jueves, 4 de junio de 2020

04/06/1581: Los santos mártires de Medinaceli.


Según una leyenda tradicional de Medinaceli, fue un 4 de junio del año 610 cuando un carro tirado por un buey o un camello errante, según versiones, llegó hasta la puerta del beaterio de San Román (un edificio muy antiguo del que se ha apuntado que fue templo romano, mezquita o sinagoga) y, agotado, allí mismo cayó muerto el animal. Al registrarle las alforjas observaron que había unos huesos humanos que supieron (la leyenda no explica cómo) que correspondían a los de cinco mártires salmantinos: Arcadio, Probo, Pascasio, Eutiquiano y Paulino que murieron en África, según unos, o a manos del vándalo Genserico, según otros. Sigue diciendo la leyenda que las beatas recogieron los restos humanos y los guardaron en una arqueta que fue enterrada para evitar que los moros la robaran, y que incluso guardaron uno de los huesos del camello que aún se conserva, una costilla de más de metro y medio de longitud, y que curiosamente guarda un gran parecido con los restos óseos aparecidos en los cercanos yacimientos de Torralba y de Ambrona.

      Posteriormente, en una leyenda apuntada por Avelino Hernández Lucas en su “Donde la vieja Castilla se acaba: Soria”, y mejor referenciada por Carlos de la Casa y Juan José Ruiz Ezquerro en el artículo: “Reliquias óseas de los cuerpos santos de Medinaceli”, (Revista de Soria 2ª época nº 79), nos relatan que, en 1581, el beaterio precisaba unas importantes reformas pero las monjas no tenían recursos para los arreglos por lo que solicitaron al visitador del obispado de Sigüenza que ayudasen a su mantenimiento o buscasen otros emplazamiento más digno para las reliquias. El visitador ordenó investigar la existencia y autenticidad de las reliquias por lo que, el 4 de junio de ese año, mandó excavar el subsuelo del templo hasta localizar diversos enseres -que después hemos sabido que se fechan entre los siglos VII al IX- y una gran cantidad de restos óseos que, en principio, fueron considerados huesos corrientes hasta que ciertos documentos demostraron que eran las santas reliquias de los cinco santos.
      Los santos fueron nombrados patronos de la villa de Medinaceli y, en su honor, se dedicaron las fiestas patronales a principios de noviembre en las que, como elemento más característico, se sigue corriendo el toro júbilo, dos ritos probablemente independientes pero que acabaron unidos y que siguen celebrándose en la actualidad.
Dibujo de los Santos Mártires de Medinaceli según Isidro Gil en “Soria” de Nicolás Rabal (1898)


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