Aunque sea una figura poco conocida en su tierra natal, con la que tampoco tuvo mucha relación, hoy queremos homenajear a una soriana que fue capaz de destacar en el difícil mundo de las artes plásticas como pintora, muralista, profesora y dibujante.
El 17 de mayo de 1911 nació en Almenar una
niña a la que sus padres, él mecánico y ella ama de casa, pusieron de nombre
Elvira. No tenemos seguridad del tiempo que pasó residiendo en la villa soriana
pero se cree que la salud quebradiza de la niña aconsejó a sus padres que
marcharan a un lugar con un clima menos riguroso y se trasladaron a Málaga,
donde Elvira cursó estudios de Bachillerato, y después a Guadalajara donde ella
ingresó en la Escuela Normal.
Pronto demostró su talento artístico y su
predisposición para el dibujo, y fue admitida en la Academia de San Fernando de
Madrid donde cursó Bellas Artes entre 1925 y 1935 especializándose en dibujos
de desnudos. En Madrid dio clases como profesora en el Instituto Lope de Vega,
en la Escuela de Bellas Artes y en el Museo Antropológico, donde le sorprendió
la Guerra Civil. No se vio capaz de empuñar las armas o de estar en las
trincheras como otras muchas mujeres, pero por su formación entendió que la
mejor forma de defender la legitimidad era proteger el legado artístico para
que no desapareciese durante la guerra, por lo que se presentó voluntaria para
trabajar en la Junta Delegada de Incautación, Protección y Salvamento de Tesoro
Artístico. Allí conoció al que acabó siendo su esposo, Roberto Fernández
Balbuena, arquitecto, pintor, subdirector del Museo del Prado y presidente de
aquella Junta.
Aquella actuación colaborando con la
República la obligó al exilio en la ciudad de México donde se casó y fijó su
residencia, iniciando una fecunda carrera artística ilustrando libros,
colaborando en revistas culturales y pintando esmaltes y cuadros que expuso con
gran éxito en todo el país y en Europa, donde destacó en la exposición
Polifórum Cultural Siqueiros reorganizada por el Año Internacional de la Mujer
en 1975, y la exposición individual del Palacio de Bellas Artes en 1977.
Profundamente religiosa, aunque no compartiese las tesis de la Iglesia
Católica, dedicó buena parte de su carrera a pintar murales en iglesias y óleos
de temática religiosa.
Los críticos destacan que la obra de Elvira
Gascón se caracteriza por su desbordante energía y por unas líneas claras y
concretas que han marcado sus obras. Obsesionada desde joven por la dimensión
social del hombre, esta artista estaba firmemente convencida de que la Grecia
clásica era un compendio de las virtudes humanas y artísticas. Ella reconocía
que la inspiración le llegaba de dos fuentes: de la cultura y la belleza del
desnudo helénico y de Pablo Ruiz Picasso. En un artículo de El País
(02/10/1995) edición de México, expresaba opiniones como "Siempre me he
inspirado en la cultura y en la belleza del desnudo helénico sin olvida a
Picasso". Sobre el dinero afirmaba que "Nunca he tenido agente de
ventas,... el dinero siempre me importa muy poco".
Elvira murió en Méjico, el 11 de febrero de
2000, y aunque no conste que regresara a España, en alguna entrevista manifestó
llevar su tierra natal soriana en el corazón. En Soria, algunas de sus obras
fueron expuestas en el Palacio de la Audiencia en el verano de 2001.
Retrato de Elvira Gascón Vera. Fuente foto: Museo de Arte Carrillo Gil |
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