Un mes antes y por orden gubernativa, se
había prohibido en todo el territorio nacional correr "toros y vaquillas
ensogados o en libertad por las calles y plazas de las poblaciones", lo
que en Soria significaba que ya no se podía sacrificar el toro cuadrillero de
las fiestas de San Juan como era habitual, es decir, ensogándolo y corriéndolo
muy temprano en la mañana del Sábado Agés por las calles de la cuadrilla, antes
de ser sacrificado finalmente delante de la casa del jurado.
Ante esta tesitura y a falta de una
asociación o colectivo que pudiera intervenir como interlocutor, siendo alcalde
de la ciudad don Ramón de la Orden, el Ayuntamiento de la ciudad decidió crear
una especie de comité de sabios formado por: el alcalde, algunos concejales,
los dieciséis jurados de cuadrilla, presidentes del Casino Numancia, Círculo de
la Amistad y Círculo Mercantil, los de la Cámara de Comercio, de la de
Labradores, Ganaderos y Obreros y los directores de los principales periódicos
locales.
Aquel
comité o consejo de expertos se reunió tal día como hoy, hace ciento doce años,
y decidió acatar la orden gubernativa (no todos los municipios españoles lo
hicieron ni el acuerdo local fue unánime) pues por tradición oral familiar y
leyendo entre líneas la prensa de la época, la celebración del festejo del toro
enmaromado resultaba, ya entonces, bastante controvertida entre algunos
sanjuaneros que entendían que, tirar de la maroma, era un espectáculo
lamentable, una barbaridad propia del pasado, que en el mejor de los casos
agotaba al novillo hasta la muerte, y en el peor se le arrancaban los cuernos
de tanto tirar.
Tras
unos, suponemos, tensos debates, se decidió sustituir ese sacrificio por una
novillada sin picadores, y, aprovechando la necesidad de alterar el desarrollo
de las fiestas, se decidió reducir el número de cuadrillas a ocho para que el
viernes de las fiestas se lidiaran cuatro novillos por la mañana y cuatro por
la tarde. El sábado por la mañana se cursaría romería a la ermita de San
Saturio con misa campestre y la subasta de despojos por la tarde.
Las
reformas fueron sometidas al criterio de los vecinos que, con una escasa
participación, debatieron y acabaron aceptando algunas de esas reformas que
como podemos comprobar por su desarrollo actual, fueron aceptadas parcialmente
y dieron lugar a unas fiestas más o menos parecidas a las actuales pero con
doce cuadrillas que sacrificaban sus animales en una novillada el Viernes por
la mañana y otra por la tarde. Pero aquel proceso no fue tan fácil como parece
pues, como ahora, algunos integristas se oponían radicalmente a cualquier
cambio bajo el conocido argumento de "os vais a cargar las fiestas",
lo que, como veremos, costó algunos disgustos al señor Ramón de la Orden.
Toro enmaromado en Marqués del Vadillo (Soria). Imagen de autor desconocido publicada en la revista ilustrada "Fiestas de San Juan" año III nº 1 (1905). |
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