Las diputaciones surgieron en 1812 y, aunque desaparecieron durante algún tiempo, reaparecieron para consolidarse en 1835. La de Soria carecía de sede propia por lo que, en 1862, comenzaron a intensificar las gestiones para poder disponer de unas instalaciones adecuadas pero, como entidad pública, lo primero era solicitar la autorización gubernamental, lo que solicitó el pleno de noviembre de ese año. Recordemos que además de salas de juntas y despachos, las comunicaciones entonces no eran lo que ahora son y los diputados que residían fuera de la capital tenían que ser alojados, por ello la sede de la Diputación también se ideó con alcobas y dormitorios.
Seis meses después, una Real Orden de 26 de
mayo de 1863 autorizó a la Diputación provincial de Soria a que adquiera el
antiguo palacio del Marqués del Vadillo de la calle Caballeros cuya primera
intención había sido adquirido para destinarlo a Escuela Normal y que quedó
como sede oficial de la institución provincial. Tras las preceptivas
negociaciones, en agosto del año siguiente la Diputación compró la también
llamada “Casa del Val” a los hermanos Nicolás y Agapito Ciria Fernández por
110.000 reales.
Desconocemos
cómo era exactamente aquel edificio pues fue reedificado en 1867 por el maestro
de obras Zacarías Benito Rodríguez siguiendo trazas del arquitecto provincial
Fabio Gago y, aunque algunos autores dicen que se respetó la fachada provincial,
no ha podido ser confirmado. Años
después, en 1948, y ante la necesidad de espacio, el palacio fue dotado de una
planta superior, y no fue la única reforma de envergadura pues en 2002 se
compraron los terrenos adyacentes de la calle Caballeros y se extendió por esa
zona.
Palacio
de la Diputación en 1913. Autor Alfonso García Cacho. JCYL AHPSo 14628,
colección Pascual Borque. |
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