En esta jornada y trasladada desde el 16 de abril, se celebra la fiesta
de los Santos Mártires de Ágreda (Soria).
Según una piadosa tradición transmitida a lo largo de los siglos, a
finales del año 304 el prefecto romano Publio Daciano desembarcó en Hispania
con órdenes muy concretas para sofocar ese peligroso movimiento religioso de
los seguidores de Jesucristo y que se estaba extendiendo sin control por todo
el Imperio. Cuando el prefecto llegó a Caesaraugusta (Zaragoza) un grupo de
cristianos se vio obligado a huir hacia el oeste siendo perseguidos y atrapados
en las inmediaciones de la actual villa de Ágreda donde fueron ajusticiados.
Allí, en el mismo sitio de su martirio fueron enterrados y en su recuerdo se
construiría una sencilla ermita de la que no quedó nada salvo las azucenas que,
dicen, crecen allí desde entonces espontáneamente.
Más tarde se levantó un monasterio benedictino que después pasó a ser de
clarisas, y al lado o en el mismo lugar, los franciscanos fundaron otro
convento en 1594 con su propia iglesia bajo la advocación de San Julián de la
Arena.
En la actualidad nada queda de aquellos templos. La ermita es hoy la
capilla del cementerio agredeño, un templo levantado en 1595 que lleva unas
pinturas murales de 1619 que representan el martirio. La imagen titular tiene
fama de milagrera y dicen fue traída por los propios mártires del siglo IV lo
que no parece muy probable pues la talla se corresponde estilísticamente a
algún momento cercano al final de la Edad Media. La particularidad de esta
ermita es (o lo era hasta hace pocos años, a ver si nos lo puede confirmar
alguno de los amigos agredeños) que es uno de los pocos templos que van
quedando que conserva los antiguos exvotos,
prótesis y figuras de cera ofrecidos por los que acudían solicitando una
curación milagrosa.
Ermita de los Santos Mártires de Ágreda (Soria). Fuente foto: agreda.es |
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