A finales de mayo de 1108 las tropas del rey de Castilla y León Alfonso VI “el Bravo” se enfrentaron en Uclés (Cuenca) a los almorávides de Ali Ibn Yusuf. Los primeros fueron derrotados y herido el heredero al trono, el infante Sancho, que murió tal día como hoy de 1108.
Además del problema militar y político que
le supuso la derrota, la muerte del único hijo varón del rey ocasionó un gran
problema complejo sucesorio pues Alfonso, ya anciano, tenía varios bastardos,
algunas hijas, yernos y un nieto varón, pero ninguna solución sucesoria tenía
la unanimidad de sus cortesanos. Finalmente, sin más apoyos que el del alto
clero castellano, y ni siquiera el de la propia interesada, adoptó la decisión
que le pareció menos mala, la de nombrar sucesora de la corona a su hija
Urraca, una joven viuda que ya tenía un hijo y que, como todas las mujeres de
la época, no había sido educada para reinar. Además, como para machistas los de
antes, era impensable que una mujer pudiera encargarse ella sola de gobernar un
reino por lo que su padre pensó que habría que casarla con otro monarca,
resultando elegido el rey aragonés Alfonso I de Aragón y Pamplona “El
Batallador”.
Alfonso de Aragón era un antiguo enemigo y
medio primo de Urraca, pero se prestó a ello. Guerrero formidable, de carácter
hosco y taciturno, era extremadamente religioso y algunos incluso lo han
descrito como homosexual, pero ser monarca de Aragón y convertirse además en
rey consorte de Galicia, León y Castilla, era una oportunidad que no podía
rechazar por lo que aceptó el matrimonio con Urraca aunque parece que no lo
llegaron ni a consumar.
Los problemas del matrimonio surgieron casi
de inmediato pero, tratándose de reyes, más que una bronca de pareja sus
problemas transcendieron a los dos reinos pues él se creyó con derecho a
gobernar en nombre de su esposa, y las desavenencias terminaron en una compleja
guerra entre Alfonso con Urraca, ella con su hijo, y todos contra la nobleza y
clero castellano que no se ponían de acuerdo a quién apoyar.
En esta situación la provincia de Soria
adquirió un gran interés estratégico y militar pues de hecho se convirtió en la
puerta de Castilla desde Aragón, y el Batallador con sus hombres aragoneses y
navarros se dedicó a poblar o repoblar algunas núcleos ya existentes, o a
fundar "ex novo" algunos nuevos. En ese contexto, en 1119, surgió
Soria capital cuando, sin poder determinar si ya existía un pequeño poblado o
si la fundó desde el principio, el rey de Aragón, Alfonso I, decidió repoblar
la hoy capital con personas procedentes de Castilla, Navarra y Aragón,
ofreciéndoles a cambio ventajas y prerrogativas que hicieran ventajoso ese
asentamiento.
Una reflexión tan estúpida como ucrónica.
Si el infante Sancho no hubiera muerto en Uclés, ¿existiría Soria tal y cómo la
conocemos?
Estatua de Alfonso I de Aragón en Zaragoza. Autor foto: anónimo. Fuente: wikipedia. |
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