Aunque algunos biógrafos, como su
propio biznieto, la fechen el día 1 de abril, hemos averiguado con seguridad
que fue el día 4 de abril de 1889 cuando falleció Francisco Pérez-Rioja Lenguas
(1816-1889), un tipo de esos polifacéticos tan frecuentes en el siglo XIX que,
pudiendo haber triunfado en los ambientes políticos o culturales de una gran
ciudad, prefirieron quedarse en Soria poniendo su granito de arena, o en este
caso la paletada, en favor de la sociedad en la que vivieron.
Representante de la segunda generación
de los Pérez-Rioja, fue padre de Pascual, abuelo del fotógrafo Aurelio y
bisabuelo del investigador, escritor y director de la biblioteca José Antonio
Pérez-Rioja, fallecido hace pocos años.
Hijo
de una familia acomodada, todo hay que decirlo, recibió una completa formación
universitaria y eclesiástica que abandonó para alistarse en el batallón de
Voluntarios de Soria del que fue capitán, tras lo cual se dedicó,
profesionalmente, a trabajar en la imprenta familiar de la plaza Herradores nº
8, tarea que compaginó con las de concejal, juez municipal, gobernador civil
interino, fundador de la Junta gestora de Ferrocarriles de Soria, fue uno de
los fundadores del casino Numancia en 1848, diputado suplente por el partido de
Soria en la Diputación “revolucionaria” de 1868 y presidente de esta
institución.
Como
todo hombre políticamente comprometido de la época, y empleamos deliberadamente
lenguaje inclusivo pues entonces no se conocen en Soria mujeres con ansias
políticas, en 1860 fundó y dirigió un periódico, el único entonces, “El
Avisador Numantino” que según el subtítulo de la cabecera fue «Revista semanal
de intereses morales y materiales de la provincia de Soria», con unas
dimensiones de un pliego regular a dos columnas y un precio de cuatro reales al
trimestre. Años más tarde fundó otros periódicos como: “El Anunciador” (1868),
“La Voz de los Municipios” (1871), “El Anunciador Soriano” (1877).
Pero
sin quitarle mérito a sus logros periodísticos, políticos o sociales, es
imprescindible reseñar su faceta como padre y es que, además de por número,
tuvo once hijos de los que le sobrevivieron cuatro, fue el responsable de
educar a personas como Cipriano, Antonio, Bonifacio y Pascual a los que supo
inculcar un sorianismo del que muchos años después de su muerte seguimos
beneficiándonos todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario