Lo que hoy conocemos como Torre de doña Urraca es prácticamente el único vestigio que queda de un conjunto palaciego de origen medieval y que, más que eso, fue una auténtica ciudadela fortificada en el centro de la ciudad, y que, en función de los usos o propietarios que ha tenido, ha sido conocida como la Posada de la Gitana, la Torre de los Suero Vega o de los Beteta. La torre enmarcaba una noble portada mucho más ostentosa que la actual que, hipotéticamente, pudo llevar en su lado sur otra de similar factura que enmarcaba la puerta dando simetría al conjunto, y que se continuaba por una tapia coronada por merlones de la forma que tiene el lienzo que parcialmente permanece en la calle Betetas.
A comienzos del
siglo XX pertenecía a los Ruiz Pedroviejo, una familia dedicada al transporte
de correo postal y de viajeros en diligencias de caballos que, asentados en
Soria capital, decidieron convertir aquellas viejas instalaciones de la torre
en vivienda, y el resto para cuadras y cocheras de sus caballos, diligencias y
de los primeros ómnibus que llegaron a Soria.
El problema fue
que la torre amenazaba ruina y hubo que derribar y retirar la última planta,
obra que se continuó con el derribo de la portada original del palacio que fue
sustituida por el actual arco rebajado de mampostería y sillares reaprovechados
que aparece hoy, una reforma que según afirma el investigador Tomás Pérez Frías
en “Aurelio Rioja de Pablo: artista-fotógrafo (1888-1949) (Ediciones de la
Excma. Diputación Provincial de Soria, 2.010, página 78)” comenzó tal día como
hoy, ofreciendo además la única fotografía que se conserva de la torre en su
integridad tomada casualmente por Aurelio Rioja unos días antes.
En el 2020 nos
habríamos echado las manos a la cabeza ante ese derribo pero seamos sinceros, a
nuestros abuelos o a nosotros mismos si hubiésemos estado ahí, no nos habría
escandalizado lo más mínimo pues carecíamos de la conciencia patrimonial que
hoy tenemos, siendo para ellos casi la única preocupación la de sobrevivir cada
día.
Pero hoy, que sí
tenemos esa conciencia patrimonial y ante el anuncio de que el conjunto va a
ser transformado, quizá sería buena idea que aprovechando esa fotografía y
algunos otros dibujos que demuestran sin lugar a dudas el aspecto de lo que fue
la entrada íntegra del palacio, se reconstruyese en su forma original o con
criterios anastilósicos inspirados en las copias.
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