El 2 de junio de 1537, el papa Pablo III promulgó la bula Sublimis Deus en la que establecía que los indígenas de las Indias eran seres humanos y por lo tanto eran libres, no podían ser sometidos a esclavitud, tenían derecho a la propiedad privada y serían merecedores de recibir la doctrina cristianas. Esto, que así dicho suena realmente peyorativo y políticamente incorrecto, hay que contextualizarlo en su momento y valorarlo como una medida fundamental que cambió el mundo en su momento y que también forma parte de la “leyenda negra” española, aunque no tan “negra” si la comparamos, por ejemplo, con otras legislaciones de países cristianos no católicos en los que el tráfico de personas y la esclavitud se ha producido prácticamente hasta anteayer, como aquel que dice.
Bueno, pues
quien le inspiró al papa esa forma de pensar fue el agredeño, fray Julián
Garcés de los Fayos y González de Castejón, un fraile dominicano nacido hacia
mediados del siglo XV que fue el primer obispo de la diócesis de Tlaxcala, en
1525, y después en la diócesis de Yucatán, de quien hasta hace poco se decía
que era aragonés, un error del que nos sacó el investigador Raúl Utrilla Muñoz
que escribió un recomendable artículo que puede consultarse en el boletín del Centro de Estudios de la Tierra de
Ágreda y el Moncayo Soriano a través de sorianoticias.com
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