Cuando se anunció que la capital acogería la siguiente edición de la exposición: Las Edades del Hombre, los sorianos pensamos poco menos que nos había tocado la lotería y que, como pasó con El Burgo, aquel acontecimiento marcaría un antes y un después en la historia de la ciudad, sobre todo en torno al barrio de San Pedro que tan necesitado estaba de tantos servicios.
Todos nos acordábamos de que aquella exposición en El Burgo once años antes provocó algo más que un lavado de cara de la villa y los ilusos sorianos de la capital pensamos que aquí pasaría lo mismo. Pero, salvo una mano de pintura en las bóvedas de la concatedral, el adecentamiento de los jardines que hay enfrente y la pintura colorista de los cocherones de Gonzalo Ruiz, poco más de bueno pudimos obtener. Eso sí, a cambio obtuvimos un horroroso cerramiento de aluminio rojo y cristal ya sin funcionalidad que oculta la entrada a los claustros y, sobre todo, la pérdida del único museo de arte sacro que desde 1997 había en la capital y que dejó solo a nuestro Numantino.
El domingo 26 de
octubre fue el último día que se celebraron misas con normalidad en San Pedro
pues desde entonces el culto se trasladó a la capilla de la Milagrosa en el
colegio Sagrado Corazón, y al día siguiente, lunes 27 de octubre, un equipo de
trabajo de la Fundación de Las Edades del Hombre comenzó a trabajar muy
temprano para retirar todo el mobiliario de las naves y capillas o para
solucionar algún problema de electricidad, limpieza o pintura, y así comenzar a
organizar la exposición que comenzaría unos meses después.
Una de las
consecuencias de aquel cierre temporal fue el cierre del Museo de Arte Sacro
que había en las dependencias del claustro y que exhibía interesantísimas obras
de arte: textiles, pictóricas o escultóricas que, procedentes sobre todo de
parroquias del arciprestazgo de Soria, mostraban con orgullo buena parte de los
elementos litúrgicos y artísticos que confeccionaron y emplearon nuestros
antepasados.
Al parecer, la
Junta se comprometió a que cuando se clausurase la exposición acondicionaría
aquellas mismas salas para museo y archivo parroquial de Soria pero
prácticamente, a la par que terminó la exposición, vino la crisis económica que
redujo las inversiones culturales a la mínima expresión y las piezas de aquel
museo languidecieron durante años en una húmeda capilla del templo hasta que,
afectadas por las malas condiciones de conservación, en su mayor parte se
llevaron a los almacenes que tiene el obispado en El Burgo de Osma donde deben
continuar esperando que alguien, alguna vez, se acuerde de devolver la vida a
aquel proyecto.
¿Volveremos a ver
alguna vez el Museo de Arte Sacro de Soria? ¿Alguien retirará el cerramiento de
la puerta del claustro? ¿Habrá vida en Marte?
Salida al exterior del templo durante la celebración de la exposición, un espacio inutilizado que oculta la bella portada de acceso. Col. particular. |
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