Unos días antes había tomado posesión por poderes del obispado de Osma, pero de facto lo hizo, tal día como hoy de 1682, cuando el franciscano se trasladó e instaló en la residencia episcopal de El Burgo de Osma.
El nuevo prelado pronto se dedicó
a conocer su obispado y sus gentes, particularmente sus deficiencias y los
males que les aquejaban, y aunque en lo apostólico destacó como continuador del
proceso de canonización de su predecesor, Juan de Palafox y Mendoza, que
concluyó en 1688, si se le sigue recordando hoy es, sobre todo, por las
muestras de generosidad en favor de los más necesitados, en forma de dinero o
de grano, como cuando auxilió a los vecinos de Soria, en 1710, con mil medias
de trigo para paliar el hambre que hubo aquel año en la capital, pero también
en forma de edificio pues el obispo mandó construir a sus expensas un nuevo
hospital en la villa burgense que sustituyese al viejo hospital de San Agustín
que había construido su antecesor Pedro de Montoya en 1468.
El actual hospital de San Agustín
es, sin duda, el edificio más representativo del barroco en la provincia de
Soria y una joya arquitectónica provincial que hay que conocer, pero además ha
sido un centro asistencial médico hasta mediados del siglo XX, cuando fue
clausurado para ese fin y reconvertido en centro docente, cultural y turístico,
particularmente desde su declaración como Bien de Interés Cultural en 1999.
Hospital de San Agustín entre 1928-36. Imagen de Otto Wunderlich en www.mcu.es/fototeca_patrimonio |
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