El 20 de diciembre de 1563 el rey de España Felipe II reiteró la confirmación del privilegio ya dado por sus predecesores de conceder al linaje soriano de los Miranda 1.000 maravedíes en concepto de juro en recuerdo del apoyo prestado por esta familia a sus predecesores.
Para
conocer qué servicios prestaron los Miranda sorianos a la corona debemos
retrotraernos casi doscientos años atrás, concretamente hasta 1375, cuando en
la guerra civil fratricida entre Pedro I y Enrique II, el segundo pudo lograr
vencer al primero con la ayuda del rey de Aragón Pedro IV “el Ceremonioso”.
Tras la victoria de Enrique, Pedro IV quiso obtener lo prometido (Murcia,
entonces en manos de Castilla) pero su antiguo socio y amigo se hacía el tonto.
Pedro IV quiso cobrar su deuda y echó cuentas, pero tuvo que reconocer que por
las malas llevaba las de perder ya que en ese tiempo Enrique tenía otros buenos
socios que le apoyaban militarmente, así que se tuvo que tragar el sapo y
reconocer que no le quedaba más remedio que poner buena cara y ofrecerle un tratado
de amistad y cooperación. Aquel tratado se firmó en el desaparecido convento de
Almazán, en 1372, y en él se acordaron devoluciones territoriales y de lo que
hoy tratamos: del matrimonio entre la infanta aragonesa Leonor con el heredero
del trono castellano, el infante Juan, así como otra segunda boda del heredero
de la corona navarra, el Príncipe don Carlos, con otra hija de Enrique II, la
infanta Leonor de Castilla.
No
vamos a comentar sobre las arras, capitulaciones o de la dote que llevaba cada
uno pues lo más destacado de aquel primer matrimonio fue que, aunque parezca
increíble, la consecuencia de una negociación de estado pactada entre dos
países fue una boda romántica en la que parece que entre los novios había algo
tan raro en una pareja real como el amor, y es que por diversas circunstancias
los dos se conocían desde que eran niños, habían pasado mucho tiempo juntos y
¡eso sí que toda es una novedad! parece que el rey nunca le fue infiel a su
esposa. No pasó lo mismo con el matrimonio entre su hermana Leonor con el
príncipe navarro Carlos donde hubo acusaciones de malos tratos y amenazas a la
reina por parte de los nobles navarros, aunque al final del roce surgió el
cariño y una larga descendencia.
El
tratado de Almazán determinaba que aquellas bodas reales debían celebrarse en
la ciudad de Soria, primero, el 27 de mayo de 1372, entre Carlos de Navarra y
Leonor de Castilla, y después la de Juan de Castilla y Leonor de Aragón, y
aunque probablemente fuesen las dos en el mismo lugar (hay quien dice que esta
ceremonia fue en San Francisco), con seguridad sólo lo sabemos del segundo que
se celebró en el palacio de los Miranda, hoy Colegio del Sagrado Corazón, y que
por ese servicio el rey les concedió el privilegio del que hablábamos al
principio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario