La entonces colegiata de San Pedro de Soria era, más que ahora, la principal iglesia de Soria con su cabildo, cantores infantiles y capilla de música que acompañaba las celebraciones religiosas con el sonido de un órgano del que sólo sabemos que era antiguo, de estilo barroco y que, probablemente, no sonase muy bien. Por esto, en la correspondiente visita pastoral del año anterior, el obispo les había recomendado la conveniencia de componer el viejo órgano de la iglesia o, mejor aún, sustituirlo, recomendando ya de paso (¿tendría comisión?) al maestro organero Manuel Roqués. La retirada del viejo órgano del que se aprovecharon algunos tubos, así como las cajas o teclados que se vendieron a la iglesia de Almenar, y la colocación del nuevo obligaron a desplazar el coro de su lugar habitual en el centro de la nave hasta su ubicación actual a los pies del templo. Por fin el nuevo órgano comenzó a montarse el 22 de abril de 1881, decidiendo también contratar como organista y maestro de música de los niños del coro al organista seglar Damián Balsa.
Aquel
órgano, que nunca llegó a sonar bien, especialmente los tubos nuevos, acabó
quedando sin uso y relegado por un sencillo armonio ya que su compra había
dejado al cabildo sin recursos, y aún tardó en ser sustituido por el actual,
bien entrada la década de los sesenta del siglo XX. No sabemos qué ocurrió con
el mecanismo del órgano de Roqués pero sus tubos languidecieron durante años
almacenados en espuertas dentro de alguna dependencia de los claustros, sin más
uso que entretener a los monaguillos pues, como silbatos, sí sonaban bien, y
tras sacarles punta en cualquier piedra románica, para jugar al hinque en el
jardín del claustro, mejor.
Antiguo órgano de San Pedro ubicado en el centro de la nave. Imagen de Juan Cabré recogida en su obra inédita XXX. |
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