jueves, 10 de diciembre de 2020

11/12/1916: Fallece un gran hombre.

Hoy es uno de esos días que sobran efemérides y asuntos que recordar pero como fue una figura clave de su época y su papel sigue siendo meritorio y digno de recordarse, hoy no tenemos más remedio que dedicar esta sección a rememorar que hace ciento cuatro años falleció don Ramón Benito Aceña.

Un personaje a quien se le recuerda todavía por las muchas cosas buenas que hizo pero especialmente para esa asociación por su empeño en reivindicar el nombre y la grandeza de Numancia, y sobre todo por ser mecenas, donante y fundador del Museo Numantino.

En una época en la que la Cultura era considerado algo así como una curiosidad prescindible o una extravagancia propia de señoritos, los sorianos lo teníamos bastante mal para disponer de un museo provincial, y eso que, desde la desamortización de 1835, se había dispuesto que cada capital de provincia tuviera uno para evitar que las obras de arte expropiadas se perdieran, pero poco caso se hizo.

A finales del siglo XIX y comienzos del XX, la Comisión de Monumentos de Soria custodiaba una ingente cantidad de objetos de procedentes de excavaciones arqueológicas de toda la provincia y, en 1904, solicitaron al Ayuntamiento de Soria o a la Diputación que les cediese un local para almacenar y exponer esos objetos. Tras diez años de trámites, gestiones y diligencias, un decreto de julio de 1913 disponía la creación del “Museo Provincial Arqueológico y de Bellas Artes de Soria”, un rimbombante nombre para designar a un salón de la planta baja de la Diputación que enseguida se quedó pequeño.

Casi a la par de generarse ese proceso, las excavaciones arqueológicas realizadas en Numancia estaban sacando a la luz una enorme cantidad de restos conforme a la costumbre casi enfermiza de la época de desenterrar cuantos más objetos mejor, lo que hizo que la caseta habilitada para guardar los enseres descubiertos enseguida se quedara pequeña. El alcalde de Garray cedió un cuarto, pero pronto ocurrió lo mismo. El senador Ramón Benito Aceña, admirador de las glorias numantinas y buen conocedor de la burocracia de su época, sabía que ese material debía estar en un museo donde se exhibiera no donde se almacenara, pero también era consciente de que cualquier intento de proyecto público se extendería durante varios lustros por lo que tomó la decisión de patrocinar la construcción de un museo digno.

Con la colaboración del Ayuntamiento de Soria que cedió un terreno del paseo del Espolón valorado en unas 21.000 pesetas, (algo más de 126 euros), Benito Aceña construyó un edificio que tuvo un coste de unas 100.000 pesetas, (600 euros, recordemos que esos días y por trabajar de sol a sol un segador ganaba 1,75 pesetas más la comida). Pocos meses antes de morir Ramón Benito Aceña hizo entrega al Estado de su museo, una obra que no llegó a ver inaugurada pero que fue y sigue siendo motivo de orgullo y reconocimiento a la figura de este gran hombre.

Retrato de Ramón Benito Aceña, obra de Maximino Peña
perteneciente a los fondos pictóricos del Museo Numantino.


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