de las Cortes de Soria.

Ayer comentamos una iniciativa que marginaba socialmente a los judíos y hoy lo haremos de otros acuerdos que les discriminaban o directamente les perjudicaban, unas decisiones que con el objetivo final de impedir la extensión de sus creencias, se adoptaron en unas Cortes celebradas en Soria y que deben ser el acontecimiento político más importante jamás celebrado en nuestra ciudad.

Gobernaba entonces Castilla el rey Juan I, un joven monarca que parece que tuvo una especial querencia con la tierra soriana pues aquí se casó cinco años antes y que gustaba de pasar largas temporadas disfrutando especialmente del deporte de la caza en la zona de Pinares, lo que en opinión de algunos historiadores fue la razón principal de celebrar las Cortes de Soria a partir de la segunda quincena de agosto.

Entre los muchos acuerdos y pactos adoptados en esas Cortes hay de todo: acuerdos diplomáticos con Portugal, ratificaciones sucesorias, exenciones fiscales para los frailes de la tercera regla de San Francisco o sobre los derechos de los hijos de los clérigos, pero sorprende que buena parte del tiempo, especialmente de los acuerdos aprobados en el día de hoy, se dedicó a regular con intolerancia las costumbres de los judíos castellanos a los que se les prohibió maldecir a los cristianos al entender que su religión lo ordenaba por lo que deberían eliminarlo de su Libro; se adoptaron medidas que prohibían el proselitismo religioso de un judío a un cristiano bajo pena de cárcel, pero no a la inversa pues la evangelización era considerada una virtud; aquellas Cortes también les impidieron desarrollar las muestras de dolor exageradas en los funerales según sus costumbres y limitó el tiempo que debía llevarse la ropa de duelo.

Algunas medidas adoptadas para todos los castellanos en general también tenían un claro matiz discriminador pues impedía que las cristianas criaran hijos de moros o judíos, y aunque se pretendió la segregación racial y apartarles en guetos, no sólo no se acordó sino que llegó a permitirse que los sirvientes judíos o moros pudieran morar con sus señores. Otro controvertido acuerdo fue aquel que las prohibía nombrar jueces para dirimir en sus pleitos y aunque al final se suavizó, se mantuvo el convencimiento de que los hebreos no tenían señorío ni libertad.

Otras medidas nos dejan entrever la situación discriminatoria que vivían en el día a día pues hubo que regular la prohibición de que los cristianos insultaran a los conversos a quienes se les acostumbraba a llamar marranos o tornadizos, pero lejos de hacerlo para que no se sintiesen ofendidos, el propio acuerdo aprobado dice que se disponía así para que los insultos no fueran un problema que les llevara a rechazar la conversión.

Retrato al óleo del rey Juan I de Castilla realizado hacia 1848 por Vicente Arbiol y Rodríguez, colección del Museo del Prado depositada en el palacio de las Cortes españolas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario