viernes, 13 de marzo de 2020

13/03/1691: La fundación del convento de padres carmelitas.


Hace unos días hablábamos del proceso de instalación, expulsión y regreso de los frailes carmelitas en Soria, pero hoy nos extenderemos en las dificultades que experimentaron para materializar su primera residencia.
Las monjas carmelitas llevaban tiempo solicitando a sus superiores de la orden que fundase en Soria un sencillo hospicio, formado por algún sacerdote carmelita, con el fin de que atendiese sus necesidades espirituales, lo que fue aceptado en 1688 cuando se realizaron las primeras gestiones para fundar en Soria un monasterio masculino de esta orden. La ciudad, el cabildo de San Pedro y el de canónigos regulares dieron su visto bueno a esta nueva fundación, pero no así el resto de monasterios masculinos de la ciudad cuyos frailes se oponían, probablemente pensando que ya había mucho gallo para tan poco gallinero.
        Los carmelitas se habían dirigido al obispo de Osma fray Sebastián Arévalo, fraile franciscano y por lo tanto, cabe suponer que como sus hermanos, poco proclive a la instalación de más frailes en la ciudad, algo que, más que suponer, debemos deducir pues el prelado no decía ni que sí ni que no, pero ponía todas las trabas posibles. Ante su falta de contestación, los carmelitas tuvieron que solicitar la intervención de las autoridades civiles y la Ciudad trató de vender la resistencia del obispo solicitando al papa Inocencio XI su intercesión, que no contestó, y a la reina, que en esos momentos sería la Mariana de Neoburgo, segunda esposa de Carlos II, que enseguida se posicionó a favor de esta fundación carmelitana en Soria. Sin embargo el obispo seguía negándose argumentando que no era él quien ponía pegas, que las ponían el resto de frailes de la ciudad "por la penuria de los tiempos que podían ser mayores con el aumento de esta fundación", y seguía dando largas al proyecto.
        Tras varias gestiones de la reina representada por el consejero García de Bustamante, el 13 de marzo de este año, éste volvió a enviar otra carta al obispo Arévalo en la que se zanjaba el asunto informándole que la fundación carmelita tenía ya el beneplácito del resto de frailes de la ciudad y, sobre todo, de la reina madre por lo que rogaba al obispo favoreciese su instalación. Pero no será suficiente y, pese a todo, el obispo siguió dando largas pidiendo que fuera el propio rey el que lo autorizase, con lo que logró su objetivo de retrasar la fundación y tuvo que ser un sucesor suyo quien al final lo autorizara, ya en el siguiente siglo.

Hospicio de los frailes carmelitas desde la torre de los Condes de Gómara en diciembre de 2010. Autor Alberto Arribas.


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