Entre 1142 y 1144 doce monjes franceses procedentes del monasterio cluniacense de Molesmes, en la Borgoña francesa, y dirigidos por el abad Rodulfo, se instalaron en el lugar de Cántavos, cerca de Fuentelmonge, con el ánimo de fundar un monasterio de su orden, una iniciativa que correspondía al deseo del rey de Castilla, Alfonso VII, que pocos años antes había hecho voto de construirlo si ganaba una importante batalla a los musulmanes.
El
lugar elegido fue en unos terrenos donados por Miguel Muñoz de Finojosa y su
mujer Sancha Gómez, entonces vecinos de Deza y padres de Martín de Finojosa,
pero aquel terreno era y es un lugar árido donde escasea el agua, tan
fundamental para regar las huertas que mantenían a los frailes, por lo que,
hacia 1179, pasaron a instalarse en su emplazamiento actual de Santa María de
Huerta donde tenían agua, mejor terreno, y es posible que ya existiera alguna
construcción musulmana defensiva.
Siendo una promoción del propio rey de
Castilla, tanto en Cántavos como en Huerta, los dineros para la construcción
nunca escasearon y sus frailes fueron objeto de donaciones, exenciones y
prerrogativas, como la que se les concedió tal día como hoy de 1199, cuando el
papa Inocencio III confirmó el acuerdo sobre diezmos establecidos entre el
monasterio de Huerta y la iglesia de Osma, y entre el monasterio y la iglesia
de Sigüenza.
En pocos años las donaciones, privilegios y
prerrogativas fueron creciendo, convirtiendo sus instalaciones en lugar de
enterramiento de nobles familias que legaban a los frailes sus posesiones, lo
que consiguió que en poco tiempo lo convirtiera en el importante monasterio que
ha sido y aún es.
Claustro del monasterio de Santa María de Huerta en 2005, autor Alberto Arribas. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario