martes, 30 de junio de 2020

30/06/1739: El relicario de San Saturio.


Desde los primeros siglos de nuestra era y especialmente desde el Concilio de Trento, la Iglesia Católica ha tenido una especial fijación por conservar y adorar reliquias, entendiéndose como tales a aquellos objetos que pertenecieron en vida a algún santo o santa, incluyendo sus restos humanos, algo respetable pero que no deja de ser controvertido entre muchos creyentes que prácticamente identifican con la idolatría algunos ritos asociados a una determinada imagen mariana o al férmur de un santo. Sin embargo en la antigüedad nadie dudaba de las bondades de disponer de esos restos, y era tal la pasión por coleccionarlos que la importancia de un templo se medía por la cantidad de reliquias que poseyera.

      En Soria capital, aunque hay un Lignum Crucis, la principal reliquia ha sido y será la calavera de San Saturio que, aparecida en la cueva a finales del XVII, fue llevada a la colegiata de San Pedro para adoración y devoción de los devotos.
      No sabemos cómo se conservaría aquella reliquia pues no consta la existencia de que se guardase en un relicario hasta la fecha de hoy, de 1739, cuando Alonso del Cano en representación de su tío, el sacerdote y arcediano de Écija Tomas Ortiz de la Torre, donó una custodia o relicario de plata para albergar la santa reliquia del santo. El relicario es una estuche realizado en plata con el interior forrado de terciopelo que tiene la forma de una calavera humana y que se abre en la parte posterior para mostrar la parte occipital a la adoración de los devotos que pueden tocarla o besarla, ventana que se cierra con una tapa de metal que lleva los escudos de armas de la ciudad y la colegiata de San Pedro, donde se da a adorar cada día, después de la novena del santo, y que se lleva en la carroza que recorre las calles cada 2 de octubre.
Relicario con el cráneo de San Saturio guardado en al concatedral de San Pedro,
por Alberto Arribas.


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