Por oposición radical a la dictadura franquista, hoy puede darnos la impresión de que la Segunda República española fue un periodo de libertades absolutas pero hay que reconocer que aunque fue un sistema democrático y constitucional que garantizaba muchos derechos y libertades como el de expresión o prensa, también tuvo sus claroscuros y no fue raro que los diferentes gobiernos republicanos tuvieran que recurrir en más de una ocasión a la censura de los medios de comunicación críticos con el régimen, cuando no a la sanción, el secuestro de la edición o la suspensión, y hasta a las amenazas a los periodistas, que en algunos casos fueron encarcelados.
Eso sí, hay que
reconocer la ecuanimidad de sus criterios pues esa censura se aplicó a la
prensa de toda tendencia y condición, y aunque el monárquico ABC fue de los más
perjudicados, también hubo para la prensa nacionalista vasca, revistas de
información general, prensa deportiva y, claro, prensa provincial.
Una de las primeras
cabeceras que sufrió la censura de las autoridades republicanas fue el entonces
semanario soriano: “Hogar y Pueblo”, un periódico de tendencia católica con una
línea editorial claramente beligerante contra el gobierno al que atacaba, a
veces realmente con poco fundamento, sin embargo parece que fueron una serie de
artículos de opinión, recogidos en las semanas previas, sobre una conspiración
comunista contra España lo que causó el disgusto de las autoridades que, tal
día como hoy, dispusieron la orden de suspender la publicación y que se hizo efectiva
hasta el 7 de septiembre.
Medidas semejantes
también se aplicaron días más tarde a “El Avisador Numantino” y a muchas otras
cabeceras de todo el país y, aunque su análisis crítico se escape a esa
sección, hay que reconocer que cuesta mucho conceder legitimidad a un régimen
político que impide la crítica su gestión.
La ciudad de Soria en 1932 vista desde el Castillo. Tarjeta postal de autor desconocido, col. particular. |
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