sábado, 18 de enero de 2020

18/01/1980: El paseo de San Saturio estuvo a punto de desaparecer hacer cuarenta años.


En aquellos últimos años de la década de 1970, y entre la inestabilidad, el paro y el terrorismo, uno de los temas políticos de carácter nacional que aparecía con frecuencia en la primera plana de los periódicos españoles fue la construcción de una central nuclear en Lubia y el de una carretera en Soria. ¿Una exageración? Ya veremos cómo no. Y es que, en este año 2020, hará más o menos cuarenta años que los sorianos de a pie, y al margen de siglas políticas o ideologías, supimos organizarnos en un movimiento ciudadano que consiguió detener la Nuclear de Soria y la Variante Sur, dos proyectos fallidos por decisión del pueblo soberano y sobre los que cuarenta años después merece la pena reflexionar, no para añorar aquel valor perdido sino para recuperarlo.
La conveniencia de que la ciudad dispusiera de una carretera de circunvalación que evitara el tráfico rodado por el centro era una de esas aspiraciones imprescindibles de la que se hablaba como si fuera un mito, algo así como el túnel de Piqueras, pero realmente era imprescindible por seguridad, ruido y conservación del patrimonio. Finalmente el proyecto de la variante llegó en 1978, y lo que iba a ser una bendición pronto se convirtió en una pesadilla. Ese rodeo conectaría la carretera de Zaragoza con la de Madrid pasando junto al puente de hierro del ferrocarril y por el paseo de San Prudencio, destruyendo así uno de los paisajes más carismáticos de la ciudad.
Parecía que era la única solución posible y no se admitían otras opciones. Tal era el caso que la población soriana, que veía cada día los riesgos del tráfico pesado pasando por el centro de la ciudad, no se opuso al proyecto, y el Ayuntamiento, todos los partidos que lo formaban, los sindicatos, los empresarios,... todas las fuerzas vivas lo secundaron. Bueno, todos no. Unos cuantos, lo iremos viendo a lo largo de esta sección poco a poco, no se conformaron y con la ayuda de algunos intelectuales de la época lograron convencernos de que otra solución sí era posible.
El asunto adquirió interés nacional y pronto comenzaron a rodar cabezas políticas. La primera, en este día de 1980, correspondió al ministro de Cultura don Manuel Clavero Arévalo que, está claro que no fue el único motivo, era contrario al proyecto defendido por su gobierno de la UCD al entender la barbaridad que se pretendía. Lo malo fue que su sustituto fue un hombre incondicional del partido, el inefable Ricardo de la Cierva y Hoces, un controvertido historiador, catedrático y editor, amigo íntimo de Juan Ignacio Sáenz Diez de la Gándara, entonces diputado y concejal de UCD en el Ayuntamiento de Soria, que pronto fue nombrado asesor personal del ministro.
El nuevo ministro no tuvo dudas y defendió sin duda alguna la postura oficial del Gobierno a favor de la Variante Sur y, aunque llegó a actuar y tomar decisiones contra el patrimonio soriano, finalmente pudimos pararle los pies. Ya lo veremos, ya. Mientras tanto, seguid disfrutando del paseo de San Saturio imaginado lo que sería con semejante carretera.

Paseo de San Saturio en 2006. Fotografía A. Arribas.


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