En la fecha de
hoy se celebró al 14 cumpleaños del rey Alfonso VIII, motivo por el que se le
otorgó la mayoría de edad, fue armado caballero y parece que fue entonces
cuando se decidió que debía casarse, siendo la elegida la hija del rey Enrique
II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania, la infanta Leonor de Plantagenet que entonces tenía diez años y que disfrutaba las
dignidades de Duquesa de Anjou, Poitou y Aquitania, aunque sin duda será más
conocida por ser hermana del celebérrimo rey Ricardo Corazón de León y
del pérfido Juan Sin Tierra cuyas
historias conocemos, seguro que mejor de las nuestras, al ser protagonistas de
Robin Hood.
El matrimonio se
celebró al año siguiente en Tarazona y de regreso a Castilla es casi seguro que
el séquito real pasara por Soria, población a la que el monarca debía su corona
y tal vez la vida. En esta sección ya hemos hablado mucho del agradecimiento
del monarca a los sorianos y de su hipotética relación con los privilegios
exclusivos disfrutados por los sorianos desde la Edad Media, aunque con
seguridad sabemos muy poco debido a la ausencia documental y su concesión por
parte del rey puede ser probable pero con seguridad no puede afirmarse y entran
más dentro de la mitología que de la Historia.
Una de esas
leyendas sorianas avaladas con mayor o menor rigor histórico, viene a decir que
a su paso por Soria los reyes (él quince años, ella once) quisieron manifestar
su agradecimiento a los sorianos y tomaron la decisión de reformar la ya
existente iglesia parroquial de Santo Tomé (hoy Santo Domingo) y que suponemos sería
entonces un sencillo templo, dotándola de la monumental fachada que hoy
seguimos disfrutando. Para ello encargaron el proyecto a unos canteros
y arquitectos aquitanios, lo que explicaría la semejanza de la fachada soriana con
la de Notre Dame de Poitiers, una zona del sudoeste francés que Leonor había
recibido como dote por parte de su madre. La leyenda, más que la Historia, se
empeña en decir que Alfonso y Leonor decidieron colocar en las enjutas de la
portada dos efigies suyas correspondientes a las dos figuras antropomorfas que,
muy erosionadas, siguen allí colocadas después de ochocientos años. La erosión del conjunto no permite confirmar
si llevan corona pero la de la izquierda parece llevar en sus manos lo que
puede ser un cetro real.
También y relacionado
con esa tradición entre la mitología y la realidad, se achaca a la influencia
de la reina Leonor en los relieves de los altares de San Miguel en Almazán y de
las pinturas de la soriana iglesia de San Nicolás que representan el asesinato
(ordenado por el padre de Leonor) de Santo Tomás de Canterbury, un tema
recurrente en las iglesias anglosajonas de la época pero casi excepcional en
las iglesias de los reinos hispánicos.
Todo es posible pero
nada se puede demostrar.
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