En este sección nos gusta rememorar gloriosas victorias o actos heroicos llevados a cabo por sorianos, cuya memoria recordamos con orgullo, pero en la historia también ha habido personajes cuyas actuaciones y recuerdo nos avergüenzan, y, aunque nos gustaría no tener que hacerlo, no podemos ni debemos olvidarlos, pese a la controversia que generan.
En la noche del 14 al 15 de
agosto, el teniente coronel sublevado Juan Yagüe Blanco, natural de San
Leonardo, en su calidad de responsable al mando de las unidades militares que
tomaron por la fuerza la ciudad de Badajoz, fue responsable directo por dar la
orden, o indirecto por permitirla, de una de las tragedias más importantes
cometidas en la Guerra Civil, el asesinato de unas dos mil personas en la plaza
de toros de Badajoz, el cinco por cierto de la población, en su mayor parte
humildes campesinos sin formación, simpatizantes de la causa obrera que les
prometía pan, pero también había concejales de pueblo, sindicalistas, maestros,
afiliados a partidos de izquierdas o simplemente sospechosos de serlo. Nunca se
sabrá el número definitivo de víctimas pues, aunque algunas fuentes basadas en
testimonios de periodistas extranjeros, elevan esa cifra incluso a cuatro mil,
otras han apuntado que ¡qué barbaridad, que no fueran tantas! y las han
rebajado a “sólo” unas 1.200 las asesinadas, eso sin incluir a los que cayeron
durante el combate en la toma de la ciudad. Los responsables de aquella matanza
declararon que actuaron por venganza pues, tras el Alzamiento del 18 de julio,
sectores afines a la República habían torturado y asesinado en Badajoz a varias
personas por su condición religiosa o por ser simpatizantes de los sublevados,
aunque al final y conscientes de la barbaridad, fueron muchos los que se
retractaron y simplemente acabaron negando la tragedia.
De no haber testigos, la matanza
probablemente habría sido negada y calificada como un suicidio colectivo o un
accidente pero, al ser dada a conocer en el extranjero por periodistas
internacionales, el suceso causó el disgusto de los generales sublevados
(Franco entonces todavía no había sido aclamado generalísimo), no tanto por las
víctimas sino por la mala impresión que les causó a esa imagen que ofrecían de
salvapatrias, por lo que parece que dispusieron el cese de actuaciones
semejantes que pudieran tener gran trascendencia mediática.
Respecto al papel de Yagüe, es
cierto que no se ha encontrado una evidencia física y objetiva de haber dado la
fatal orden, aunque hay que recordar que este personaje afín a las tesis más
duras del Nazismo, calificaba a Franco de débil y pusilánime por lo que una
decisión como aquella tampoco sería de extrañar. Pero, en cualquier caso y
aunque Yagüe no la hubiera dado, igualmente seguiría siendo el responsable de
la tropa que la cometió.
Desgraciadamente aquella no fue
la única ni la última matanza de la Guerra Civil pues habría más, como las de
Paracuellos del Jarama o las de la Cárcel Modelo de Madrid, y que se quedarían
empequeñecidas al estallar la Segunda Guerra Mundial en la que todos los
integrantes de la contienda cometieron matanzas indiscriminadas
Hitler a la izquierda frente a Yagüe, con gafas. Imagen de Asociación Recuerdo y Dignidad, tomada de badajozylaguerraincivil.blogspot.com |
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