En estos inicios del siglo XIII la entonces villa de Soria era un lugar próspero que crecía día a día aumentando su población y servicios, pero bajo aquel punto de vista medieval, aún le faltaba algo que la engrandecería mucho más, la presencia de un convento de monjas, algo que hoy apenas consideramos pero que entonces daba categoría a la población pues era la única forma por la que las mujeres podían vivir plenamente su fe. Habría ya un buen número de iglesias, el convento de monjes benitos en la actual plaza de toros, y los propios canónigos de San Pedro que allí vivían bajo regla monástica, pero las mujeres sólo podían ser beatas y en su casa.
Ante esta situación el obispo de Osma Diego
Acebes (1201-1207) promovió la fundación de algún monasterio para mujeres que
financió convenciendo a los vecinos de Soria, Martín Burvano y su esposa María
Vicente, para que colaborasen en el mantenimiento de las monjas donando varias
fincas con viñas y otras para su cultivo.
Con esta donación bajo el brazo, el obispo
Diego Acebes se presentó en San Esteban de Gormaz ante el rey Alfonso VIII para
que le diera el visto bueno a la obra, lo que el monarca aprobó tal día como
hoy de 1203, añadiendo su autorización para que además las religiosas pudieran
comprar treinta yugadas de heredad y cincuenta aranzadas de viña.
Poco más sabemos de esta fundación que no
duró mucho tiempo. Loperráez decía que el monasterio fue puesto bajo la
advocación del Sancti Spiritus pero no se conoce con seguridad la orden que
profesaron y ni siquiera el emplazamiento pues, mientras algunos investigadores
lo han situado cerca de Soria, en Tardesillas, otros apuntan que estuvo en la
zona del que después fue convento de San Agustín, en las traseras del Augusto,
para entendernos.
Solar de San Agustín en 2008, posible ubicación del monasterio. Autor Alberto Arribas. |
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