En estos mediados del siglo XIX la celebración de los espectáculos
taurinos y corridas de toros había cambiado muy poco desde la Edad Media y
seguían celebrándose en el coso de madera desmontable que se ubicaría en varias
plazas como la Mayor y quizá en otras como en la de Herradores. Pero, desde
hacía ya unos años, una de las demandas más firmes de la sociedad soriana era
la de que el Ayuntamiento construyese una plaza de toros algo que, este año y
siendo conscientes del dinero tirado que suponía la licitación del montaje y
desmontaje de la plaza de toros de madera, nuestros ediles comenzaron a
considerar seriamente.
Finalmente y tras
largas deliberaciones, el 3 de agosto de 1850 se constituyó una comisión
municipal cuya principal decisión sería la de elegir entre dos emplazamientos
cercanos, el del antiguo convento de Nuestra Señora de la Concepción (lo que
hoy más o menos corresponde al colegio de las Escolapias) o el de San Benito, que
fue el emplazamiento definitivo. Ambos conventos contaban con la ventaja de que
estaban arruinados desde 1812 y la piedra de sus ruinas serviría de cantera
para la nueva obra.
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