Los Amigos del Museo Numantino tenemos motivos de sobra para recordar la figura del mecenas que promovió la fundación de nuestro querido museo, pero varios años antes de promover este proyecto, don Ramón ya había sido nombrado Hijo Predilecto de Soria en 1892 por sus gestiones para la construcción del ferrocarril Torralba-Soria.
Lo del
nombramiento de Hijo Predilecto no debió parecerle a nuestras autoridades
suficiente homenaje pues el pleno municipal del Ayuntamiento de Soria de 9 de
octubre de 1899 decidió dedicarle su nombre a una de las plazas más típicas de
la ciudad, la plaza de Herradores, algo que oficialmente y con el
correspondiente acto formal del descubrimiento de las placas que en parte
subsisten hoy y que fueron costeadas por amigos de don Ramón, se llevó a cabo
unos meses después.
Lo cierto es que
pasado siglo y pico de aquel homenaje hemos de reconocer que como tantos y
tantos ejemplos que ya hemos repasado en esta sección, no hay nada más absurdo
que cambiar el nombre tradicional de las plazas, calles o parques de una ciudad
para ponerle el de otras personas, y no porque no se lo merezcan, que a veces
ni de lejos, sino porque estos cambios no suelen prender en la población
¿Alguien llama de Ramón Benito Aceña a la plaza de Herradores, o de las Mujeres
a la de San Esteban? Entonces ¿por qué cambiarlos? Y ya puestos a sugerir
cambios sin fundamento para esta plaza ¿No sería más lógico llamarla de las
Garrapinchas?
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