La sociedad soriana del final de la década de 1970 estaba dividida entre los que consideraban que la carretera de circunvalación de la ciudad era tan necesaria que no valía la pena perder tiempo en discutir la conveniencia o no de que pasara por las inmediaciones de San Saturio, sino que se hiciera ya. Y entre los que argumentaban que el paseo de la ermita era intocable y la variante sur una barbaridad. Pero, salvo esos argumentos románticos y paisajísticos, pocas más razones podían emplear en defensa de sus posicionamientos.
La
situación dio un giro radical, el 13 de febrero de este año, cuando el BOE
publicó la incoación como Monumento Nacional de la margen izquierda del río
Duero a su paso por Soria: “La delimitación del entorno se inicia desde la
margen derecha del río Golmayo, una perpendicular al eje del río Duero. Desde
aquí continúa hasta el vértice geodésico de la Sierra Santa Ana a 1.268 m. y
hasta el vértice geodésico situado a 1.245 m., incluidos los repetidores de TV.
Desde aquí, hasta el vértice geodésico del Monte de las Ánimas a 1.122 m.,
continuando perpendicularmente a la línea de alta tensión que va hasta la
subestación eléctrica. Continuaría por la misma línea eléctrica hasta la
subestación y la carretera de Almajano. Sigue por el trazado de esta carretera
hasta la entrada en la curva. Desde aquí, hasta el vértice exterior de la
muralla de Soria en su intersección con el eje del río Duero, para seguir por
el eje del cauce del río hasta el punto donde se ha iniciado la delimitación
del entorno”.
El
proceso no fue definitivo hasta 2006 pero, en la práctica, constituyó una
protección que convertía el lugar en intocable y supuso una importante
contradicción política pues tanto la Comisión de Monumentos, encargada de la
declaración, como el MOPU, encargado del proyecto de la circunvalación, eran
organismos públicos dependientes del Gobierno que quería construir por ahí esa
variante.
Meses
después el ministro de Cultura quiso rectificar y retirar la incoación que
impediría construir la variante pero, para entonces, la movilización social ya
era imparable y, aunque los miembros de la Dirección General de Patrimonio
Artístico tuvieron que dimitir para no rectificar un asunto que tuvo
repercusiones políticas nacionales, se pudo detener el proyecto. Así, hoy, el
paseo del Duero entre San Polo y San Saturio sigue siendo la envidia de todos los
que nos visitan.
Vista nocturna del paseo de San Prudencio desde la ermita de San Saturio. Fotografía A. Arribas. |
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