Hacia 1560 las arcas públicas exigieron a los vecinos
pecheros de El Burgo de Osma y de Valdenebro el abono de la cantidad de 42.000
maravedíes en concepto de impuestos so pena de destierro. La cantidad,
importantísima para los pecheros pero apenas unas migajas para el rey Felipe II
que derrochaba dinero a espuertas en los fastos que se alargaron varios meses
para celebrar su boda con Isabel de Valois, era inasumible para los vecinos. Pero
Dios escuchó sus oraciones y les envió al obispo Pedro Álvarez Acosta (1539-1563), que tal día como hoy de 1560 y sin condiciones,
se ofreció a pagar de su bolsillo esa cantidad. Bueno, una sí puso, que ese
dinero estuviera destinado únicamente a ese fin o que si no lo entregasen a las
rentas del Colegio de Santa Catalina.
Los agraciados por esta especie de lotería se
comprometieron a que en señal de agradecimiento, celebrarían todos los años en
el día de la santa una misa y procesión que acabaría en la propia Universidad
con asistencia de todos los vecinos o, al menos, uno por cada casa de los dos
pueblos, y quisieron dejar constancia de su agradecimiento colocando en la
calle mayor de El Burgo una placa que recordase la donación.
Pero
la memoria es flaca y,
aunque aquellos vecinos quedaran eternamente agradecidos al obispo Acosta, sus
hijos y nietos ya no lo estaban tanto, y poco a poco la celebración fue
decayendo hasta desaparecer.
Vista de Valdenebro (Soria). Foto der Gemma Moreno Jiménez, administradora del grupo de facebook de Valdenebro. |
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