Una de las novedades de estos casi inicios del verano soriano de 1959 fue la novedad de poder contar durante todo el año con un establecimiento de hostelería en el mejor enclave de la ciudad, la cafetería Alameda de la Dehesa, una instalación que completaba la del kiosco ya existente y que con el tiempo se ha ampliado a otras, pero que en aquella época fue toda una novedad, tanto por el servicio hostelero y porque ese edificio al que ya nos hemos acostumbrado es una pequeña pero valiosa muestra de la arquitectura española de la segunda mitad del siglo XX reconvertido desde el verano del año pasado en espacio cultural.
Aquella instalación fue proyectada dos
años antes por la corporación municipal soriana presidida por Eusebio Fernández
de Velasco aunque lo inauguró el alcalde Alberto Heras Hercilla, y se debe al
trabajo de los
arquitectos zaragozanos Manuel y José Romero Aguirre que según la prensa de la
época diseñaron: “Un modernísimo bar, con
elegante instalación y señorial montaje del que Soria puede enorgullecerse…
La inauguración tuvo las notas
características de acontecimiento por el numerosísimo público que asistió a la
misma. La instalación, hecha con un sentido de excepcional modernidad, lo
completo de sus servicios, el punto de su instalación en la Alameda de
Cervantes y el emplazamiento de la misma, puede estar en servicio en todo
tiempo, hacen de esta cafetería o bar Alameda, uno de los establecimientos que
puede competir con los mejores de su clase en toda España”.
El edificio pronto se convirtió en una de
las cafeterías más “chic” (adjetivo coetáneo empelado por la persona que nos
ofreció algunos detalles) de Soria, un lugar elegante frecuentado por sorianos
de toda clase y condición, y si no desde el principio, algo que no hemos podido
confirmar, hacia 1975 contó con una discoteca que fue donde comenzó un incendio
acaecido en el verano de 1977. La cafetería resultó muy dañada pero
estructuralmente fue recuperable, por lo que el Ayuntamiento de Soria acometió una importante reforma y convocó un concurso de ideas que ganaron los arquitectos
sorianos Francisco de Gracia Soria, Francisco Javier Ceña Jodra y Juan
Francisco Yusta Bonilla. Estos arquitectos respetaron el edificio principal
incluyendo algunos elementos que complementaban la obra original de los
hermanos Romero Aguirre, dotándolo de lucernarios, ventanas circulares,
graderíos, pérgolas, una exclusiva carpintería de hierro en puertas y ventanas,
pista de bailes, almacenes…. Pronto la cafetería con servicio de bar y
restaurante volvió a recuperar aquel esplendor, pero la competencia de otras
instalaciones más modernas y quizá la falta de voluntad municipal para adaptar
la instalación al siglo XXI hizo que, aún funcionando suficientemente bien, el
Ayuntamiento de Soria decidiera su cierre.
Tras varios
años de abandono y sin más uso residual que almacén de material de la feria del
libro, el Ayuntamiento decidió rehabilitar la antigua cafetería para dedicarla
a centro cultural, encomendando su rehabilitación al arquitecto Miguel de Lózar
de la Viña que transformó la vieja cafetería en un edificio funcional de unos
500 metros cuadrados compuesto por planta baja con ludoteca,
sala principal para exposiciones o conferencias con capacidad para unas cien
personas, y planta superior con otra sala multifuncional.
Cafetería Alameda hacia 1960, archivo Joaquín Alcalde. |
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