En ese último cuarto del siglo X la frontera entre el territorio musulmán y el cristiano era una imprecisa línea que atravesaba la provincia de Soria auque la situación era de relativa calma ya que ambos bandos había firmado una tregua algunos años antes.
En
el año 974, el califa cordobés Al-Hakam II mandó la flor y nata de sus huestes
militares al norte de África para luchar contra los enemigos que allí tenía y,
siendo los monarcas cristianos conscientes de esta debilidad, trataron de
engañarle mandando a unos embajadores a renovar las treguas mientras que al
mismo tiempo ellos atacaban y ocupaban algunas plazas musulmanas como la de
Deza, intentándolo también con Almenar, causando muchas bajas a los musulmanes,
y dirigiéndose a tomar Gormaz, pues la plaza de Medinaceli les pareció
inexpugnable.
Cuando
se enteró Al-Hakam, dispuso el regreso inmediato de sus fuerzas militares a la
península con el general Galib al mando, y mientras los cristianos se
desplegaron por la frontera, actual provincia de Soria, llegando a sitiar la
inexpugnable fortaleza islámica de Gormaz tal día como hoy del año 975.
Los
cronistas árabes dicen que fueron sesenta mil soldados cristianos de los reinos
de León y Navarra, además del Conde de Castilla y los señores de Álava y
Peñafiel, los que participaron en el sitio de Gormaz durante tres meses,
concretamente hasta que el general Galib, con sus tropas acuarteladas en el
castillo de Baraona, marchó hasta Gormaz. Allí, la acción conjunta de las
tropas sitiadas, unidas a los refuerzos de Galib, causaron, la que posiblemente
fue, la mayor matanza producida en esta fortaleza, derrotó a los cristianos que
tuvieron que abandonar el cerco y huir en desbandada hasta Langa de Duero donde
Galib les alcanzó acabando con gran número de ellos.
Imagen actual del arco califal de la fortaleza de Gormaz, por Alberto Arribas. |
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