Hace 20 años el Boletín Oficial de Castilla y León publicaba la
orden por la que declaraba Bien de Interés Cultural las fiestas de San Juan de
San Pedro Manrique, unas celebraciones que más que festividades al uso están
dotadas de unos elementos rituales exclusivos que las hicieron merecer esa
consideración. Quizá sea el Paso del Fuego el ritual más característico de
estas fiestas, pero no es menos interesantes el papel de las Móndidas y su
complejos trajes o sus cuartetas, o la Caballada y Descubierta que obliga a los
concejales sampedranos a saber montar a caballo.
En cuanto a los orígenes de estos rituales, tanto se ha escrito
que solo vamos considerarlo de pasada. Para algunos no hay duda que estamos
ante un rito de origen precristiano, celtíbero como poco, que trata de rendir
culto al Sol y al solsticio de verano mediante la pirobasia, que dicen los
eruditos, o paso de las ascuas con los pies descalzos. Un ritual raro pero no
exclusivo y que se sigue celebrando actualmente en otras culturas asiáticas y
mediterráneas. Para otros, el pasado del fuego puede guardar alguna relación
con las fiestas romanas que celebraban la fundación de la ciudad de Roma y el
culto a la diosa ganadera Pales, unos rituales que se extendieron por el
Imperio hasta estas Tierras Altas de Soria donde la presencia cultural romana
está bien acreditada con muchos hallazgos arqueológicos, especialmente la base
de la pila de agua bendita de la iglesia de Palacio de San Pedro que es un ara
romana dedicada a esa deidad, e incluso las ofrendas de pastelitos y tortas a
Pales recuerdan no sólo a los panecillos que portan las célebres móndidas en el
cestaño, sino también a las tradicionales “corridas de roscos”, tan extendidas
por toda la geografía del Camero Viejo soriano. En ese sentido, la propia
caballada guarda cierto parecido con los actos festivos con los que se
celebraban la fundación de Roma por Rómulo, costumbre de alguna forma vinculada
con el culto a Pales y que se extendería hasta estas tierras celtíberas,
llegando a pensarse que quizá ese rito llegara a celebrarse en la ciudad hoy
conocida como Los Casares.
En cualquier caso y hasta que no surjan pruebas definitivas, no
podemos desechar tampoco otras hipótesis menos académicas pero más pragmáticas
como la que enunció el malogrado Carlos Álvarez en aquel criticado artículo de
la Revista de Soria nº 10. Allí venía a reconocer su extrañeza porque este
ritual no estuviese reseñado por ningún investigador hasta bien entrado el
siglo XX, insinuando si el origen del paso del fuego no sería la “hombrada” de
un grupo de mozos sampedranos que preparando la fiesta de la Caballada en su
víspera y animados por el alcohol, comentaran y se atrevieran a llevar a la
práctica lo que habían oído que hacía uno de Tudela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario