Don Santiago Gómez Santacruz fue abad de la colegiata de San Pedro, pero también un hombre culto que defendió vehementemente, a capa y espada, todo lo soriano, incluido su honor como cuando lo sintió desacreditado por Schulten y escribió un libro refutándoselo, y con la misma intensidad la propia vida de algunos sorianos “rojos” cuando en los comienzos de la Guerra Civil dio la cara por ellos enfrentándose a las autoridades militares. Hoy, sin embargo, queremos traerlo a esta sección por su faceta de protector del patrimonio histórico artístico de la provincia, ya que por su condición eclesiástica (la Iglesia diocesana era y sigue siendo la institución con mayor patrimonio artístico de la provincia), como por sus conocimientos y sensibilidad, especialmente hacia Numancia, fue uno de sus principales defensores y por lo tanto, tal día como hoy de 1911, fue nombrado miembro de pleno derecho de la Comisión Provincial de Monumentos.
Don Santiago nació en Arguijo en 1869 y
falleció en Soria en 1949. Los que le conocieron dicen de él que tenía un gran
vozarrón de fumador empedernido, y mientras unos lo recuerdan como un tipo mal
encarado, con muy mal genio y carácter soberbio, otros lo describen como recto
pero con muy buen corazón siempre con la mano abierta para dar un cachete al
que blasfemaba o una limosna a todos los pobres que se encontraba.
Estudió Bachillerato en el seminario de
Sigüenza y se graduó por Teología en Guadalajara, de donde pasó a recibir
clases en el seminario de El Burgo de Osma y en el seminario Metropolitano de
Toledo, licenciándose en Sagrada Teología con la máxima calificación. Fue
consagrado sacerdote en 1893 y destinado a las parroquias de Castrillo de la Vega
(Burgos), Pozalmuro y Abejar, aunque finalmente y tras una dura oposición,
obtuvo el cargo de abad de la colegiata de San Pedro en 1903, cargo que ejerció
hasta su fallecimiento en 1949.
Como abad y sacerdote se dedicó a sus
obligaciones, particularmente las encaminadas a extender la devoción al patrón
San Saturio. Fue capellán y consejero espiritual de personas, familias e
instituciones, y también se dedicó a recuperar el patrimonio artístico de la
colegiata de San Pedro promoviendo obras de restauración o recuperando cuadros
y lienzos abandonados durante siglos, aunque otros recuerdan que en esas tareas
de limpieza mandó quemar muchas otras cosas que no consideraba valiosas y que
sin duda lo eran. Acérrimo defensor de Numancia, fue amigo y albacea de Ramón
Benito Aceña, por lo que en su nombre ratificó los compromisos adquiridos por
el ya fallecido senador en la fundación del Museo Numantino.
Pero, coherente con sus ideas, don Santiago
también destacó por su faceta política, económica, social y reivindicativa en
la provincia, y de esta forma fue uno de los inspiradores del movimiento
agrario y de los sindicatos católicos, miembro del Consejo de dirección de la
Caja de Ahorros, de la Sociedad Económica Numantina de Amigos de País, y un
consumado articulista que desde las páginas de periódicos como El ideal
Numantino, no se amilanaba en dar su opinión, algo que le costó no pocos
problemas.
En definitiva, con sus luces y sus sombras,
don Santiago Gómez Santacruz fue un personaje clave de la primera mitad del
siglo XX que cometió errores, sin duda, y también algunos aciertos, pero lo que
es innegable es que su compromiso por defender Soria hace que hoy aún se eche
en falta una figura como la suya.
Retrato al óleo de Santiago Gómez Santacruz, obra de Enrique García Carrilero. Colección del Museo Numantino. |
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