Uno de los personajes más importantes de la ciudad en el siglo XVI fue Diego Martínez de Tardesillas, un sacerdote soriano párroco de la iglesia de San Esteban poseedor de un gran fortuna que le permitió comprar para sus parientes y descendientes el oficio de procurador del Común a cambio de una cantidad de dinero, pero aún le sobraron maravedíes para desarrollar diversas iniciativas caritativas de carácter religioso, formativo y asistencial.
A
una de esas haremos referencia hoy y es que, en esta jornada de 1564, el
sacerdote promovió la fundación y dotación de un nuevo hospital para la
asistencia de pobres que mandó construir en una ampliación del ya existente
hospital de Santa Isabel, entonces gestionado por la cofradía de San Andrés.
Más
que un nuevo hospital, habría que decir que se trataba de la ampliación del ya
existente del de Santa Isabel con la novedad de que los responsables de la
cofradía de San Andrés, encargados de la gestión del hospital, cedían uno de
los pabellones de su edificio para la colocación de cuatro camas dedicadas
exclusivamente a la asistencia de pobres que allí tenían derecho al hospedaje,
cura y mantenimiento, pero sólo durante el periodo de enfermedad, estando obligados
a abandonarlos cuando ya estuvieran sanos o siguiendo un criterio más
científico, en ausencia de fiebre o calentura.
Calle Aduana Vieja con el hospital de Santa Isabel al fondo, junto a Santo Domingo, donde hoy se encuentran los “Almacenes Barcelona”. Imagen de Juan Cabré entre 1911-1916. |
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