Aunque en la actualidad este nombre nos evoque connotaciones festivas propias del primer día de las fiestas de San Juan, el de pregonero fue uno de los oficios públicos menores pero fundamentales en las sociedades antiguas, tan importante entonces como anacrónico hoy.
Probablemente su
origen sea tan antiguo como la propia Soria y uno de ellos, Martín Pregonero,
se documenta en el Censo de 1270 como vecino de la cuadrilla de Santo Tomé. Su
regulación como oficio público venía determinada en el Fuero en los Títulos V y
XII o XLVI donde se especifica que eran nombrados por el juez y el alcalde en
un número suficiente a las necesidades, cuya misión es la pregonar el vino,
anunciar cosas perdidas o halladas, así como de todas las funciones que sean propias
de su oficio. Deben jurar fidelidad al concejo y no cobrar más que lo
estipulado cuando presten un servicio a un particular, pues aquello que tomaren
de más deberán devolvérselo doblado a ese mismo particular y serán expulsados
del oficio para siempre sin poder llegar a ocupar otros cargos concejiles. En
cuanto a su salario, el Fuero dice que por pregonar la pérdida de una bestia,
que por su pregón fuera hallada, recibirá dos dineros y por el moro encontrado
cuatro, pero si pese al pregón no se encuentra lo perdido, el dueño de la
bestia o del moro deberá abonarle la mitad de lo que le diera si apareciese.
Por pregonar la venta de un heredamiento se le darán dos dineros, por pregonar
una misa u otros asuntos se le darán cuatro dineros, por la venta de una cuba
de vino deben obtener como mucho una redoma de ese vino o su valor económico.
Sin embargo los
nuevos tiempos trajeron nuevas formas de anuncios y comunicación. Por ello, el
tradicional oficio de pregonero –o pregoneros que llegó a haber varios- perduró
en la vida pública soriana hasta que en la sesión de 4 de agosto de 1883 el
Ayuntamiento acordó suprimir su función y sería sustituida por la publicación
de edictos que se colocarían en determinados lugares de la población.
Entre sus
retribuciones, que debían ser más bien escasas, no se sabe si desde siempre
pero al menos desde el siglo XVII la Ciudad les cedía una vivienda que, está
documentando, de las varias que se dispusieron en algún caso estaba en un
emplazamiento compatible con la actual ubicación del callejón del Pregonero,
aunque no fue la única vivienda. Hay noticias del Catastro de la Ensenada
(1752) que indican que entonces la Ciudad era propietaria de varias viviendas y
entre ellas una junto a la dehesa de San Andrés, cuadrilla de San Juan, que
servía de vivienda al pregonero y según el Catastro de la Ensenada
(9848-682-319, referencia cedida por José Ignacio Esteban Jáuregui), otra en la
cuadrilla del Salvador en la «calle de Santa María que ahora llaman del
Pregonero».
Casa antigua en la esquina del callejón del pregonero con Santa María, hoy terraza bar el Templo, en un recorte de prensa de autor desconocido en un Diario de Soria de 1991. |
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