El BOCYL,
de 20/06/1991, recogía el Decreto de 13 de junio por el que se declaraba Bien
de Interés Cultural, con categoría de Monumento, el palacio de Altamira de
Almazán.
El palacio, sin duda el mejor ejemplo de
arquitectura civil de la villa, se encuentra en la plaza Mayor de Almazán a la
que se abre la fachada principal y fue construido en varias fases. La parte más antigua, quizá sobre elementos
anteriores, es la parte norte que da al río Duero edificada en paralelo sobre
la propia muralla, y su construcción se iniciaría a finales del siglo XV, época
en la que el palacio fue alojamiento y sede temporal de la corte de los Reyes
Católicos, desarrollando dos plantas con galerías abiertas al río. Posteriormente,
quizá debido a algún incendio o a la necesidad de engrandecerlo como la escala
social de sus propietarios, el palacio tuvo que ser reformado y ampliado, lo
que acontecería hacia 1565 cuando Francisco Hurtado de Mendoza encargó al
maestro Bartolomé Carlone, autor del castillo de San Leonardo de Yagüe, la
construcción de la monumental fachada renacentista que se abre a la plaza con
su monumental portada con balcón central que lleva el escudo familiar timbrado
con la corona de marqués, lo que permite fecharlo como mucho a partir de 1575
que fue cuando aquel promotor fue nombrado marqués.
La fachada
desarrolla tres pisos de altura abierto con balcones y ventanas, y al interior
se desarrolla en torno a un gran patio porticado por una galería de arcos de
medio punto en ladrillo que sostienen una galería corrida superior con sencilla
barandilla y columnillas de hierro, en torno al cual se distribuyen las
estancias domésticas formadas por salas enormes de gran altura, corredores
inmensos, muebles antiguos y una decoración que parece que no ha cambiado en
quinientos años.
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Fachada principal del palacio de Altamira. Imagen del Catálogo de Bienes Protegidos del Junta de Castilla y León. |
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