Tal día como hoy de 1559, falleció el papa Pablo IV y, conforme a las normas canónicas, se convocó el correspondiente cónclave del Colegio Cardenalicio que sería uno de los más largos de la historia pues la falta de acuerdo lo alargó hasta finales de año, y es que la discrepancia era tal que incluso llegaron a ofrecerle el papado a alguien que no era cardenal, algo inédito e inusual pero posible.
Fue una tarde de primeros de
diciembre cuando el cardenal Otto Trusches, con el beneplácito del resto de
cardenales, hizo llamar al adnamantino Diego Laynez, entonces uno de los más
destacados teólogos del orbe católico, con la excusa de que les ayudase a
resolver un problema de esa índole. Al entrar en las dependencias,
probablemente la Capilla Sixtina, algunos cardenales le ofrecieron abiertamente
que aceptase el reto de ser nombrado papa a lo que el de Almazán respondió
huyendo apresuradamente, pero, pese a su negativa y al hecho de no ser
cardenal, llegó a obtener doce votos, sin duda el punto más alto al que ha
llegado la carrera eclesiástica de un soriano.
Escultura de Diego Laynez en su emplazamiento original de la plaza Mayor de Almazán. Imagen de autor desconocido en Revista de Soria nº 15, primera época, 1971. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario