sábado, 15 de agosto de 2020

16/08/1633: Brujos y curanderos en Soria.

Aunque el asunto de la brujería y la Inquisición resulte un tema interesante y sobre el que han corrido ríos de tinta -a menudo destacando o exagerando los detalles morbosos-, en la provincia de Soria son pocos los procesos que conocemos sobre procesamientos a brujas y, aunque los más conocidos sean los de Baraona, también hubo otros y a uno de ellos hoy nos vamos a referir.

En el archivo del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de Cuenca (Berlanga pertenecía a la diócesis de Sigüenza y ésta dependía del Tribunal de Cuenca) se guarda el expediente del proceso nº 6.257 titulado «proceso fiscal de las bruxas de Verlanga» que trata de una denuncia por un supuesto caso de brujería. Según la documentación, ante Francisco Zapata, escribano público de número y notario por autoridad eclesiástica, en marzo de 1635, compareció libremente el sastre Juan García, natural de Gómara donde residió algún tiempo pero actualmente vecino de Berlanga de Duero, para descargar su conciencia y denunciar un posible caso de brujería.

Según el testigo, se encontraba residiendo en Gómara el 16 de agosto de 1633 cuando sus dos hijos, un niño de cinco años y una niña de cuatro meses cayeron enfermos, por lo que recurrió a los servicios de Miguel Monzón, un sillero de Soria que recorría los pueblos para realizar su oficio pero que tenía fama de curar los males de ojo con pócimas y oraciones. El sillero se presentó en el domicilio confirmando el origen del mal, santiguó a los enfermos y rezó por ellos para a continuación pronosticar que la niña moriría pero que el niño mejoraría a partir de la una de la noche después de gritar “padre sáqueme de aquí que me mata la bruja”. El pronóstico se cumplió y la familia acabó emigrando a Berlanga donde los remordimientos del padre, hábilmente abonados por los predicadores, le hicieron confesar.

El proceso siguió su trámite y la Santa Inquisición de Cuenca encomendó las pesquisas al comisario licenciado Pedro de la Cal y al notario Francisco Calderón. Los dos, el segundo tenía su domicilio en Gumiel de Izán, partieron de allí hacia Soria (20 leguas) en septiembre de 1639 para tomarle declaración. El denunciado fue detenido e interrogado. Aseguró llamarse Miguel Monzón, tener 35 años de edad y desconocer las razones por las que se le tomaba declaración. A las preguntas de los inquisidores negó tajantemente haber realizado sanaciones contra el mal de ojo pero afirmó haber curado las heridas de algunas personas mediante hierbas del campo, vino y aceite, según había aprendido en Madrid durante su época como soldado, y que lo hacía cuando podía creyendo que así servía a Dios.

Ante esta declaración y en ausencia de otras pruebas, los inquisidores decidieron sobreseer la denuncia y dar el caso por archivado.

“Corrección” Capricho de Goya nº 46,
supuestamente inspirado en escenas brujeriles de la provincia de Soria, concretamente de Baraona.


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